RTVE presentaba su especial sobre la guerra entre Hamás e Israel con un informativo realizado desde Jerusalén y con una pieza cargada de omisiones, tergiversaciones y burdos tópicos antisemitas.
Destaca el intento de aportar voces israelíes, algo que lamentablemente a estas alturas es casi insólito en el panorama periodístico español. También es llamativo que incluyan a Egipto a la hora de hablar del bloqueo o que incluso mencionen una vez la palabra “terroristas” para mencionar a los “combatientes” de Hamás, aunque fuera para ponerlo en boca israelí.
No obstante, una serie de medias verdades colocadas en contextos equivocados y el recurso a dos imágenes de manual de antisemitismo y manipulación, hacen que la pieza entera carezca de cualquier rigor.
CONTEXTO DESCONTEXTUALIZADO
El informativo se iniciaba intentando poner en contexto un conflicto que según ellos “corre el riesgo de internacionalizarse”. Para ello, se remontaban a 1948 y mostraban imágenes de las 3 guerras históricas convencionales, sin explicar ni una sola vez que fueron los países árabes quienes iniciaron todas y cada una de ellas. Destacan que los israelíes fueron “ocupando” territorios, pero no cuentan nada de Jordania y Egipto apoderándose de Cisjordania y Gaza. De hecho, los árabes son tan sólo mencionados en la guerra de 1973 para decir que “intentan recuperar lo perdido”.
No hay ninguna mención ni en el contexto, ni en los casi 40 minutos de especial a la esencia del problema, y es la negativa árabe a que exista un estado judío en su tierra ancestral.
RTVE explica a sus lectores que la Segunda Intifada nace del fracaso de los acuerdos de Oslo, pero ésta nace de la voluntad explícita de Arafat, que no quiso aceptar la propuesta de los acuerdos de Camp David y dio la orden de empezar la serie de ataques.
Siempre en los primeros minutos para poner a los espectadores en contexto, RTVE explica que Hamás ganó las elecciones en Gaza “desde entonces ha habido 5 guerras en Gaza”. Lo que no explican es por qué. Resulta que nada más tomar el poder, Hamás inició el lanzamiento de cohetes sobre Israel e incursiones terroristas que llevaron a las subsiguientes confrontaciones.
Y eso sólo era para poner contexto… O sea, un contexto tuerto, en el que privan a sus espectadores de hechos fundamentales como quién empieza las confrontaciones y cuál es el objetivo de las partes.
VERSIÓN ISRAELÍ/ OMISIONES Y TERGIVERSACIONES
Como decíamos al principio, resulta destacable el intento de RTVE de aportar algo de voz israelí. No obstante, apenas hay acceso al verdadero sentir de la población. La pieza se centra en entrevistar a varios analistas de inteligencia, en estrategia militar, o en economía, que explican que no se puede eliminar a Hamás o que no se va a poder traer a los secuestrados con vida.
También destacan manifestaciones, que afirman realizarse en contra de la guerra, cuando realmente se hacen contra el gabinete y su forma de llevar la guerra y su incapacidad de liberar rehenes. En contra de lo que RTVE intenta transmitir, la sociedad israelí no está en contra de la guerra. La entienden como la única manera de eliminar la amenaza existencial que representa Hamás, que no deja de ser tener vínculos militares, estratégico con Irán, país protagonista en esta confrontación que no encuentra su espacio en todo el especial de 40 minutos.
En una manera de vincular la guerra a los “malos”, RTVE se acerca a las grietas internas del gobierno de coalición, asegurando que los ministros de extrema derecha quieren seguir la contienda bélica, mientras que los “nuevos ministros están a favor de una “solución negociada”. Eso tampoco es verdad. Gantz, por ejemplo, ha criticado la forma en la que Netanyahu gestiona su relación con el aliado EEUU, pero no ha hablado de terminar la guerra.
Por otro lado, una joven israelí, hija de secuestrados da voz al drama personal de las familias víctimas directas del 7 de Octubre. En un momento de evidente fragilidad, la presentadora intenta arrancarle alguna crítica al gobierno israelí, pero ella responde que no sabe qué hay que hacer, que su mamá volvió y está muy enferma y que quiere que su papá regrese “completo”. Y añadía, “sano no creo. Pero completo”
VERSIÓN PALESTINA / SALPICÓN DE TÓPICOS DEBATIBLES/ CIFRAS DE HAMÁS Y LOS MAPAS PROPAGANDÍSTICOS
Para hablar del sufrimiento de los palestinos, RTVE se mueve entre Jerusalén, Gaza y Cisjordania, concretamente en Tulkarem.
Imágenes de víctimas de bombardeos y de la historia personal de Wael Dahdouh, periodista de Al Jazeera que perdió a su esposa, a tres hijos y a un nieto a manos de las fuerzas israelíes. Su chaleco ensangrentado y su dolor ante la muerte de su hijo Hamza. Lo que no cuenta RTVE es que Hamza, según reportó el ejército israelí, era un miembro de la Yihad Islámica, de una unidad de ingeniería electrónica y comandante de uno de sus batallones.
