El diario El País ofrecía el 16 de mayo su página de Tribuna al ex jefe negociador palestino, Saeb Erekat, quien bajo el título Ya es hora de que Palestina figure en el mapa exponía toda una serie de distorsiones históricas.
Estas son sólo algunas de las incorrecciones de dicho artículo:
Al pueblo palestino se le ha privado de su libertad durante 63 años.
Cierto que al pueblo palestino le han privado de su libertad durante 63 años. Lo que Saeb Erekat no explica es quién es el responsable de dicha privación. No es Israel.
Si los derechos del pueblo palestino y la justicia fueran sus motivaciones, debería pedir explicaciones a Líbano, a Jordania y a todos aquellos países que han preferido mantener a los refugiados palestinos rehenes de sus intereses políticos, antes que otorgarles cualquier derecho.
Si tanto ansiaban constituir un país, ¿por qué no acusa a Egipto y a Jordania? Al fin y al cabo ellos administraron Gaza, Cisjordania y Jerusalén Oriental hasta el 67, tratando a los palestinos como parias, sin jamás plantearse la creación de su Estado.
Erekat también podría pedir responsabilidades a Yassir Arafat, quien rechazó en su día el plan Clinton, asegurando que si firmaba la paz con Israel, su pueblo no se lo perdonaría.
Quien sin duda también tiene algo que decir respecto a la inexistencia de un Estado palestino es Mahmud Abbas, actual presidente de la ANP, y quien rechazó la suculenta oferta del ex primer ministro israelí Ehud Olmert.
Otros a quienes Erekat debería dirigir sus exigencias de libertad es a los dirigentes del grupo terrorista Hamás, quienes dominan con mano de hierro la Franja de Gaza, privando a sus habitantes de algunos derechos fundamentales.
Si Saeb Erekat desea apuntar a Israel, olvida hablar de los palestinos que quedaron bajo el gobierno israelí, olvida mencionar que constituyen el 20% de la población, olvida explicar que son los árabes israelíes y que gozan de los mismos derechos que cualquier otro ciudadano israelí. Su lengua es la lengua co-oficial del Estado, cuentan con varios representantes en la Knesset, tienen libertad de expresión, acceso a todos los cargos públicos, etc…
La Nakba es, de hecho, la interrupción del proceso de un pueblo que se movía hacia la independencia. Cuando ocurrió, Palestina era un Estado en formación y pasó a ser reemplazado por el de Israel:
Palestina no era ningún estado en formación. Jamás fue reemplazada por Israel. La partición no reemplazaba sino que repartía. Los palestinos no aceptaron su parte.
418 aldeas fueron destruidas, 13 ciudades tomadas, el 75% de la población palestina cristiana y musulmana que vivía en lo que hoy es el Estado de Israel en sus fronteras de 1967 fue víctima de limpieza étnica, con más de 30 masacres documentadas.
Una limpieza étnica es la búsqueda de eliminación de una etnia concreta, por motivos raciales. Jamás Israel ha buscado la eliminación de los palestinos por ser palestinos, y desde luego, no fue asesinado el 75% de la población.
A lo que Saeb Erekat se refiere es a una guerra. Probablemente la omisión voluntaria de dicho término se deba a que la guerra árabe israelí, que está en el origen de la Naqba, fue iniciada por los países árabes, que se negaron a aceptar la resolución 181 que repartía el territorio en dos estados: uno árabe y otro judío.
A las pocas horas de la Declaración de Independencia de Israel (donde se tendía la mano a los vecinos), cinco ejércitos árabes (Siria, Egipto, Transjordania, Líbano e Irak) invadieron el nuevo estado, iniciando lo que en Israel se conoce como La guerra de independencia y lo que los palestinos llaman Al-Naqba. Egipto se anexionó la Franja de Gaza, mientras que el Emirato de Transjordania hizo lo mismo con Judea, Samaria y Jerusalén Este.
Saeb Erekat tira la piedra y esconde la mano, al no especificar cuáles son esas más de 30 masacres documentadas. Como en toda guerra, se cometieron actos terribles, y como en toda guerra, muchos de ellos han sido objeto de debate y polémica.
Si se trata de hablar de ataques sin que medie una guerra de por medio, y con un componente exclusivamente racista, Saeb Erekat podría haber mencionado por el otro lado la Matanza de Hebrón o la Matanza de Safed, ambas en 1929, muchos años antes de la Independencia del Estado de Israel, cuando los árabes locales atacaron a la población judía. Hay que recordar que los palestinos entonces se encontraban bajo el liderazgo de Amin al-Husayni, el Gran Mufti de Jerusalén, y aliado de Hitler.
La comunidad internacional reconoció al Estado de Israel basándose en la resolución de partición 181. Pero esta condicionaba el reconocimiento de un Estado a la existencia del otro.
La resolución 181 no condicionaba nada en absoluto. Simplemente, los judíos aceptaron lo que les ofrecieron y por ello accedieron a su estado. Los árabes prefirieron la guerra, y engañaron a su propio pueblo, que hoy se encuentra en la situación que todos conocemos.
