National Geographic, Israel y el agua: Los hechos

La revista National Geographic tiene el desafortunado hábito de publicar regularmente artículos inexactos y desmedidos sobre Israel, que han acusado falsamente a Israel de expulsar palestinos, de ser responsable por la disminución de la población árabe cristiana (que de hecho ha aumentado en Israel), de discriminar a los árabes israelíes y de oprimir a Belén. A esta lista de acusaciones falsas la revista añade ahora el robo del agua palestina y siria, como se alega en La división de las aguas, parte de La Cuestión del Agua en la publicación de abril de 2010.

El artículo, escrito por Don Belt (que escribió también el reporte anterior sobre la disminución de la cantidad de árabes cristianos), es digno de atención debido a un logro dudoso: contiene un engaño aún antes de que el texto del artículo empiece realmente.

La foto de apertura, que muestra una pareja israelí en la playa del Mar de Galilea, tiene una leyenda incriminatoria: “desde 1967 Israel ha bloqueado el acceso de Siria a la ribera del lago”.

Técnicamente esto es cierto, pero a la vez extremadamente engañoso. Lo que Belt no le dice a sus lectores es que el control sirio de la ribera oriental antes de 1967 fue una violación del límite internacional entre Israel y Siria y del Acuerdo de Armisticio de 1949 entre ambos países.

Según ese límite internacional, establecido en 1923, el Mar de Galilea estaba completamente dentro del Mandato Palestino, y por ende dentro de Israel como el sucesor del Mandato. Para citar textualmente de un artículo escrito por Frederic Hof (que se presenta en el sitio del Fondo Jerusalén, muy a favor de los palestinos):

El límite mismo fue un producto de la partición anglo-francesa de la Siria otomana posterior a la Primera Guerra Mundial. Fue delimitado de forma tal que todo el lago Tiberíades, que incluye una franja de diez metros de playa a lo largo de su orilla noreste, quedara dentro de Palestina.

El lago Tiberíades es otro nombre que se le da al Mar de Galilea, y el límite se estableció así porque el territorio del Mandato Sirio ya tenía un excelente abastecimiento de agua que incluía el enorme río Éufrates. El Mandato Palestino no fue igualmente bendecido, de ahí la decisión de incluir en su territorio soberano toda la Galilea y el Río Jordán.

Cuando Gran Bretaña renunció al Mandato Palestino en 1948 e Israel proclamó su independencia, cinco ejércitos árabes, entre ellos el de Siria, invadieron inmediatamente, en clara violación a la Carta de las Naciones Unidas y a la Resolución 181 de UNGA (Asamblea General de las Naciones Unidas, por sus siglas en inglés), la denominada Resolución de Partición. Cuando cesó el combate, las fuerzas Sirias estaban en la línea de flotación, en la orilla oriental de la Galilea. Sin embargo, en el Acuerdo de Armisticio que formalizó la finalización del combate se le negó a Siria el derecho de controlar la ribera del Mar de Galilea. Para citar de nuevo del artículo de Hof:

Durante las conversaciones del armisticio en la primavera y el verano de 1949, Israel solicitó la retirada de todas las fuerzas sirias de Palestina o Israel. Siria objetó, e insistió en una línea de armisticio que no se basaba en un límite internacional, que Siria insistía en que no existía, sino en el status quo militar.

El resultado fue un compromiso. Bajo los términos de un armisticio firmado el 20 de julio de 1949, las fuerzas se retirarían al este de la vieja frontera sirio-palestina. Las fuerzas israelíes deberían evitar entrar en las áreas evacuadas, que se convertirían en una zona desmilitarizada. En esencia, partes importantes de la línea de armisticio se salieron del límite de 1923 y se extendieron hacia Palestina o Israel…

El límite de 1923 prevaleció como la línea del armisticio sólo en dos lugares: donde se conectaba con los sectores norte y centro de la zona desmilitarizada, y a lo largo de la franja de diez metros del lago Tiberíades, conectando los sectores centro y sur de la zona desmilitarizada.

Antes de 1967 las fuerzas sirias tuvieron acceso a la Galilea sólo porque Siria violó el límite internacional del Acuerdo de Armisticio al infringir la franja de diez metros.

