Los medios en español, como el diario El País y la agencia de noticias Efe, se inclinaron por darle a la noticia un carácter negativo. Así lo hicieron al recurrir exclusivamente a declaraciones de miembros árabes del parlamento israelí – sí, en la Knesset hay parlamentarios árabes:
En Efe:
“… el parlamentario palestino con nacionalidad israelí Ayman Odeh, de la Lista Unida, reclamaba la falta de carácter democrático de la iniciativa…”.
“Su compañero en la plataforma que aglutina varios partidos de mayoría árabe, Jamal Zahalka… reclamaba: ‘O judío o democrático‘, después de que esta mañana el también parlamentario árabe Ahmed Tibi dijera que veían ‘con incredulidad la muerte de la democracia’, que ‘estaba muriendo en los últimos años‘”.
En El País:
“Los diputados de la Lista Conjunta Árabe abandonaron el plenario al grito de ‘apartheid’ y uno de ellos, el palestino con nacionalidad israelí Ayman Odeh”.
““Es un crimen de odio contra las minorías y contra la democracia. Esto es una etnocracia. Que se considere un valor nacional que los judíos se establezcan en esta tierra significa que seguirán demoliendo casas árabes y que no desarrollarán nuestras infraestructuras”, ha asegurado a EL PAÍS Ahmad Tibi, diputado árabe de la Knesset.”
““Oficialmente legaliza el apartheid y define legalmente a Israel como un sistema de apartheid”, dijo en un comunicado Saeb Erekat, el jefe del equipo negociador palestino.” (Nótese que el hecho de que existan diputados árabes en el parlamento israelí es una rotunda invalidación del libelo de Erekat; aún así, el medio lo publicaba)
Poco importa que tales afirmaciones están muy lejos de la verdad, en las antípodas. Se publican sin más – ni aclaración, ni citas de parlamentarios israelíes (en su amplio espectro ideológico). Poco importa que Erekat sea un notorio fabulador y propagandista.
Si señalan adversamente al Estado judío, el resto se puede dejar de lado: en primer lugar, el buen quehacer periodístico.
Que Israel se defina como tal Estado no es ninguna novedad. La Declaración de Independencia de dicho país – suerte de Constitución – ya anunciaba:
“Nosotros, miembros del Consejo del Pueblo, representantes de la Comunidad Judía de Eretz Israel y del Movimiento Sionista, estamos reunidos aquí el día de la terminación del Mandato Británico sobre Eretz Israel y, en virtud de nuestro derecho natural e histórico, y basados en la Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas, proclamamos el establecimiento de un Estado judío en Eretz Israel, que será conocido como el Estado de Israel”.
La resolución a la que hace mención dicha declaración es la 181de 1947 recomendaba la partición del Mandato británico de Palestina (su parte occidental, puesto que la oriental había sido concedida a la dinastía hachemita) en dos estados independientes: “un estado árabe y un estado judío…”. Los estados árabes se opusieron a dicha recomendación y lanzaron un ataque contra el recién establecido Estado de Israel.
Con anterioridad, la Declaración Balfour (1917), de Lord Balfour, Secretario de Relaciones Exteriores británico, decía:
“‘El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un Hogar Nacional para el Pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país’”.
A su vez, el Mandato de Palestina, Documento de la Sociedad de Naciones de 1922 estipulaba, en su Artículo 2, que “el Mandato será responsable de colocar al país bajo tales condiciones políticas y económicas que garanticen el establecimiento del Hogar Nacional Judío, como se establece en el preámbulo…”.
Además, en su Artículo 6 establecía que “la Administración de Palestina, al tiempo que garantizará que los derechos y la posición de otros sectores de la población no se vean perjudicados, facilitará inmigración judía en condiciones adecuadas y fomentarán, en colaboración con la Agencia Judía…el estrecho asentamiento de los judíos en la tierra, incluyendo las tierras estatales y las baldías no necesarias para propósitos públicos”.
Al diario El País le llamaba la atención que la ley votada en la Knesset reconociera “el derecho de autodeterminación, pero sólo de una parte de la población. ‘El derecho a ejercer la autodeterminación nacional en el Estado de Israel es exclusivo del pueblo judío’, reza la nueva ley”.
¿Dónde está la novedad? Básicamente, está reafirmando lo que afirmaba en su primer punto: Israel es el Estado u Hogar Nacional del Pueblo Judío. Podría haberse expresado también diciendo que ninguna minoría tiene el derecho de autodeterminación en tal territorio. Algo, nuevamente, que no es novedoso. De hecho, el propio diario indicaba en septiembre de 2017 que “ninguna constitución de los grandes países occidentales ampara la amputación de una parte de su territorio”. Y añadía que “algunos países, como Francia, vetan incluso la posibilidad de modificar su carta magna para permitir una secesión”. Esto, no más ni menos, es lo viene a decir la nueva ley israelí. El estado tiene el “monopolio” de la soberanía.
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Mientras tanto, la Carta de la OLP(de la cual Fatah – facción liderada por Mahomud Abbas, que gobierna en la Autoridad Palestina – es miembro mayoritario, así como PFLP, DFLP y el Partido del Pueblo Palestino, entre otros) dice su primer y segundo artículos:
“Palestina es la patria del pueblo árabe palestino; es una parte indivisible de la patria árabe, y el pueblo palestino es una parte integral de la nación árabe.
Palestina, con las fronteras que tenía durante el mandato británico, es una unidad territorial indivisible”.
No sólo establece una identidad inalienable, sino que niega el derecho de Israel a existir.
Por su parte, el artículo 1 de la Constitución de Fatah declara que “Palestina es parte del mundo árabe, y que el pueblo palestino es parte de la nación árabe…”; y el artículo 2, que “el pueblo palestino tiene una identidad independiente” y que “tiene completa soberanía sobre sus tierras”. Además, el artículo 8 afirma que la “existencia israelí en Palestina es una invasión sionista” y, en consecuencia, el artículo 12 llama a la “completa liberación de Palestina, y a la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural sionista”.
¿A que usted no ha visto esto en llamativos titulares reiterados una y otra vez en medios de comunicación en español?
Es que, dichas Carta y Constitución son una abierta declaración de las verdaderas causas del conflicto árabe-israelí. Y de eso no se habla.