Algo grave ocurre porque en ninguna otra situación informativa sería tolerada (ni por lectores, ni por directivos de los medios, ni por los propios colegas de profesión) una praxis semejante.
Horas antes del brutal asesinato de Eitam y Naama Henkin (delante de sus cuatro hijos pequños) la tarde noche de ayer en Judea y Samaria (Cisjordania), el Primer Ministro israelí, Binyamin Netanyahu, dirgiéndose ante la Asamblea General de las Naciones Unidas,señalaba el “silencio ensordecedor” de la comunidad internacional a la hora de denunciar las amenazas a la existencia del Estado de Israel, el único estado judío.
Fueron pocos los medios que se hicieron eco de la noticia (cincosucintos párrafos en el caso de la agencia de noticias española Efe); y, cuando dieron cuenta del hecho, la amplia mayoría lo hizo trasladando el foco de atención del asesinato al “aumento de tensión” derivado del mismo, poniendo el énfasis en que, como indicaba por ejemplo el diario español El Periódico, “centenares de colonos israelís provocaron disturbios y atacaron a palestinos o a sus propiedades, según ha informado la agencia palestina Ma’an”.
Es decir, el ataque pasaba así a un segundo plano, y se reposicionaba a los palestinos como “víctimas” (permanentes) de los israelíes (siguiendo la “narrativa” palestina usualmente avalada por los periodistas que cubren el conflicto).
Puntualmente, este ataque es significativo por varios motivos (y además, es un ejemplo de cómo ese “algo” obra su gravedad).
Para comenzar, un día antes, Mahmoud Abbas, el presidente de la Autoridad Palestina – cuyo mandato finalizó a principios de 2009, pero sigue sin convocara elecciones – de manera unilateral (nuevamente), se desvinculaba de los Acuerdos de Oslo (los que, precisamente, dieron razón de ser a la Autoridad Palestina; es decir, los que, por primera vez dieron control administrativo a los palestinos sobre territorio alguno) en su discurso (plagado de libelos y difamaciones) ante la Asamblea General de la ONU. Un hecho que los medios, en su mayoría, también decidieron soslayar.
Pero es que además, en una aparición ante medios de comunicación palestinos el 16 de septiembre de 2015 (y de la cual el canal oficial de la Autoridad Palestina emitió extractos), Abbás declaró:
“Bendecimos cada gota de sangre que se ha derramado por Jerusalén, esta sangre es limpia y pura, es sangre derramada por Alá… Cada Mártir (Shahid) alcanzará el Paraíso, y todo quien ha sido herido será recompensado por Dios”.
A todo esto, Abbas – al que, a pesar de declaraciones como ésta se lo confunde con un “moderado”, cuando a lo sumo, podría ser calificado como “pragmático” –está al frente de la organización Fatah (mayoritaria dentro de la OLP). Pues bien, esta organización, llamativamente, tiene un “brazo armado”. Esas cosas de la vida. Como en cualquier otra organización o partido democrático (¿acaso no pasa en Alemania, en Francia, en Estados Unidos y otros tantos países…? Cierto, no sucede; no es algo habitual. A saber por qué a los medios no les llama la atención… ). Y el “brazo armado” (Las Brigadas de losMártires de Al Aqsa) de la organizaciónliderada por Abbas asumió la responsabilidad del ataque terrorista que resultó en el asesinato de Eitam y Naama Henkin.