Desafortunadamente, el artículo de Belt empeoró tan pronto como empezó.

El río Jordán y las fuentes de agua de Israel

Belt afirmó falsamente que toda el agua del río Jordán, una de las fuentes clave de agua de Israel, se origina fuera de Israel, quizás con el afán de que sus lectores crean que Israel utiliza el agua que les pertenece a otros:

Los enfrentamientos armados por el Jordán se remontan a la fecha de la fundación de Israel en 1948 y al reconocimiento de que las fuentes de abastecimiento de agua que necesitaba la nación yacen fuera de sus fronteras. Su supervivencia dependía del río Jordán, con sus cabezas de agua en Siria y Líbano, sus aguas almacenadas en el Mar de Galilea, y los tributarios que fluyen hacia él desde los países vecinos.

Ante todo, Israel tiene tres fuentes principales de agua:

  1. El Acuífero Costero, que está completamente dentro de Israel;
  2. El Acuífero Occidental, que monta a horcajadas el límite entre Israel y Cisjordania. La mayor parte del agua del Acuífero se almacena debajo de Israel, es fácilmente accesible en Israel, y la mayor parte de sus aguas siempre se han utilizado en Israel o el territorio que se convirtió en Israel antes de 1967;
  3. El Mar de Galilea, que está completamente en Israel y se alimenta del Jordán y de manantiales subacuáticos.

Por lo tanto, la afirmación de Belt de que las “fuentes de suministro de agua que [Israel] necesita yacen fuera de sus fronteras”, es falsa; sólo una parte del agua de Israel se origina en otros países. Belt tampoco informó a sus lectores que esto mismo les sucede a los vecinos de Israel.

Por ejemplo, el río Éufrates, una de las fuentes de agua más importantes de Siria, se origina en Turquía. Igualmente, gran parte del agua del Jordán se origina en Siria, y el río Nilo, el enorme abastecimiento de agua de Egipto (y básicamente el único), se origina completamente en fuentes que están fuera de Egipto.

Por ende, Israel no es el único país de la región que depende de fuentes de agua transnacionales. Aunque Belt admite esto en forma general al citar una de sus fuentes, “hay pocas fuentes de agua importantes que no cruzan una o más fronteras políticas”, sin embargo, al destacar a Israel sin sugerir siquiera la realidad sobre las fuentes de agua de sus vecinos, Belt engaña a sus lectores una vez más.

En cuanto a la referencia de Belt a las “cabeceras” del Jordán, la más grande es Dan Spring, que se encuentra en el Israel anterior a 1967 y es dos veces mayor que las cabeceras de Siria y Líbano que menciona Belt.

¿Por qué al enumerar las cabeceras del Jordán, Belt omite la más grande, que de casualidad está enteramente en Israel? ¿Y por qué Belt omite totalmente las otras fuentes de agua originarias de Israel? Es más, ¿por qué Belt hace creer que la frase “fuentes de abastecimiento de agua que necesita el país yacen fuera de sus fronteras” atañe sólo a Israel, cuando en realidad atañe a todos los vecinos árabes de Israel?

Finalmente, con respecto a los abastecimientos de agua de la región, se obtiene cierta perspectiva si se tiene en cuenta que Siria recibe entre 3 y 4 mil Mm3 de agua anualmente sólo del Éufrates, significativamente mayor a todo el abastecimiento de agua de Israel de alrededor de 1.6 mil Mm3. (Ríos de Fuego, Pág. 98, 141).

¿Quién tiene parques de agua?

Belt incluye en el artículo esta fotografía de lo que él dice que es un parque de agua israelí en Tiberíades:

con la siguiente leyenda (en la edición impresa):

Una fuente de fricción entre los israelíes y los palestinos, el agua es un símbolo de su relación desigual. En un parque de agua en Tiberíades, los israelíes disfrutan tomando el sol en su abundancia relativa, mientras que los palestinos, que debido a la ocupación israelí están restringidos a pozos superficiales, compran el agua de Cisjordania a Israel con la ayuda de la Unión Europea.

