Y más más omisiones sobre Siria y los horrores cometidos por al Assad (y Rusia, Turquía, Irán) contra su población civil, los palestinos viviendo en ese país, los kurdos… Y más impunidad para sus crímenes…
Cuando la aceptación de una “narrativa”, de una “ideología” se impone sobre la labor de transmitir los hechos de la manera más fielmente posible, utilizando la mayor cantidad de fuentes y voces, contrastación mediante; la audiencia se encuentra ante desinformación
Si algo ha patentizado el día después del atroz ataque genocida de Hamás contra Israel, es la utilidad que representan para tales grupos, y quienes están de atrás, con una agenda más amplia de expansionismo, los “periodistas” afines y los desnortados
La “superioridad moral” no es otra cosa que un dispositivo propio de los totalitarismos, fanatismos y demás sistemas de privilegios, y, por extensión, de los propagandistas que los sirven. Este artefacto permite impedir ver, conocer, aquello que desmiente el embuste, la mistificación
Quienes piden para Gaza (para Hamás), y para Hizbulá un “alto el fuego” pueden ser dos tipos de personas: estultos o cómplices. Se han agotado los matices: los hechos están a la vista de todos, sin disimulos, y hasta repetidos, como para que la ignorancia tenga algo que ver en el vergonzoso despliegue de cinismo, farsa, mediocridad y corrupción
Quienes dicen o quieren tener razón recurren a instancias superiores para validar esa pretendida certeza. Y poco importa la verdad o falsedad del dictamen que efectúe tal jerarquía, en qué se funde este, si no, por el contrario, lo que vale es el mero hecho de que lo pronuncie.Los correveidiles del régimen iraní, del catarí, se dirigieron prestos a la corte penal internacional, a la ONU y a cuanta agencia internacional haya para utilizarlas como armas
Puede hablarse de invocar el “cese al fuego” si y sólo si Israel responde al ataque. “Alto el fuego”, pues, no tiene, en las voces de cierta serpentina y cómplice diplomacia, de cierto periodismo estulto y obvio, de corrompidas ONG, un carácter humanitario ni moral. Es un dispositivo para cercenar el derecho a la defensa del estado judío
No es extraño que al mal olor se lo disimule con algún perfume o con una oportuna corriente de aire. En el periodismo, o eso que finge serlo, cada vez es más común que se oculte (se censure) el terrorismo de corte islamista detrás de una historia personal
Para qué disimular, si ni hay respeto a la audiencia ni a la profesión y, sobre todo, si no hay consecuencias al mal quehacer “periodístico”. De tal manera, la BBC Mundo, en lugar de presentar una crónica, parecía ofrecer un comunicado de Hizbulá aliñado con algunos de los elementos utilizados habitualmente por los informadores