El martes 24 de diciembre de 2013 por la mañana, un francotirador palestino disparó contra un empleado civil del Ministerio de Defensa de Israel que se encontraba reparando la valla de seguridad entre Israel y la Franja de Gaza. Salah Shukri Abu Latyef, un beduino de Rahat que llevaba un año empleado, murió horas más tarde en un hospital en la ciudad de Be’er Sheva.
La prensa en español no informó sobre este el suceso que fue causa (o una de las causas) que condujo a la respuesta israelí contra las estructuras del grupo terrorista palestino Hamas.
Los titulares, así, parecen estar reservados para retratar a Israel como el sujeto activo del conflicto; una actividad negativa que implica el papel de “agresor”.
El 24 de diciembre, el diario español El País titulaba así, una crónica sobre la reacción israelí:
“Tres muertos en una escalada de violencia en el conflicto entre israelíes y palestinos”.
La crónica no mencionaba que el día posterior al atentado contra un autobús en Tel Aviv – es decir, el lunes 23 de diciembre -, un cohete lazado desde la Franja de Gaza impactó cerca de un poblado en el sur de Israel.
Sólo hurtando información puede hablarse de una “escalada de violencia entre israelíes y palestinos” (que reparte culpas e iguala la legitimidad moral de unas y otras acciones; equiparando, así, a un grupo terrorista con un Ejército de un país democrático). La acción israelí fue una clara – siempre que se tuviesen, por supuesto, todos los datos – respuesta a dos ataques desde la Franja. Si hay una escalada de violencia, esta proviene del lado palestino – algo que el recuento de acciones terroristas habría evidenciado -, y así debería quedar reflejado en el titular.
En el caso de Radio Televisión Española optaba por la siguiente cabecera:
“Israel bombardea Gaza en represalia por la muerte de un civil en un ataque en la frontera”.
Israel no “bombardeó Gaza”, sino que, como explicó la portavoz del Ejército israelí, Libby Weiss, las acciones militares se centraron en “emplazamientos de fabricación de armas o relacionados con la infraestructura terrorista en Gaza”. Es decir, el objetivo eran las instalaciones terroristas, no Gaza de manera indiscriminada, como da a entender este titular.
Por su parte, la agencia de noticias Reuters Latinoamérica encabezaba su crónica de la siguiente manera:
“Ciudadano israelí y niña palestina mueren tras brote de violencia en Gaza”.
En Uruguay, el diario El País titulaba:
“Israel bombardea Gaza y muere una niña palestina”.
La Nación de Costa Rica optaba por:
“Niña palestina muere en ataques de Israel este 24 de diciembre”.
En cuanto a El Comercio, de Perú, el medio concedía, además, estadidad a Gaza (¿y a Cisjordania?):
“Ataques entre Israel y Palestina provocan la muerte de cinco personas”.
Primero, no se produjeron ataques entre Israel y los grupos terroristas palestinos que operan desde Gaza, sino que hubo un ataque por parte de estos últimos y, como resultado de ello, una respuesta del Ejército de Defensa de Israel. El titular pretende igualar acciones terroristas con la respuesta de un ejército que tiene como objetivo proteger a su población civil mermando la capacidad de agresión de los terroristas.
Pero, además, El Comercio obviaba que la ONU puede otorgar la estadidad – el estatus de “Palestina” sólo es relevante dentro del ámbito de este organismo internacional.
Por su parte, Reid Smith – investigador asociado especializado en política estadounidense en Medio Oriente – explicaba, en su artículo Ramifications of the September General Assembly Vote on Palestinian Statehood, publicado en el Foreign Policy Journal el 13 de julio de 2011 que:
“… la Asamblea General no puede conceder la estadidad. La membresía a la ONU no está asegurada sin el consentimiento previo de los miembros del Consejo de Seguridad.”
Además, según la Convención de Montevideo de 1933 (generalmente considerada como derecho internacional consuetudinario) una entidad debe, para ser reconocida como un estado soberano independiente:
1. Ejercer un control gubernamental efectivo e independiente.
2. Poseer un territorio definido sobre el cual ejerza dicho control.
3. Tener la capacidad para tomar parte de las relaciones exteriores.
4. Ejercer un control gubernamental independiente y efectivo sobre una población permanente.
Por otra parte, ¿qué es “Palestina”? ¿La vieja designación geográfica que también abarca el actual Reino de Jordania? ¿O es Cisjordania (Judea y Samaria) y Gaza? Pero, si es esta última es la respuesta, ¿cómo se explica la división gubernamental? ¿No estipula acaso la Convención de Montevideo que debe ejercerse “un control gubernamental independiente y efectivo”?
Si los datos de la realidad no formarán parte de la realidad de la que se pretende dar cuenta, evidentemente el retrato será inexacto o falaz.
Finalmente, la agencia de noticias española Europa Press encabezaba;
“Muere una niña palestina por un bombardeo de Israel sobre la Franja de Gaza”.
Este y otros eventos informativos dan la sensación de que la gran mayoría de la prensa en español pareciera tener impulsos informativos que responden a un mismo estímulo: Israel, cuando se trata de Medio Oriente y el conflicto palestino-israelí.
Está por ver si se trata de impulsos prefijados, es decir, es decir un reflejo – o sea, de una respuesta automática e involuntaria -; o, por el contrario, de una reacción consciente, voluntaria.