Aunque Belt no dice explícitamente que los palestinos no tienen parques de agua y los israelíes sí, la implicación es clara. También es totalmente errónea, porque los palestinos tienen bastantes piscinas y parques de agua propios. He aquí algunas fotografías de estas:

Piscinas palestinas en Cisjordania, que da la impresión que Don Belt y sus colegas del National Geographic nunca notan. La fotografía arriba a la izquierda es del parque de diversiones Mukhmas Funland en Ramallah, mientras que la foto arriba a la derecha es de una piscina en Jenin.

Haga clic aquí para ver imágenes adicionales de las numerosas piscinas palestinas en Cisjordania. ¿Por qué ni Belt ni tampoco sus editores incluyeron ninguna de estas fotografías en el artículo? Quizás porque decir la verdad los haría entrar en conflicto con la clara agenda del National Geographic. La conclusión es muy simple: Belt y National Geographic engañaron de nuevo a sus lectores.

¿Usa Israel el agua de los palestinos o los palestinos usan el agua de Israel?

Al afirmar que los pozos israelíes en el territorio “principalmente… suplen a ciudades israelíes” Belt engañó adicionalmente a los lectores con respecto al acceso al agua que tienen los israelíes y los palestinos en Cisjordania. De hecho ninguno de los pozos israelíes en Cisjordania se direcciona a través de la Línea Verde para suplir las ciudades israelíes. Por el contrario, el agua de los pozos que están en Israel se direcciona a través de la Línea Verde para suplir tanto a los palestinos como a las comunidades israelíes en Cisjordania. He aquí las afirmaciones de Belt seguidas por los hechos:

Los colonos obtienen el agua de Mekorot, la compañía que suministra el agua de Israel, y ha perforado 42 pozos profundos en Cisjordania, principalmente para abastecer a las ciudades israelíes. (Según un reporte del Banco Mundial de 2009 los israelíes utilizan cuatro veces más agua per cápita que los palestinos, gran parte de esta para la agricultura. Israel disputa esto y argumenta que sus ciudadanos sólo utilizan el doble del agua y son más eficaces en su conservación). En todo caso, los asentamientos de Israel en Cisjordania obtienen suficiente agua para llenar sus piscinas, regar su césped e irrigar miles de campos e invernaderos.

Por el contrario, bajo el gobierno israelí, a los palestinos de Cisjordania se les ha impedido en gran medida que perforen sus propios pozos profundos, lo que limita su acceso de agua a pozos superficiales, manantiales naturales y lluvias que se evaporan rápidamente en el aire seco del desierto.

Ante todo, al perforar sus pozos profundos en Cisjordania, Israel tuvo el cuidado de utilizar los Acuíferos y mantos que los palestinos no utilizaban para evitar secar sus fuentes. Israel hizo perforaciones profundas aunque estas eran mucho más caras que la perforación de pozos superficiales.

En cuanto al uso de agua, Belt engaña de nuevo al no decirles a sus lectores que gran parte del agua que Israel usa para la agricultura es agua residual reciclada, lo que significa que cuando Belt añade esta al agua fresca que usan los israelíes cuenta la misma agua dos veces. Sólo así puede afirmar que los israelíes utilizan cuatro veces más agua que los palestinos.

Se podría pensar que una revista como el National Geographic, que se jacta de su cobertura medioambiental, permitiría que sus lectores estén al tanto que Israel ahora procesa al menos 78% de su agua residual municipal, unos 380 Mm3 anuales, y utiliza esta agua para la agricultura, ahorrando así una cantidad equivalente de agua potable (ver El problema del agua entre Israel y los Palestinos, página 20).

Distribución “equitativa”

Belt también citó favorablemente a un activista Israelí, Gidon Bromberg, de quien dijo:

… al desafiar a su propio país para que distribuya el agua equitativamente,Bromberg ha irritado a los políticos israelíes de línea dura que ven el agua como un asunto de seguridad nacional, y además como un recurso que debe protegerse celosamente.

Es decir, en el caso de que lector todavía no lo ha entendido, Israel no comparte el agua equitativamente, la mayoría de los políticos israelíes son de línea dura y aparentemente viven en “jaulas”, porque de otra forma el agua se hubiera compartido equitativamente, y los israelíes (o quizás los judíos), en lugar de compartir productos básicos valiosos, los custodian “celosamente”.

