La turba, instrumento de quienes la dirigen, financian, engañan, utilizan, se volverá indefectiblemente contra sí, desnudando identidades, aislándolas, etiquetándolas, porque, como decía el infame Ibérico Saint Jean, luego irán a por los indiferentes y, por último, a por los tímidos. Sólo el verdadero converso quedará: ejecutor, esclavo de su ignominia
Vuelvan a observar: que el buenismo siempre, o casi siempre, es el disfraz tosco del desconocimiento y/o la conveniencia. A descubrir el truco burdo con el que hacen dirigir la mirada lejos de lo que quieren camuflar. Hagan como cuando éramos chicos; que sí, caíamos en el pase del mago, por afán de asombro, de entretenimiento; pero que preguntábamos el porqué de las cosas que interesaban
Es dable decir que el régimen teocrático de Teherán no engaña a nadie. Quienes lo hacen, son aquellos a los que el embeleco sirve de alguna manera, y que, repitiéndolo con afán de validación, intentan imponer la apariencia por sobre la realidad
El incansable trabajo de erosión de la razón y de la independencia de criterio ha trabajado como una implacable marea para que los opacos números de bajas sin distinción ofrecidos por un grupo terrorista funden las acusaciones peregrinas de “genocidio”; para que se acepten informes sin siquiera leerlos y analizarlos con la finalidad de lanzar el titular-acusación de una inexistente “hambruna”; y para decir “noticia”, “periodismo”, “prioridad”, donde sólo hay interés, omisión y repetición
Engañar, o sugerir el derrotero de la credulidad, es sencillo cuando se funda en un cuerpo de mentiras, medias verdades y prejuicios abultado y harto repetido. Basta pues con brevemente, y sin el escollo de la demostración y documentación, reproducir los términos resumidos de la idea, del embeleco
Según investigadores, los contenidos que excitan emocionalmente se asocian a un mayor intercambio en diversos contextos en línea. De hecho, la expresión de emociones morales puede desempeñar un papel importante en la difusión de contenido. Ideal para quienes han hecho de los flecos elementales de la moral su herramienta preferida para movilizar prejuicios y ocultar verdades
Los judíos utilizados como cuentitas de colores en el terreno devaluado de la política local: cobardes y oportunistas corajes histriónicamente señalando la aceptación del vasallaje nuevo: existiendo ya abiertamente contra sí mismos
Ni rastro de labor periodística alguna – ni documentación, verificación, multiplicidad de fuentes. Nada. Ningún valor añadido a la mera repetición de acusaciones; a la mera difusión de los “talking points” de Hamás
Como el Barón Münchhausen montado en una bola de cañón, así parece ir buena parte de la atención mediática, sobre la propaganda de Hamás amparada por una ONU reconvertida en amplificador relaciones públicas.
La estupidez ha sido elevada al rango de comportamiento ilustre en occidente. Especialmente en los templos del saber a los que concurren los descendientes de las élites y los esforzados de la clase media. Pero también en la esfera de la dirigencia política y empresarial, donde la mediocridad ha encontrado un nido ameno. Es en estos espacios donde se festeja a sí misma, como si de un logro, una inteligencia portentosa se tratara; señalándose como proba e infalible sociedad, cuando en realidad es una señal bien distinta la que emite al mundo: aquí estoy, indefensa, predispuesta a ser utilizada, infiltrada, debilitada, asaltada