Acaso crean los profesionales que cubren los eventos relacionados con Israel, que el aplauso breve - un eco, más bien - que se ofrendan entre sí, y que les conceden sus seguidores, es el espejo que define su quehacer. Pero es, precisamente, la cobertura, o su simulacro, la que lo retrata cabalmente.
¿Cómo puede llamarse periodismo a la cobertura sobre el conflicto y sobre Israel, si los periodistas hacen lo posible por emparentarla con la censura al servicio de la propaganda antisraelí?
El 13 de junio, la nueva Comisión de Investigación de las Naciones Unidas contra Israel tiene previsto presentar su primer informe. Creada tras el conflicto de mayo de 2021, la COI es sólo la última adición al desbordante arsenal de la ONU contra el Estado judío. He aquí algunos antecedentes básicos que todo el mundo, incluidos los periodistas y sus audiencias, debe conocer.
El apoyo a la “causa” palestina ha devenido en una suerte de prueba del algodón de los valores occidentales, o, antes bien, de la imagen moral que Occidente cree tener de sí. Ahí es donde radica el éxito de la propaganda palestina – una repetición de la diseñada la ex URSS
El corresponsal es, por supuesto, libre de tener sus simpatías por un lado u otro, pero omitir de tal manera la explicación de una de las partes no es lo más honesto periodísticamente hablando.
En contra de lo que requiere un periodismo profesional, se ha vuelto a ver a medios en español tomando partido por una de las partes del conflicto árabe-israelí.
El periodismo rumor. Es decir, el periodismo de posicionamiento, de propaganda. El periodismo que no es periodismo, que, degrada su esencia, sus valores, sus prácticas, para - o en el acto de - entregar la profesión al mejor postor o a la “causa” que le sirva como plataforma de ascenso “moral”.
La cobertura sobre el conflicto árabe-israelí ha devenido, en su amplia mayoría, en una selectiva omisión de hechos y cronologías. Es decir, la cobertura no es tal, sino una mímica de la habitual propaganda palestina. La Radio y Televisión Española no escapa a ello.
Esta no es la época de la razón, se está diciendo o sugiriendo o pretendiendo: eso de pensar y ahondar no está bien visto. Así, los hechos pueden aspirar, con suerte, a formar parte del material en el que basarse tenuemente; a partir del cual se exaltarán o crearán emociones