Decía Jean-Fraçois Revel que si el periodista se ve impelido a mutilar la información y a falsificarla, lo que sucede es que probablemente su causa no es muy buena.
Trece párrafos parecen a priori lugar suficiente para un mínimo de exhaustividad periodística. Pero el medio español dilapidaba la oportunidad de realizar una labor profesional y sometía su texto al interés de una de las partes del conflicto
El diario español sometía al lector a veleidades literarias - abigarramiento y reiteración de lugares comunes, valoraciones y adjetivos -, así como a la supresión de aquello que hacía peligrar la escenificación. Lo que servía para racionalizar la violencia promoviendo esa figura que nadie fuera de la región se cree: “resistencia pacífica”
No se puede presentar un conflicto donde, se pretende, hay un culpable único, únicamente mediante su representación negativa de cara a la audiencia; también es preciso, también omitir todo aquello sobre la otra parte de la disputa que la aleje de la categórica imagen de víctima
Shanzhai es un término chino que ha adquirido una nueva connotación: imitación, falsificación. Desde el campo antiisraelí – en el que conviven no pocas ONG, organismos, medios de comunicación y periodistas – han optado igualmente por la apropiación y la adulteración, luego de comprobar que la sinceridad del discurso de los líderes palestinos respecto de sus fines y esfuerzos no conducía a los mismos
La cobertura que realiza la mayoría de medios en español sobre el conflicto no suele superar una raspadura mínima del hecho: apenas una muestra que no representa nada; como no sea un material que viene a agregarse al sedimento artificioso un una “narrativa” propia del activismo ideológico, del que precisa esa geología pesada de signos.
Sin disimulo ya. Con el léxico obvio del activismo. Con las omisiones propias de quien no está construyendo una crónica sino texto para convencer. Con todos los ingredientes que lo separan del periodismo.
Una suerte de mesianismo que espera que llegue un porvenir sin estado judío. Eso es lo que prescribe una memoria fundada en elementos adulterados e hipertrofiados, cuando no, directamente, fabricados
¿Cómo puede llamarse periodismo a la cobertura sobre el conflicto y sobre Israel, si los periodistas hacen lo posible por emparentarla con la censura al servicio de la propaganda antisraelí?
El 13 de junio, la nueva Comisión de Investigación de las Naciones Unidas contra Israel tiene previsto presentar su primer informe. Creada tras el conflicto de mayo de 2021, la COI es sólo la última adición al desbordante arsenal de la ONU contra el Estado judío. He aquí algunos antecedentes básicos que todo el mundo, incluidos los periodistas y sus audiencias, debe conocer.