El saldo real en el uso del agua entre Israel y los palestinos

Con el fin de mantener su tema de la supuesta apropiación egoísta del agua por parte de Israel, Belt evita que sus lectores sepan el hecho de que la porción de los recursos compartidos correspondiente a Israel, a saber, los Acuíferos Occidental y Nororiental, en realidad ha disminuido desde que Israel tomó el control de Cisjordania en 1967, mientras que la porción palestina se ha incrementado.

Ha aquí algunos de los detalles (para referencias y citas textuales haga clic aquí):

Israel obtiene aproximadamente el 50 por ciento de su agua a partir del Mar de Galilea y del Acuífero Costero, ambos ubicados completamente dentro de los límites de Israel anteriores a 1967. Otro 30 por ciento proviene de los Acuíferos Occidental y Nororiental del sistema de Acuíferos de la Montaña. Estos acuíferos montan a horcajadas la Línea Verde y separan a Israel de Cisjordania, pero la mayor parte del agua almacenada está debajo del Israel anterior a 1967, lo que hace que sea fácilmente accesible sólo para Israel.

Por lo tanto, aunque en 1950 Israel utilizó el 95 por ciento del agua del Acuífero Occidental y 82 por ciento del agua del Acuífero Nororiental, actualmente, la parte de Israel de estos dos acuíferos ha disminuido al 83 y 80 por ciento respectivamente. Es decir, bajo la administración directa de Israel la parte palestina de estos acuíferos realmente se ha incrementado.

Además, cada año más de 40 Mm3 (millones de metros cúbicos) de agua de fuentes que se encuentran dentro de Israel se direccionan por encima de la Línea Verde para que la usen los palestinos en Cisjordania. Por ejemplo, la importante ciudad palestina de Ramallah y las comunidades palestinas adyacentes recibe más de 10 Mm3 de Israel anualmente, según la Compañía de Agua de Jerusalén (JWU, por sus siglas en inglés), la empresa palestina de abastecimiento de agua. Esto representa cerca del 83 por ciento del agua que suministra la empresa de servicio. (La cifra que proporciona el sitio web de JWU corresponde a un promedio de 28.000 metros cuadrados diarios. Aparte del error tipográfico al escribir metros cuadrados en lugar de metros cúbicos, esto representa 10 Mm3 anuales).

Y a pesar de que los gobernantes de Hamas en Gaza le han declarado a Israel una guerra virtual, Israel todavía le envía a Gaza otros 4 Mm3 de agua israelí a través de la Línea Kissufim del Portador de Agua Nacional, que sirve a las localidades palestinas de El-Bureij, Moazi, Abasan, Bani Suheila y Khan Yunis ( (Datos estadísticos sobre el área de Gaza y Jericó, Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, Junio de 1994).

Por lo tanto, contrariamente a lo que dice Belt, los palestinos están usando agua israelí.

Y no sólo los palestinos. A pesar de su propio exiguo suministro de agua, Israel suplió 600.000 m3 de agua anuales a diez aldeas en el sur de Líbano que de otro modo estarían secas, y le suministra a Jordania más de 55 Mm3 anualmente. Quizás ningún otro país del mundo que enfrenta una escasez tan severa como Israel ha compartido tanta agua con sus vecinos, incluso con vecinos hostiles.

El agua de Auja

Belt se unió al activista Bromberg para visitar el área de Auja, situada en el Valle del Jordán cerca de Jericó, y describió la escasez de agua que aflige a la comunidad, pero omitió cierta información clave. He aquí la versión de la realidad de Belt:

A los palestinos de Cisjordania, bajo el gobierno israelí, se les ha impedido en gran medida que perforen sus propios pozos profundos, lo que limita su acceso de agua a pozos superficiales, manantiales naturales y lluvias que se evaporan rápidamente en el aire seco del desierto. Cuando estas fuentes se secan en el verano, dijo Bromberg, los palestinos de Auja no tienen más remedio que comprarle agua a Israel por aproximadamente un dólar el m3, comprando así de nuevo el agua que las bombas de Mekorot han succionado por debajo de ellos, lo que también reduce el nivel freático y afecta los manantiales y pozos palestinos.

