Cuando la aceptación de una “narrativa”, de una “ideología” se impone sobre la labor de transmitir los hechos de la manera más fielmente posible, utilizando la mayor cantidad de fuentes y voces, contrastación mediante; la audiencia se encuentra ante desinformación
La idea en general, era vender la sensación de que Israel escalaba la tensión en el Líbano a través de un ataque indiscriminado, en el que algún miembro de Hezbollah había caído. Para ello, casi la totalidad de los medios evitaban mencionar la cincuentena de muertos, ahí sí una mitad de ellos civiles, causados por los más de 8000 cohetes y misiles lanzados desde el 7 de octubre por Hezbollah.
El medio seguía al pie de la letra, y al instante, el guion de Hamás sin dejar lugar para un atisbo de periodismo, ausente ya de manera sistemática por una cuestión de evidente necesidad
La primera frase del artículo es especialmente elocuente, y podría ser paradigmática de un nuevo periodismo que escribe más basándose en la idea que en los hechos
A cinco meses de la masacre del 7 de octubre, repasamos los titulares del diario español El País, empezando por sus primeras informaciones respecto a lo sucedido el mismo 7 de octubre y la subsiguiente guerra entre Hamás e Israel.
Decía Jean-François Revel que es en la etapa de investigación, de recopilación de hechos, donde negarse a conocer deviene en censura. Mas El País parece preferir una versión más orwelliana: prescinde de los hechos; elige la supresión, la suplantación, la fabricación y la omisión
Si el mapa – la interpretación, la representación – no se corresponde con la realidad que dice simbolizar, no es tal mapa. Queda, sí, una forma que, en este caso, es proyección de una ideología, de activismo – y que puede ser también de una conveniencia, contemporización, etc. -; mas, el rastro de la realidad que subsiste es meramente anecdótico, apenas el necesario para que algún desprevenido crea que, efectivamente, se trata de una representación cabal del conflicto.
Las crónicas resultan de acciones, de hechos (al menos, se basan en ellos), mas, son los medios y los redactores quienes terminan por “hacer” – o “rehacer” – el suceso y definir a sus actores