Pero para llegar a afirmar, como hacía Joaquín Rábago en La Opinión de Zamora, que “la infinita paciencia de los palestinos ha sido puesta a prueba con la victoria en las últimas elecciones de Benjamin Netanyahu, el político que ha hecho bandera y eficaz propaganda electoral de su actitud implacable frente a los odiados palestinos”, hace falta obviar, o desconocer o, lisa y llanamente, mentir.
En un breve párrafo, se exculpaba al liderazgo palestino de cualquier responsabilidad, se borraba la historia de las agresiones árabes – y, claro está, la negativa árabe a aceptar la resolución 181 de la ONU para la creación de dos estados en lo que restaba del Mandato palestino (luego de la creación de Transjordania): uno judío y el otro árabe – y se silenciaban los rechazos palestinos a diversas propuestas de paz. A la vez que se “explicaba” la inexistencia de un estado palestino a través del “odio” (“colonialismo”, “apartheid”, y demás epítetos utilizados contra Israel) israelí.
Pero, ¿es así?
La periodista Pilar Rahola señalaba que:
“… ni uno solo de los dirigentes israelíes tiene la paz en su mano, porque la solución del conflicto no pasa por Jerusalén -ni por Ramala-, sino que se juega en la geopolítica, camino de Teherán, Riad, Damasco e incluso el Estado Islámico. Y la prueba histórica es irrefutable: tanto halcones como palomas -ergo, Likud y Laboristas-, han estado igual de cerca e igual de lejos de la paz, y siempre ha sido el otro lado quien ha abortado cualquier opción viable.
…creer que no hay solución por culpa de los israelíes es una de las muchas mentiras que han cuajado gracias a la prolífica propaganda palestina. Pero lo cierto es que ni uno solo de los dirigentes palestinos ha estado cerca, desgraciadamente, de querer cerrar el conflicto. La famosa idea de Arafat de ser héroe y no presidente, y, además, no olvidemos que el conflicto ha generado una riqueza enorme para los dirigentes palestinos, entre ellos los multimillonarios líderes de Hamas, felizmente asentados en Doha. Lo segundo, es la idea de que los halcones no acercan la paz, lo cual es otro error histórico, desmentido desde Rabin hasta la salida de Gaza de Sharon, pasando por los acuerdos de Begin con Sadat”.
En esta misma línea, Alex Safian, analista de CAMERA, explicaba en un artículo de 2011 que, por lo menos en tres oportunidades rechazaron la estadidad cuando les fue ofrecida:
1. En 2008, luego de prolongadas conversaciones, el entonces Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, se reunió con el presidente palestino Mahmoud Abbas, y le presentó un plan de paz global. Según el plan de Olmert, Israel habría anexionado los ‘asentamientos’ israelíes más importantes y, a cambio, habría entregado territorio israelí equivalente a los palestinos, y habría dividido Jerusalén.
Al final Abbas se negó a decir que sí. (Olmert: Abbas nunca respondió a mi oferta de paz, Ha’aretz, 14 de febrero de 2010).
2. En el verano de 2000, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton acogió intentas conversaciones de paz en Camp David entre el líder palestino, Yasser Arafat, y el líder israelí, Ehud Barak, que culminaron en un plan integral conocido como los Parámetros de Clinton, que era muy similar al posterior plan Olmert, aunque no tan amplio.A pesar de las enormes concesiones que el plan requería de Israel, el Primer Ministro Barak aceptó la propuesta del presidente Clinton, en tanto que Arafat se negó, regresó a casa y lanzó una nueva campaña terrorista contra los civiles israelíes (Segunda Intifada).
Incluso en medio de esta ola de violencia, Ehud Barak continuó negociando hasta el final de su mandato, culminado con una propuesta israelí en Taba, que ampliaba aquella delineada por Clinton. Barak le ofreció a los palestinos la totalidad de Gaza, la mayor parte de Cisjordania, ningún control israelí sobre la frontera con Jordania o adyacente al Valle del Jordán, un anexión israelí menor alrededor de tres bloques de ‘asentamientos’ balanceada por un área equivalente de territorio israelí que sería cedido a los palestinos.Evolución de la postura negociadora israelí respecto a Cisjordania:
Evento Control Palestino de Cisjordania Control Israelí de Cisjordania Intercambio Camp David (2000) 91 % 8 % 1 % Plan Clinton/ Taba (2000-2001) 94 – 96 % 5 % 1 – 3 % Plan Ginebra (2003) 97,5 % 2,5 % 2,5% Fuente: Profesor Arie M. Kacowiz, Las fronteras de Israel
3. La Resolución 181 de la ONU, Resolución de Partición, aprobada en noviembre de 1947, llamaba a la creación de un Estado judío y un Estado árabe en la tierra que en ese momento estaba controlada por el Mandato de Palestina administrado por Gran Bretaña. Todos los países árabes se opusieron a la resolución, votaron en contra y prometieron ir a la guerra para evitar su implementación. Representando a los palestinos, el Alto Comité Árabe también se opuso al plan y amenazó con la guerra, en tanto que la Agencia Judía, representando a los habitantes judíos del Mandato, apoyó el plan.Los árabes y los palestinos cumplieron su palabra y lanzaron una guerra contra los judíos del Mandato, violando tanto la Resolución 181 como la Carta de la ONU. Para sorpresa del lado árabe, los judíos pudieron sobrevivir las matanzas iniciales y, eventualmente, ganar la guerra.
El hecho fundamental es que, si los árabes y los palestinos hubiesen aceptado el Plan de Partición y no hubiesen violado la Carta de la ONU al atacar a Israel, hoy habría un estado palestino de 67 años al lado de Israel, y no habría habido ni un solo refugiado palestino.
De la misma manera en que sucede hoy, parece que incluso en 1948 el lado palestino estaba más preocupado en oponerse y atacar al Estado judío que en crear un Estado palestino.
Un documento publicado por el Jerusalem Center for Public Affairs informaba que en ya diciembre de 1948, en el transcurso de una conferencia que tuvo lugar en Jericó, un grupo de líderes árabes palestinos resolvieron solicitarle al rey Abdullah de Transjordania que incorporara las partes árabes de Palestina a su reino.
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“El pueblo palestino no existe. La creación de un Estado Palestino es sólo un medio para continuar la lucha contra el estado de Israel. Sólo por razones políticas y tácticas hablamos de la existencia de un pueblo palestino. Jordania, que es un estado soberano con fronteras definidas, no puede avanzar reivindicaciones sobre Haifa y Jaffa, en tanto que como palestino, puedo, sin ninguna duda, reclamar Haifa, Jaffa, Beer-Sheva y Jerusalén”.
¿A esto se referiría el columnista del diario zamorano al hablar de “infinita paciencia palestina”?
Es decir, ¿por esto mismo, se niegan los líderes palestinos a una salida negociada?
Según Safian, sí.