Conforme Bromberg y yo seguimos hacia el este del manantial de Auja, pasamos por un complejo de bombas y tuberías que se encuentran detrás de una alambrada de púas; este complejo corresponde a un pozo de Mekorot, perforado a una profundidad de 600 metros para alcanzar el acuífero. “Tuberías azules y blancas”, dijo Bromberg. “Así es como se ve el robo de agua en esta parte del mundo”.

…Cuando regresé a Auja a principios de Mayo, su manantial se había reducido a un chorrito, dejando a la aldea tan seca como un puñado de polvos de talco. Los campos que rodean el poblado yacían vacíos y extenuados…

Los hechos pintan un cuadro muy diferente. El manantial de Auja se ha secado muchas veces en el pasado durante sequías severas, antes de que Israel controlara Cisjordania en 1967, y posteriormente durante el control israelí pero antes de la existencia de pozos israelíes en el área. Por ejemplo, los manantiales se secaron en 1963 durante el dominio jordano, y de nuevo en 1979. Después de fuertes lluvias en 1979 y 1980, los manantiales reanudaron su flujo, a una velocidad inusualmente alta. Para los detalles que se citaron aquí acerca de Auja ver, Los desarrollos de los recursos de agua antiguos y modernos en la Tierra Santa y el conflicto árabe-israelí, escrito por Zvi D.Y. Ron, Trans. Inst. Br. Geogr, N.S. 11:360-369 (1986)).

Aunque ahora hay manantiales israelíes en el área, estos utilizan un acuífero totalmente independiente y mucho más profundo que el manantial de Auja, como lo demuestra la diferente distribución de los microelementos presentes en el agua que proviene de cada una de las fuentes (Ron, Pág. 366-367).

Sin embargo, hay otros pozos que podrían estar afectando el flujo del Manantial de Auja, tal como este que se muestra abajo:

Este es el Pozo Ein Samia No. 6, en su prueba final en 1999, y es, por supuesto, un pozo palestino. Este pozo y otros pozos situados en Ein Samia pertenecen a la Compañía de Agua de Jerusalén, y están corriente arriba de Auja. Mientras el Pozo Ein Samia No. 6 realmente utiliza el acuífero más profundo que también utilizan los pozos israelíes, y por lo tanto no afectaría al Manantial de Auja, dos de los pozos vecinos de la JWU utilizan el acuífero superficial del cual depende Auja.

También es interesante señalar que la JWU palestina ha encontrado, de acuerdo con la posición israelí, que los pozos que utilizan el acuífero más profundo no tienen un “impacto medible” en pozos más superficiales:

La disminución del nivel freático equivalió a 80 m y casi no hubo un impacto medible en los demás pozos existentes.

La conclusión es que los pozos palestinos superficiales antiguos de Ein Samia envían a Ramallah el agua que de otra forma podría estar disponible para Auja, y si Ramallah utilizara menos agua Auja tendría más agua. Desafortunadamente, los lectores del National Geographic no tienen forma de saber esto, porque Belt nunca sugirió siguiera la existencia de los pozos palestinos, ya sean profundos o superficiales, de Ein Samia.

El agua de los palestinos en general

Ha habido un gran incremento en el uso del agua para propósitos domésticos (de hogares) de los palestinos de Cisjordania desde 1967, pero Belt y National Geographic ignoran esto, quizás porque si informaran a los lectores sobre estos hechos podría debilitarse la trama fundamental de la supuesta opresión israelí.

En el período que va desde 1967 a 1995 los palestinos de Cisjordania han incrementado el uso de agua para efectos domésticos en 640%, desde 5.4 Mm3 hasta 40 Mm3 (Judea y Samaria y el Distrito de Gaza: una encuesta de 16 años, 1967 – 1983, Israel, Ministerio de Defensa, 1983; Arnon Soffer, El conflicto israelí palestino sobre los recursos de agua, Palestine-Israel Journal, Volumen 5, No. 1, 1998). A modo de comparación, en el mismo período de 28 años el uso doméstico israelí aumentó en sólo 142% (Resumen estadístico de Israel 1996, V47).

