El video del tipo ‘paso a paso’, titulado ‘Cómo to apuñalar correctamente’, circuló en YouTube y sus links fueron compartidos con los grupos de Facebook y Twitter de las organizaciones palestinas y activistas en Jerusalén Este, informó el sitio de noticias en hebreo NRG el sábado”, publicaba el diario Times of Israel el 28 de diciembre de 2014.
El mismo día, el Jerusalem Post, indicaba que dicho video fue producido, aparentemente, por “simpatizantes afiliados a Hamas”.
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Al ignorar este hecho – que parece responder a una omisión sistemática de la incitación al odio desde el liderazgo palestino, y de todas aquellas acciones que contradigan la idea de “pasividad” con la que pretende caracterizar a los palestinos -, los medios en español han decidido dejar de lado su función informativa para convertirse en actores activos, moldeando la visión de los lectores sobre el conflicto según su posicionamiento respecto del mismo: es decir, han pasado a formar parte del conflicto.
Un hecho del que, salvo raras excepciones, el lector no es consciente y que, como consecuencia, lo lleva aabordar las crónicas sobre el conflicto como si se tratara de una noticia más; es decir, presuponiendo la imparcialidad y el rigor profesionales de los medios.
Seguramente ningún manual deontológico aconseje este proceder. Pero la ética, en este caso, parece ser un lujo innecesario; a fin de cuentas, lo que es lógico, “normal”, pierde su sentido a la hora de abordar el conflicto entre palestinos e israelíes. De ahí que se hable del “doble rasero”: si se quiere que A sea B, habrá que idear un sistema alternativo, ad hoc, particular para dicho caso. Mas, incluso así, guste o no, A sigue siendo A, aunque se disfrace de otra cosa: el terrorismo, por ejemplo, sigue siendo terrorismo, y no “activismo” o “militancia” o cualquier otro eufemismo que pretenda hacer creer lo contrario.
Hacer creer lo contrario… Justamente de eso se trata. No de hacer saber, de dar conocer. Uno puede creer que el sol gira alrededor de la Tierra (es decir, que ésta permanece inmóvil)– de hecho, hasta no hace mucho, la mayoría creía eso (y lamayoría no convertía al error en un acierto… eppur si muove – y sin embargo, se mueve) -, pero la realidad, los hechos, son otros.
Mientras tanto, en la zona donde hay una alta concentración de corresponsales y atención mediática, la incitación palestina al odio y la violencia ya no sólo dice “hay que odiar”; ahora transmuta en manual de instrucciones para canalizar (actuar) “correctamente” ese odio ya instalado…