Probablemente uno de los mayores problemas mediáticos a la hora de cubrir el conflicto entre israelíes y palestinos, es la absoluta falta de interés por explicar cuáles son los miedos y amenazas reales a los que se enfrentan los ciudadanos israelíes.
Encuestas sin rigor alguno, declaraciones excesivas, radicales o meramente polémicas de líderes israelíes suelen tener cabida en las páginas de los principales medios; así como las realizadas por organizaciones o figuras del país que apunten a la crítica del Estado judío.
Sin embargo, el sentir mayoritario suele ser silenciado. Así, el consumidor de información que tan sólo lea español, recibe una imagen incompleta de esa sociedad. Tan sólo sus desatinos y sus muestras de poderío.
Sabemos que existe una ola de violencia en la que, nos cuentan los medios, han muerto 28 israelíes, 2 norteamericanos y 190 palestinos. Sin detenerse a explicar que dicha ola de violencia consiste en una serie de ataques palestinos contra ciudadanos israelíes, y que la mayoría de los palestinos muertos fueron abatidos mientras cometían algún ataque.
Y poco importa que los israelíes se desgañiten denunciando la incitación al odio en la que está macerando la sociedad palestina; los medios no tienen oído para esa parte de las declaraciones. Tuvo que viajar a la región el vicepresidente estadounidense, John Biden, para que por primera vez la condena a la incitación fuera publicada, aunque tenuemente, por algunos periódicos.
Ni uno sólo de los periódicos mayoritarios se tomó el trabajo de contar cómo el presidente moderado palestino Mahmoud Abbas afirmaba que los judíos no tienen derecho a contaminar la Mezquita de Al Aqsa con sus sucios pies. No vamos a permitirlo y vamos a hacer todo lo que esté en nuestro poder para proteger a Jerusalén.
Este llamado a la violencia (precedido y seguido de tantos otros) realizado por el propio presidente palestino, que podría arrojar un poco de luz sobre la actual oleada de apuñalamientos, atropellos y tiroteos cometidos por palestinos que comenzó en octubre de 2015 (Khaled Abu Toameh), no fue considerado de interés mediático. Sin embargo, los medios no faltaron a la hora de hacerse eco de las recientes declaraciones del Rabino jefe sefardí, asegurando en un sermón que está prohibido para alguien que no es judío vivir en Israel.
Algunas informaciones posteriores al atentado de Bruselas han venido a ratificar esa tendencia mediática de no informar de aquello que pudiera desvirtuar la imagen palestina de mero objeto de la maldad israelí.
Así, no se considera que merezca la pena informar que medios de la Autoridad Palestina, como Al-Hayat Al-Jadida, publiquen artículos afirmando que los ataques como los ocurridos recientemente en París y Bruselas fueron orquestados por Israel, utilizando a ISIS como una herramienta. Tampoco es relevante que banderas israelíes puestas junto a otras en homenaje a las víctimas de los atentados de Bruselas hayan sido reemplazadas por banderas palestinas o pisoteadas en varias ocasiones.
De este modo, siendo Israel una víctima del terrorismo islamista desde hace años, en sus distintas variantes de Intifadas, apuñalamientos, atropellamientos, terrorismo internacional (perpetrado o frustrado), los medios españoles han conseguido apartarlo de la fotografía. No interesa Israel como víctima, sólo como potente agresor. Lo que preocupa si la amenaza se cierne sobre Europa, no interesa cuando el objetivo es Israel.
Pero ¿sienten los israelíes alguna amenaza? ¿A qué se enfrentan? ¿Es ese odio preocupante? ¿Comprenden que se los aísle cuando son víctimas del mismo desafío?
Mientras los periodista no sepan salir de su narrativa consuetudinaria, mientras no estén dispuestos a mostrar toda la gama de colores, mientras no se aparten de su maniquea visión de poderosos contra débiles, fanáticos contra indefensos, los consumidores de noticias no estarán siendo informados, sino adoctrinados en una ignorancia absoluta.