La desinformación, el doble rasero moral, la falta de contexto, el sesgo y la falta de rigor informativo son sólo algunos de los problemas que revela la cobertura periodística de la crisis en Medio Oriente.
A esta altura debería ser posible partir, de entrada, con el conocimiento compartido de que la Franja de Gaza está controlada por un grupo terrorista: Hamás – y nunca mejor dicho, controlada, porque las vidas de los habitantes están bajo su poder. Es decir, que cuando se dice el “Ministerio de Sanidad” o “Ministerio del Interior” de Gaza, se está diciendo Hamás
Se aferran, quienes se dicen “progresistas”, “humanistas” y cuanta etiqueta favorable y falaz haya (y que ya no disimula su rancio antisemitismo), al victimismo palestino, esa herramienta necesaria para refugiar el odio en la pretendida dignidad de la solidaridad
Cada vez que un líder, partido, organización o gobierno ha prometido que traerá o repondrá la luz – el progreso, la justicia, la moral -, alguien tendrá que ser culpado por la oscuridad que viene a representar, el pasado o el aciago presente. Ese alguien ha sido, y es, universalmente el judío. O, ahora, el estado judío
El antisemitismo sistemático de Abbas es sistemáticamente obviado o minimizado como un exabrupto; aunque refleja una profunda cosmovisión que comparte con gran parte del liderazgo palestino
“Dicen que Hitler mató a los judíos por ser judíos, y que Europa odiaba a los judíos porque eran judíos. No es cierto. Se explicó claramente que [los europeos] … lucharon contra esta gente por su papel en la sociedad, que tenía que ver con la usura, el dinero”, dijo el líder palestino
La utilización – usurpación y trivialización – de los términos “campo” y “refugiados” encaja la ‘narrativa’ que hace del victimismo su eje central: justificación de sus acciones y crucial herramienta propagandística
La “realidad” que presentan algunos medios, parafraseando a Jean Baudrillard (Simulacra and Simulation), devora el contenido de la realidad, así como a la propia comunicación que dicen ejercer
Los sucesos dejan de ser tales en buena parte de las crónicas sobre Israel en los medios españoles para transformarse, despreciado su valor, en mera partícula, ingrediente precursor de la historia que “hace” el narrador – y que sigue, reiterativa, un mismo patrón