Si alguna vez La Vanguardia fue un medio de referencia en cuanto a su información sobre los sucesos internacionales, hoy en día, su cobertura de Israel no alcanza siquiera los mínimos estándaresperiodísticos. Su corresponsal en Turquía escribe acerca del Estado judío con notorio desconocimiento, y confundiendo datos y opiniones en un serio ejercicio de sesgo informativo.
Cuando en Israel medios de comunicación de todos los espectros políticos reprochan al primer ministro Benjamín Netanyahu su inactividad a la hora de frenar los constantes ataquesdesde Gaza, el corresponsal de La Vanguardia informa exactamente de lo contrario, de manera que en el artículo titulado Los cohetes de la Yihad Islámica alteran la campaña electoral israelí (25/02/20) se puede leer que: Beniamin Netanyahu ha sido acusado de utilizar acciones militares con fines partidistas.
Pero, como parece ser la tónica del medio, no se limitaba a un error de compresión o de familiaridad con el asunto del que se trataba, sino a transmitir la posición ideológica del autor. Así, en el artículo, publicado en la sección informativa, y no de opinión, se definía a Gaza como un gueto.
De la misma manera, el miembro del grupo terrorista así considerado por la Unión Europea o los EE.UU. – Yihad Islámica era citado como un combatiente, como el padre de un bebé. Eufemismo, y un recurso para despertar la simpatía del lector hacia el miembro de un grupo terrorista.
Desde CAMERA en Español hemos compartido nuestra preocupación con los responsables del diario a través de diferentes canales sin recibir una sola respuesta al respecto ni ver ninguna mejoría en el tratamiento de la información.
En su momento, empleamos el artículo El plan de Trump dispara la violencia en la Palestina ocupada y Jerusalén (07/02/20), como ejemplo para alertar a sus responsables de la preocupante deriva ideológica que se refleja en textos que mezclan una información a medias con las opiniones personales y despectivas del corresponsal.
En dicho artículo, el corresponsal se refería a ejército israelí como fuerzas de ocupación israelíes, léxico claramente partidista empleado concretamente por los líderes de Hamás o Fatah.
De hecho, ese título denotaba una toma de partido en el conflicto, al adoptar el léxico de una de las partes: Palestina ocupada.
Por otra parte, el corresponsal impregnaba la crónica con su posicionamiento al emplear una terminología menospreciativaa la hora de referirse a los israelíes o a aquellos que apoyan el plan: el supuesto plan de paz, la apedreada soldadesca israelí mató también a tiros a un policía palestino, sin atinar a dar una explicación (sí hubo explicación, que el corresponsal decidió omitir); Israel no es el único que viola impunemente desde hace décadas las resoluciones de la ONU o los reyezuelos del Pérsico abonados al plan de Trump.
Paralelamente, el textoocultaba que (a excepción del policía palestino), las víctimas palestinas estaban atacando a soldados. Concretamente, el corresponsal escribía:
una manifestación convocada contra el plan de Trump en Hebrón terminó con un palestino de 17 años muerto de un tiro en el corazón.
Pero omitía explicar que el joven estaba lanzando explosivos contra las tropas.
Especialmente llamativa era su aserción de que los atentados palestinos, incluido el asesinato de un rabino, son asesinatos políticos.
Además, en la crónica se señalaba erróneamente a Tel Aviv como capital de Israel, aunque las ede de gobierno, la jefatura del Estado, la casa presidencial, la vivienda del primer ministro, los ministerios (salvo el de Defensa) y agencias gubernamentales; su parlamento y la Corte Suprema de Justicia se encuentran en Jerusalén. Si La Vanguardia y su corresponsal no quieren decirlo así, seguro que se les ocurren otras fórmulas que no sean incorrectas (el gobierno de Israel, Netanyahu, Israel ).
Este mismo corresponsal había escrito en otro artículo, con motivo del foro en Jerusalén para conmemorar los 75 años de la liberación de Auschwitz, que:
En contraste con los edificantes discursos del foro, tres palestinos morían anteayer acribillados en la verja de Gaza y el candidato Gantz prometía anexiones.
Más allá de la omisión de que esos tres palestinos acribillados se habían infiltrado en Israel y lanzado explosivos contra los soldados, o de que Gantz habló de anexión en coordinación con la comunidad internacional, resultaba muy sorprendente ver que incluso en un artículo sobre el recuerdo de un genocidio, el corresponsal necesitaba introducir su agenda política que llamativamente coincide con la de los líderes palestinos –, buscando equiparaciones inexistentes y éticamente dudosas.
Esto es en lo que La Vanguardia ha convertido su cobertura acerca de Israel: opinión desinformada y partidista presentada con el envoltorio de información. Es decir, en desinformación.