Según investigadores, los contenidos que excitan emocionalmente se asocian a un mayor intercambio en diversos contextos en línea. De hecho, la expresión de emociones morales puede desempeñar un papel importante en la difusión de contenido. Ideal para quienes han hecho de los flecos elementales de la moral su herramienta preferida para movilizar prejuicios y ocultar verdades
Ni rastro de labor periodística alguna – ni documentación, verificación, multiplicidad de fuentes. Nada. Ningún valor añadido a la mera repetición de acusaciones; a la mera difusión de los “talking points” de Hamás
Como el Barón Münchhausen montado en una bola de cañón, así parece ir buena parte de la atención mediática, sobre la propaganda de Hamás amparada por una ONU reconvertida en amplificador relaciones públicas.
La estupidez ha sido elevada al rango de comportamiento ilustre en occidente. Especialmente en los templos del saber a los que concurren los descendientes de las élites y los esforzados de la clase media. Pero también en la esfera de la dirigencia política y empresarial, donde la mediocridad ha encontrado un nido ameno. Es en estos espacios donde se festeja a sí misma, como si de un logro, una inteligencia portentosa se tratara; señalándose como proba e infalible sociedad, cuando en realidad es una señal bien distinta la que emite al mundo: aquí estoy, indefensa, predispuesta a ser utilizada, infiltrada, debilitada, asaltada
Año tras año los medios aluden, dan cuenta, informan, con esa manera tan suya de desprenderse de todo contexto, de toda documentación, de todo sesgo ideológico, de la conmemoración de la denominada “Nakba”. Y lo hacen como quien recuerda el Holocausto, el Porraimos o el genocidio armenio
A muchos de los corresponsales en Medio Oriente los mueve - o creen ser excusados por - una “causa”, un “recto deber”, antes que el mandato profesional: el narcisismo moral antes que los hechos. Lo que, siguiendo a Christopher Lasch. los lleva constantemente a buscar la atención de las audiencias, la validación del pedestal de aire e ilusionismo sobre el que se erigen en “faros morales”
A cinco meses de la masacre del 7 de octubre, repasamos los titulares del diario español El País, empezando por sus primeras informaciones respecto a lo sucedido el mismo 7 de octubre y la subsiguiente guerra entre Hamás e Israel.
Dicen que Oscar Wilde dijo que el hombre es “menos él mismo cuando habla por sí mismo, pero que, con una máscara, dirá la verdad”. Claro que, qué verdad será esa; es difícil saberlo: ¿será la de la máscara o la del rostro que pretende ocultar? Es más, ¿hay verdad posible cuando es preciso tal procedimiento de suplantación o encubrimiento para emplazarla? No parece factible que, de una censura, de un disimulo pueda surgir la veracidad
¿Cómo se desinforma – o, puesto de otra manera, cómo se borra el límite entre la realidad, los hechos, y los intereses ideológicos de quien relata – pareciendo que se informa? El diario español ofrecía un ejemplo