En un paseo por Jerusalén Este, el ex corresponsal Javier Gutierrez es entrevistado y asegura que las banderas son un símbolo de la colonización israelí. Gutiérrez decide poner contexto, pero tampoco explica quién empezó las guerras ni con qué finalidad, y afirma que históricamente los palestinos y los israelíes han querido tener capital en Jerusalén.
El periodista deja caer que la “ocupación” es ilegal según el derecho internacional, y eso no es cien por cien así. Existe un debate jurídico al respecto, pero no hay ninguna ley internacional que haya decretado que esa ocupación sea ilegal. RTVE menciona después que es ilegal según la ONU, pero la ONU (al margen de su evidente sesgo) no es un órgano jurídico, sino político.
Siempre en ese paseo por la parte Este de la ciudad, Gutiérrez no explica que si hay dos zonas es por la ocupación jordana, que tras lanzar la guerra en 1948, invadió parte de Jerusalén y expulsó a todos los judíos de ahí, creando así la percepción de una Jerusalén dividida en Este y Oeste. Sin hacer ni la más mínima referencia a ese capítulo de la historia, afirma que las banderas israelíes que se ven son símbolo de la “ocupación” y de la “judaización” (Sic) de Jerusalén.
El periodista cuenta que desde que Israel ocupó la parte Este, quiere cambiar la demografía, “que cada vez haya más judíos y menos musulmanes”. ¿Cómo” – se pregunta el periodista? Y se responde: “judíos con poder adquisitivo” adquieren propiedades, o “instituciones muy poderosas a nivel internacional. Bien con la compra de propiedades o incluso llevando a los tribunales el litigio de la titularidad de esos alquileres o esas propiedades”. Es interesante esa vinculación a lo judío con el poder y el dinero, que volveremos a ver asomar más tarde, y de modo más impúdico en el mismo especial.
Lo que no cuenta el periodista, porque se saltó el capítulo esencial de la ocupación jordana, es que, al margen de que son pocos casos, esas propiedades eran de titularidad judía antes de la guerra que iniciaron los países árabes y tras la cual los expulsaron de sus casas. Los judíos van a los tribunales para intentar demostrar que eran de ellos.
Otro interesante tropo, muy en boga últimamente, es el de genocidio. RTVE explica que “relatores de la ONU acusan a Israel de progresivo genocidio”. “Progresivo genocidio” es una expresión del activista anti israelí, Ilan Pappe que afirma que define no la intención, pero sí el resultado de las políticas israelíes. No entremos en el hecho de que “genocidio” define precisamente la intencionalidad de destruir un grupo determinado, y que la población palestina ha aumentado exponencialmente en los últimos años, puesto que no es el centro del artículo, pero hay que destacar que en dos ocasiones RTVE se hace eco de esa acusación sin siquiera ponerla en contexto, o aportar la voz israelí (o tan sólo de expertos legales) que desmontarían esa falacia en pocos segundos. La acusación es suficientemente grave como para que RTVE no las repita como un loro, dándole la autoridad que no tiene.
Pero es que RTVE se hace precisamente eco, sin ninguna reflexión crítica, de todo lo que le es dictado del lado anti israelí, convirtiéndose esa la voz de la narración, ergo de la tesis que sostiene el medio. Así las cifras empleadas son las cifras de Hamás, pero sin precisar que lo son. E incluso, llega a publicar una versión elaborada de los famosos mapas de propaganda anti israelí, muy recurrentes en las redes sociales, uno tras otro en una progresión cronológica, ilustrando el supuesto robo de tierras palestinas por parte de Israel. Pero dichos mapas han sido desmontados ya hasta la saciedad porque confunden voluntariamente territorio geográfico con propiedad privada, soberanía y categorías étnicas con nacionales (judíos e israelíes, árabes y palestinos), a la vez que ocultan todo contexto histórico y político. Mienten al comparar lo incomparable.
Y mientras RTVE muestra esos mapas, la presentadora en off afirma tajante:
“Israel guerra tras guerra, colonización tras colonización, ha ido ocupando todo el territorio palestino”.
Lo que no explica el especial es que todas las guerras la iniciaron los estados árabes o los líderes palestinos, con la intención clara de exterminar a los judíos y eliminar a Israel. Una guerra “de exterminio y una masacre trascendental” en palabras de Azzam Pasha, secretario general de la Liga Árabe. Aquí, por ejemplo, RTVE sí se podría haber hablado de genocidio, afortunadamente fallido.
Tampoco cuentan los cuarenta minutos de reportaje especial, que en al menos en tres oportunidades los líderes palestinos rechazaron la estadidad cuando les fue ofrecida. ¿Por qué? Porque eso implicaría aceptar un estado judío, la esencia del conflicto y aquello que falta en el reportaje. Es más, no hay que irse hasta el 2008 y la gran oferta rechazada por Abbas, basta con escuchar a los líderes de Hamás que lo dicen alto y claro.