Nuestro pueblo ya se ha comprometido reconociendo a Israel en las fronteras de 1967, el 78% de nuestra patria histórica, pero Israel, en cambio, continúa, con total impunidad, sus actividades de colonización en Jerusalén oriental y Cisjordania.
Por un lado, los palestinos no reconocen a Israel como Estado judío, algo que debe ser inherente al reconocimiento de Israel, ya que así venía especificado por la misma resolución 181, que repartía el territorio en dos estados: uno judíos y otro árabe (lo que no se especificaba es que este tuviera que ser palestino)
Por otro lado, cuando Saeb Erekat hace referencia al 78% de su patria histórica, tergiversa las cifras y miente. Israel no es el 78% de su patria histórica.
La Declaración Balfour del Gobierno británico de 1917 contemplaba la creación de un hogar nacional judío en todo el Mandato Británico de Palestina. Sin embargo, en 1922 la Liga de las Naciones decidió dividir la Palestina histórica en dos partes: el 80% para el Emirato de Transjordania y el 20% para los judíos.
Posteriormente, en 1947, la ONU decidió partir ese 20% destinado a los judíos en dos: 45% para los árabes y 55% para el Estado judío.
Es decir que Israel representa aproximadamente un 11% de la Palestina histórica. Que por otra parte, no es la patria histórica del pueblo palestino, tal y como afirma Saeb Erekat, ya que el pueblo palestino como tal, es un concepto reciente, que no por ello debe gozar de menos derechos, pero que no puede reivindicar un pasado que no le corresponde.
lo que Israel no dice es que, según la legislación internacional, no tiene derecho alguno sobre ninguna parte de los territorios palestinos que ocupa desde 1967. Por el contrario, sus acciones son consideradas un crimen de guerra de acuerdo con la IV Convención de Ginebra. Lo que Israel busca no es una negociación, sino una legitimización de su empresa colonial.
Al rechazar los palestinos la partición de 1947, la tierra que para ellos estaba destinada pasó a convertirse en res nullius. Fue ocupada, durante 20 años por Egipto y Jordania. Jamás se intentó que los palestinos se autogobernaran. Hasta la Guerra de los Seis Días, una guerra defensiva de Israel en las que Gaza y Cisjordania pasaron a sus manos.
En el año 2005, Ariel Sharon llevó a cabo el Plan de Desconexión, retirándose completamente de la Franja de Gaza y dejándola en manos de los palestinos. La respuesta no fue la demostración de un pueblo capaz de gobernarse y decidido a llegar a un acuerdo con Israel, sino que el grupo terrorista Hamás tomó de modo violento las riendas de la Franja, desde donde diariamente lanza cohetes contra la población civil del sur de Israel.
Por su parte, Israel ha manifestado en múltiples ocasiones su voluntad de convivir junto a un Estado palestino. De hecho, la historia ha demostrado que Israel se ha retirado de todos los territorios conquistados cuando ha llegado a acuerdos de paz. Así lo hizo, por ejemplo, con el Sinai.
Sin embargo, Hamás, que negocia en estos instantes un gobierno de coalición junto a la ANP, incluye en su carta fundacional la voluntad de destruir a Israel, y no deja de repetir, a quien lo quiera escuchar, que su finalidad es la de recuperar toda Palestina, incluida por supuesto, Israel. Es sorprendente que en estas condiciones, Israel sea el acusado de llevar a cabo una empresa colonial.
las condenas verbales a la intransigencia de Israel ayudan, pero no son suficientes, igual que los proyectos financiados por los países donantes no han llegado a muchas áreas y no son parte de una situación sostenible.
No es muy agradecido por parte de Saeb Erekat esa muestra de disconformidad con la comunidad internacional y sus muestras de apoyo a la causa palestina que él representa. No en vano los palestinos son unos de los mayores receptores de ayuda internacional por parte de los países occidentales que saltan a ayudarlos en cuanto lo necesitan y les ofrecen sus mejores tribunas, como la del diario El País, para que puedan difundir su mensaje, por muy tergiversado y manipulado que éste sea.
Estamos en la recta final de un recorrido que comenzó en las tiendas de los campos de refugiados y que ha de terminar con nuestra capital en Jerusalén Oriental.
Sin entrar en la espinosa cuestión de Jerusalén, convendría que Saeb Erekat, y los líderes palestinos, además de atender a su agenda política, tan aplaudida en los salones occidentales, también escucharan lo que dice su propio pueblo. Una reciente encuesta, apenas divulgada por los medios de comunicación hispanos, mostró que en caso de tener que elegir, el 35% de los habitantes de Jerusalén Oriental preferiría ser israelí, frente a un 30% que elegiría la nacionalidad palestina. Es decir que los residentes de Jerusalén Oriental prefieren ser israelíes.
Las medias verdades de Saeb Erekat, su manipulación de los datos y sus ocultaciones pueden encontrar el siempre cálido refugio de medios como El País. Sin embargo la realidad en el terreno y los hechos históricos desmienten su discurso. Los lectores tienen derecho a saberlo.