Una noticia reciente - de haberlo sido, claro-, decía más de lo que aparentaba en un principio. Decía que un líder palestino declara que, al menos en parte, la identidad palestina está construida a partir del odio a Israel
Un ejercicio de confusión en el que no se entiende quién ataca a quién, los muertos se contabilizan por igual y se parte de la puesta en duda de toda versión israelí
Salvo excepciones, los medios parecen limitarse a repetir lo que unos y otros dicen (sobre todo, lo que unos dicen) como si todo se redujese a un enfretamiento de afirmaciones, sin hechos verificables. La cobertura de la ilegalización de la facción norte del Movimiento Islámico de Israel fue un ejemplo de esto
¿Haría el embajador el mismo análisis con respecto a Al Qaeda, a ETA o a ISIS? ¿O la equidistancia sólo sirve cuando hablamos de matar judíos, sean estos niños, ancianos, mujeres...?
El conflicto palestino-israelí no sólo “produce” noticias, sino que brinda la posibilidad de conocer a quienes sobre él informan: porque no se limitan a divulgar un suceso, sino que vierten, sin advertirle a los lectores, sus propios jucios de valor como si fueran hechos intrísecos al mismo
La cobertura de algunos medios de la reciente decisión de la UE de etiquetar productos israelíes procedentes de territorios de más allá de la línea de armisticio de 1949 ha traído consigo la calificación de los mismos, como “palestinos”
En la traducción de una crónica en inglés, que hablaba del gobierno de Israel, se introducía deliberadamente el término “Tel Aviv” para hacer referencia a dicho gobierno: es decir, para identificarla como capital del Estado judío