Generalmente, hay dos lados: pro-israelí y anti-israelí. Aquí es donde realmente me confundo. ¿Las denominaciones de estos puntos de vista significan que un lado apoya la existencia de Israel y el otro lado cree que Israel debe ser aniquilado?
Cada vez que escucho la palabra “anti-israelí”, me escuece un tanto. La misma implica deshacerse de un país, eliminar un grupo de personas, aniquilar siete millones de ciudadanos israelíes, judíos, cristianos, ateos y musulmanes por igual. La parte más engorrosa es que no estoy haciendo una lectura tanto de la etiqueta, sino del hecho de que la existencia de Israel enfrenta amenazas reales y probadas.
El presidente iraní Mahmoud Ahmedineyad ha llamado abiertamente a la destrucción del Pueblo Judío. Ha negado continuamente la existencia del Estado de Israel y ha sostenido que el Holocausto nunca ocurrió. No intenta ocultar ninguna de las dos afirmaciones. En su sitio web personal se ha referido en más de una oportunidad en la última década a la idea de borrar a Israel del mapa. En 2008, se comprometió a seguir apoyando (incluido financieramente) a Hamas hasta el “colapso de Israel”.
Hamas es una (sino la mayor) de las grandes amenazas a Israel. Y por supuesto que la paz seguirá siendo inalcanzable en tanto una sección de la Carta Fundacional de Hamas llame a la destrucción de Israel. Su preámbulo declara: “Israel existirá y seguirá existiendo hasta que el Islam lo aniquile, como antes aniquiló a otros.” Las reivindicaciones de limpieza ética en la Carta no sólo ponen en peligro a Israel, sino que son una violación directa de los derechos humanos.
Hamas en una organización terrorista que está orgullosa de sus actos homicidas. Los miembros de Hamas utilizan escudos humanos y ponen a la gente de Gaza e Israel en constante peligro. Un rápido recorrido a través de YouTube mostrará vídeos de terroristas de Hamas escapando de un cohete ocultándose en una Mezquita o en una guardería, o lanzando un cohete desde el techo de un hospital, sitios a los que Israel no disparará.
Lo más difícil para mí, es leer los comentarios escritos en Facebook o al final de los artículos periodísticos acerca del conflicto árabe-israelí. Cada vez que veo un debate sobre el conflicto en internet, me asombran los comentarios que llaman a la muerte de judíos y a la supresión de Israel. En lugar de debatir sobre los derechos humanos, la acción militar o la igualdad de oportunidades, el movimiento anti-israelí lanza comentarios racistas y peligrosos.
Probablemente a esta altura, ya habrán adivinado que me identifico como pro-israelí. Pero eso no es todo lo que soy. Soy una pro-palestina y pro-paz. Abogo por, y espero, el día en que haya dos estados vecinos, viviendo en paz a pesar de sus diferencias religiosas. Estoy a favor de la igualdad de derechos para los palestinos viviendo dentro de las fronteras de Israel y también a favor de amables conversaciones de paz y del fin de los miles de cohetes que han sido lanzados hacia Israel en la última década.
Desafortunadamente, alguien que se identifica como anti-israelí no puede decir muchas de estas cosas por la simple naturaleza de las implicancias del término. ¿Cómo seremos capaces de tener paz, o paz en absoluto, con esta actitud? El próximo paso que debe darse, antes de que intentemos crear un Medio Oriente en paz, es mucho más simple: los partidarios de un estado palestino y aquellos que, con posturas negativas respecto de Israel, necesitan admitir el derecho de Israel a existir.
Original en inglés: CAMERAonCampus