Este enorme salto en el consumo palestino fue posible sólo porque Israel perforó o permitió la perforación de más de 50 pozos nuevos para la población palestina, tendió cientos de kilómetros de cañería principal y conectó a miles de aldeas y ciudades palestinas al recién construido sistema de agua (Antecedentes históricos: Agua, Israel y el Medio Oriente, Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel 1991; Marcia Drezon-Tepler, Las aguas en disputa y las perspectivas de paz árabe-israelí, Estudios del Medio Oriente, Vol. 30, No. 2, abril 1994).

Las fuentes palestinas confirman ampliamente esta descripción. Por ejemplo, Taher Nassereddin, el director general del Departamento de Agua de Cisjordania, ha dicho que:

El consumo [palestino] para propósitos domésticos se ha incrementado como un resultado del crecimiento de la población y del hecho de que no hubo restricciones severas para la perforación de pozos nuevos para este propósito. (Taher Nassereddin, Las responsabilidades legales y administrativas del abastecimiento de agua a los palestinos, en La administración de acuíferos compartidos, 1997).

Sin embargo, es importante señalar que por razones políticas algunas aldeas y ciudades palestinas se rehusaron a conectarse al nuevo sistema de aguas, y por lo tanto puede ser que actualmente no tengan un abastecimiento de agua confiable. Por lo tanto, como se reporta en la revista Audubon, el pueblo cisjordano de Marda,

… al igual que muchas aldeas y ciudades de Cisjordania se ha negó a conectarse al sistema de agua israelí a principios de los años 1980, cuando los funcionarios israelíes les dieron la oportunidad. Los políticos sintieron que al hacerlo ilegitimizarían la ocupación israelí. (Bruce Stutz, Agua y paz, Audubon, septiembre de 1994)

Bananos

El artículo de Belt presenta una fotografía grande a dos páginas que muestra trabajadores cosechando bananos en un kibutz israelí en el valle del Jordán, con la siguiente leyenda:

Arropados para protegerse del sol, trabajadores de Tailandia cosechan bananos en un kibutz israelí en el valle del Jordán. Aunque lucrativa, la importación tropical requiere al menos ocho veces más agua que los tomates. “En un desierto, esto es una locura”, dice Gidon Bromberg de Amigos de la Tierra en el Medio Oriente.

Es cierto que los bananos requieren cantidades grandes de agua, pero también es cierto, y de nuevo Belt lo omite, que los campesinos palestinos también cultivan bananos en el Valle del Jordán. De hecho, según el Instituto Central de Estadísticas Palestinas, la producción total de bananos palestinos entre 2007 y 2008 fue de 5.120 toneladas, en su mayoría irrigada. Y la producción palestina de cítricos, que también requiere grandes cantidades de agua, llego a 62.966 toneladas, de las cuales una gran parte se produjo en la hídricamente estresada Franja de Gaza (la cifra incluye toda clase de cítricos, entre ellos Valencia, Shamouty, Navel, etc.).

¿Ha mencionado National Geographic a sus lectores alguna vez la gran cantidad de desperdicio de agua insostenible que implica la agricultura palestina? ¿Ha preguntado la revista alguna vez a los campesinos palestinos o a los funcionarios palestinos por qué los palestinos han ignorado ampliamente las innovaciones israelíes tales como la agricultura por goteo, que utiliza mucho menos agua porque envía cantidades medidas de agua y nutrientes directamente a la zona de las raíces, evitando así pérdidas de agua debidas a la evaporación? ¿Llamaron alguna vez a estas prácticas palestinas “locas”, como el artículo de Belt tilda a la agricultura israelí? Y para repetir, Belt impide que sus lectores conozcan el hecho de que Israel, a diferencia de los palestinos, recicla grandes cantidades de aguas residuales para utilizarlas en la agricultura, con lo que ahorra agua potable.

La conclusión es que, al igual que en muchos reportajes anteriores del National Geographic, el artículo de Belt es simplemente un prolongado ejercicio para embestir a Israel, y que en lugar de informar a los lectores sólo consigue desorientarlos.

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