«Nos han marcado la casa y pueden venir en cualquier momento» titulaba El Correo (Grupo Vocento) un artículo respecto al estallido de violencia en las calles de las llamadas ciudades mixtas de Israel.
Construido en torno a las declaraciones de una sola voz (un joven madrileño residente en Haifa y, junto a su mujer árabe, víctimas de la violencia de grupos radicales judíos), el texto omitía poner en contexto los inicios de la confrontación, de modo a borrar en la crónica los ataques de árabes a judíos. La puesta en contexto también era pobre (por ejemplo no explicaba que los árabes atacaron a la policía israelí antes de que estos entraran en la Mezquita e Al Aqsa), pero nos centraremos en cómo los malabarismos temporales logran convertir a las primeras víctimas en los únicos verdugos.
El destacado del texto ya alertaba al lector de que se encontraba frente a un ejemplo de sesgo informativo, en el que la contraparte no tenía espacio:
La minoría árabe de Israel denuncia la impunidad de los radicales judíos en la oleada de violencia que afecta a las ciudades mixtas del país
Para poder ahondar en una narración en la que el judío único culpable, el testo inicia el principio de la violencia en el miércoles:
“están encerrados en casa desde la noche del miércoles, cuando esta ciudad { } y otros lugares de población mixta del país sufrieron una oleada violencia entre judíos y árabes que no se recordaba desde la Intifada de 2000.
Israel ordenó a primera hora del miércoles un aumento masivo de las fuerzas policiales desplegadas en ciudades con población judía y árabe. La medida se produjo horas después de que se declarara el estado de emergencia en la ciudad de Lod, en el centro de Israel, donde los intensos disturbios árabes de la noche del martes provocaron el incendio de tres sinagogas y numerosas tiendas, además de decenas de coches. (Énfasis añadido)
Algunos residentes de Lod dijeron que se había cortado la electricidad en sus casas y que habían lanzado cócteles molotov a través de sus ventanas, según informó el Canal 12 de noticias a última hora del martes, y la policía reconoció haber tenido que escoltar a algunos residentes desde un centro comunitario hasta sus casas mientras las turbas árabes se agitaban en las calles.
Pero en la narración de Vocento, no había espacio para el martes. Ni para las víctimas judías. Solo para un único testigo, cuyo terror iniciaba el relato:
Ha sido como una auténtica Noche de los Cristales Rotos, pero con radicales judíos dando palizas a los árabes
Al margen del empleo de esta dudosa comparación, llama la atención que es exactamente la misma que había realizado el martes el alcalde de Lod, Yair Revivo. Pero al revés.
“Todo Israel debe saber que esto es una pérdida total de control… Esto es impensable. Las sinagogas están siendo quemadas. Cientos de coches incendiados. Cientos de matones árabes vagan por las calles… La guerra civil ha estallado en Lod… La comunidad ortodoxa-nacionalista de aquí tiene armas. Les imploro que vuelvan a casa, pero es comprensible que quieran proteger sus hogares. Se están lanzando bombas de gasolina contra las casas [judías]. La situación es incendiaria”.
Nada de esto contaba Vocento a sus lectores ni en este artículo, ni en ningún otro. Sin embargo, si el objetivo es denunciar o simplemente contar el estallido de violencia, se puede denunciar la responsabilidad de radicales judíos, sin por ello borrar la de los radicales árabes. Claro que si el objetivo es transmitir una idea negativa de una de las partes, entonces mejor optar por un periodismo de una sola versión, en la que no hay contexto y tan sólo los judíos atacan.
De hecho, en un artículo posterior, Vocento subiría su apuesta:
La «intifada» de los colonos amenaza la coexistencia en Israel
¿Un titular que convierte a los judíos en Lod o Haifa en colonos, y en los únicos que amenazan la coexistencia?
Se ve que para Vocento, linchar judíos, incendiar sus casas y quemar sinagogas no es una amenaza para la convivencia.