Esto sucedía con el artículo del 19 de noviembre de 2020 de La Vanguardia, titulado Pompeo pisotea Cisjordania y el Golán.
Por si no quedaba claro quién pisoteaba, o en calidad de qué incurría en el pisoteo, se le informaba al lector en el primer párrafo que era el secretario de Estado de EE.UU., en su papel de jinete del apocalipsis de Palestina.
Claro está que, como en toda pieza de índole ideológica que se digne, no podía faltar la alusión al derecho internacional, mentado siempre como concepto, como abstracción que simboliza un consenso internacional sobre lo justo, que Israel se empecina en violar.
El redactor recurría entonces a una imagen manida: la de los niños frente a Israel o, en este caso, ante el jinete del apocalipsis, ni más ni menos los desvalidos ante el poder.
Mientras los niños palestinos soltaban globos con su bandera al pie del cerro ocupado por Psagot, el exdirector de la CIA regaba su almuerzo en el asentamiento, junto a su esposa, con una botella de Pompeo, el vino etiquetado con su apellido.
El texto continuaba diciendo que:
El jefe de la diplomacia estadounidense ha regalado aún más los oídos de Netanyahu al catalogar como antisemita al movimiento BDS, de Boicot, Desinversión y Sanciones, que inspirado por la movilización internacional contra el apartheid en Sudáfrica, llama a hacer lo propio contra la deriva del gobierno de Israel.
¿Qué deriva?
Omar Barghouti, co-fundador la Campaña Palestina para el Boicot Académico y Cultural de Israel (PACBI, por sus siglas en ingles), que reside en Israel (donde obtuvo un título en Filosofía por la Universidad de Tel Aviv, mientras llamaba al boicot académico contra Israel), dijo, en un video publicado por Electronic Intifada, una web anti-israelí):
Definitivamente nos oponemos a un estado judío. Ningún palestino racional aceptará jamás un estado judío en cualquier parte de Palestina.
El BDSexige el retorno de los refugiados palestinos al actual Israel. ¿Por qué?
Según declaraba Barghouti en 2010, dicho retorno supondría que no tendrías una solución de dos Estados, tendrías una Palestina junto a una Palestina…. Con otras palabras, la desaparición de Israel.
Por lo demás, en el primer punto de su manifiesto, el BDS llama a la finalización de su ocupación y colonización de todas las tierras árabes.
“Todas las tierras árabes ” ¿Y cuáles serán esas tierras?
La carta de la OLP (de la cual Fatah es miembro mayoritario) lo dice claro en sus primer y segundo artículos:
Palestina es la patria del pueblo árabe palestino; es una parte indivisible de la patria árabe, y el pueblo palestino es una parte integral de la nación árabe.
Palestina, con las fronteras que tenía durante el mandato británico, es una unidad territorial indivisible.
Y la constitución de Fatah aporta su parte de claridad:
– artículo 12: completa liberación de Palestina, y a la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural sionista
– artículo 8: la existencia israelí en Palestina es una invasión sionista.
Pero ¿qué tendrá que ver el BDS con lo que diga Fatah?
Un mes después de ser nombrado adjunto del presidente de la Autoridad Palestina y líder Fatah, Abbas, en 2017, en una grabación secreta obtenida por The Washington Free Beacon, Mahmoud al-Aloul declaba:
Tenemos relaciones con el BDS, nuestra gente trabaja ahí, tenemos delegados ahí. Cooperamos en todos los niveles con el BDS, y no sólo con el BDS, sino que estamos con todo grupo cuyo fin sea el boicot de Israel. Estamos con todo grupo que trabaja para asediar y aislar a Israel del mundo.
El texto de La Vanguardia terminaba con los torpes símiles religiosos con que había comenzado:
No está claro que el Juicio Final esté hoy más cerca que ayer, como querría la derecha evangélica y fervientemente sionista devota de Trump, el derrotado. Pero las siete trompetas de Pompeo proclaman que un mundo se acaba. En enero empieza otro, menos desequilibrado.