Siempre en la línea de repetir eslóganes sin corroborar su veracidad, RTVE el medio afirma tajante que la confrontación entre Hamás e Israel se trata de “una de las guerras más sangrientas del siglo” y muestra un gráfico de víctimas infantiles en los conflictos. Es una afirmación que en su día hizo una ONG y que desde entonces se ha expandido como un mantra por medios de comunicación que hacen dejadez de sus responsabilidades de chequear la información.
Otra vez, la base son cifras de Hamas, pero sin especificar que son cifras de Hamas. Si RTVE va a aceptarlas como buenas, entonces tiene la obligación de aclarar cuales son sus fuentes, pero no lo dice. En segundo lugar, también debería aceptar las cifras israelíes, que afirman que 9.500 de los muertos eran terroristas, de manera que no darían el porcentaje de víctimas civiles a las que se aferra RTVE para poner su comparativa. No puede ser que un medio de comunicación que intenta hacer un reportaje medianamente serio dé por buenas las cifras otorgadas por un grupo terrorista, con un claro historial de haber manipulado otras previas, y no acepte las que aporta un gobierno democrático con contra poderes, entre ellos prensa libre.
DELIRIO ANTISEMITA
Pero el colmo del programa, en el que toda posible máscara de profesionalidad cae definitivamente es cuando pasan a hablar desde Washington, donde intentan explicar el apoyo de Estados Unidos a Israel. No hablan de valores compartidos, o de lecturas geoestratégicas parecidas, ni de enemigos comunes… no. Hablan del “lobby judío”, al que vinculan con poder y dinero, de las simpatías de Biden con el sionismo, y de un delirante complejo de culpa estadounidense por el Holocausto…
¿Los Estados Unidos tienen complejo de culpa por un genocidio que no cometieron? Los Estados Unidos mandaron cientos de miles de soldados a luchar contra el nazismo y ¿se sienten culpables? ¿Con qué estadunidenses se codea la corresponsal de RTVE en Washington para transmitir semejante marcianada?
Y sin duda lo más sangrante es ese cartelito que reza:
“el lobby judío mueve dinero y votos en EEUU”.
Como concluye el profesor Alberto Priego en El lobby judío, una realidad inventada:
“debemos afirmar que “el lobby judío” no es más que un constructo antisemita que busca acusar a los judíos de algunos de los males que ha sufrido Estados Unidos en el siglo XX. Así, resulta equivoco hablar de la existencia de un “lobby judío” ya que la comunidad judía no solo es muy diversa, sino que además está organizada en varias organizaciones. {…} Otros Estados como Reino Unido, Canadá o Australia también son socios preferentes. Sin embargo, nadie cuestiona que esa cercanía se base en la confluencia de intereses, algo que si que ocurre con Israel a quien constantemente se le acusa de secuestrar el interés nacional de Estados Unidos a través de un “lobby judío” cuya existencia es más que cuestionable. La explicación a este hecho se llama antisemitismo”.
Es más, incluso la Definición del Antisemitismo de la Alianza Internacional para el Recuerdo del Holocausto (IHRA) especifica que ejemplo contemporáneo de antisemitismo es
“formular acusaciones falsas, deshumanizadas, perversas o estereotipadas sobre los judíos, como tales, o sobre el poder de los judíos como colectivo, por ejemplo, aunque no de forma exclusiva, el mito sobre la conspiración judía mundial o el control judío de los medios de comunicación, la economía, el Gobierno u otras instituciones de la sociedad”.
Ese imaginario “lobby judío” poderoso entra perfectamente en esa definición.
Es interesante que no es la primera vez que RTVE hace afirmaciones abiertamente antisemitas, sin probablemente darse siquiera cuenta de ello. En 2019, el equipo de En Portada terminaba un reportaje dedicado a criticar el tranvía de Jerusalén afirmando que:
“A pesar de la pretendida convivencia los judíos son mayoría”.
O sea, según RTVE no se podía convivir cuando los judíos son mayoría.
Obviamente, en ese corte desde Estados Unidos, otro cartel informa de que Tel Aviv es la capital de Israel, algo que cualquiera que no sea activista entiende que es falso, ya que todos los organismos de gobierno se encuentran en Jerusalén. RTVE podría no mencionar Jerusalén si la realidad tanto interfiere en su agenda, pero no necesita mentir colocando capitales donde no las hay.
CONCLUSIÓN
El reportaje era suficientemente largo como para no aburrir más a nuestros lectores con ejemplos de sus errores, pero en términos generales, las buenas intenciones de ahondar en el conflicto se veían eclipsadas por una serie de falsos lugares comunes, omisiones trascendentes, por el empleo de cifras sin contrastar, la repetición de mantras anti israelíes y los delirios antisemitas.
Por lo demás, interesante.