La Sexta, elDiario.es, y el “otra vez” de Hamás

Nada nuevo.

Se citaba en un artículo de CAMERA Español lo que decía Jarred Prier en Commanding the Trend: Social Media as Information Warfare: “para que la propaganda funcione, precisa que exista una narrativa previa sobre la que fundarse, así como una comunidad de verdaderos creyentes que ya hayan aceptado como verdad, como tema de fondo”; casi como clave para interpretar la realidad.

El conflicto árabe-israelí es sin ningún lugar a dudas un ejemplo cabal de esta afirmación. El incansable trabajo de erosión de la razón y de la independencia de criterio (usted se arriesga a pasar por inmoral, por desalmado) ha trabajado como una implacable marea para que la muerte se transforme en “asesinato”, para que los opacos números de bajas sin distinción ofrecidos por un grupo terrorista funden las acusaciones peregrinas de “genocidio”; para que se acepten informes sin siquiera leerlos y analizarlos, con la finalidad de lanzar el titular-acusación de una inexistente “hambruna”; y para decir “noticia”, “periodismo”, “prioridad”, donde sólo hay interés, omisión y repetición.

Así, por ejemplo, el canal de televisión española La Sexta podía construir un texto breve el 27 de junio de 2024 donde adoptaba los números de Hamás, prescindía de sus acciones, así como las del grupo terrorista chií libanés Hizbulá, para presentar a un Israel “asesino”. El conflicto reducido a un estado judío que ataca “premeditadamente” zonas residenciales – sin importar el uso que Hamás le da a las mismas, ni las actividades de esta organización terrorista.

“El objetivo, otra vez, un barrio residencial”, decía la crónica-propaganda. Otra vez los civiles como objetivo. Otra vez, lea usted bien. Otra vez. Israel. Y otra vez, “esta mañana, además, se ha informado de una incursión del Ejército israelí en el barrio de Shujaiya, en la norteña ciudad de Gaza, donde las tropas ya operaron en noviembre y diciembre, así como fuertes bombardeos”. ¿Lo entiende usted, lector?

Ya en 2014, otro medio de comunicación – aunque el mismo mensaje, los mismos silencios – decía o, más bien, mentía, como apuntara CAMERA Español, que ese barrio gazatí había sido “destruido completamente, de arriba a abajo” por el ejército israelí. Que el barrio “había desaparecido del mapa”, ni más ni menos. Ya entones, también, Ron Ben Yishai explicaba en el diario Yediot Achronot( El reloj de Gaza , el reloj del Cairo) que “Shejaiyya es, en efecto, un complejo militar preparado para la lucha, que se ha colocado en el corazón de la población civil. Todos los activos que son importantes para las organizaciones terroristas están allí: talleres de soldadura para la fabricación de cohetes, laboratorios de explosivos, depósitos de cohetes, lanzaderas de cohetes ocultas, los centros de mando y un sistema de túneles que permite a los terroristas moverse rápidamente entre las instalaciones sin tener que preocuparse por ser alcanzados desde el aire. También hay entradas a los túneles que llevan a Israel”.

Es decir, ya entonces se fabricaba, o se adaptaba, libelo – sobre realidad deformada, adulterada, mentida y reducida – para cuajar una “narrativa”, para facilitar el tránsito de la propaganda desde su origen interesado a la audiencia occidental en español.

Una propaganda que hoy, como entonces, se disfraza de noticia – como la cuchara convertida en “avioncito” para convencerle el apetito al niño:

Esta “cucharada” de primer párrafo de elDiario.es no llevaba alimento alguno sino el resultado de su procesamiento y descarte: el ataque genocida de Hamás, borrado; el de Hizbulá, convertido en una suerte de “represalia” a Israel en “defensa” de Gaza.

El periodismo subordinado a un papel de reproductor y amplificador de un mensaje antiguo adaptado a una terminología moderna. Los periodistas, en el mejor de los casos, menguados a esa suerte de maquinaria de movimiento continuo que es, como decía Ricardo Moreno Castillo en su Breve tratado sobre la estupidez humana, precisamente porque la estupidez, “tiene efectos multiplicadores y genera su propio combustible sin agotarse jamás” – vamos, se alimenta del producto de su digestión. Curiosamente, como el odio. Y, sobre todo, como uno en particular.

Una arrogante estupidez es esta… Que, vestida de idea, de ideología, de moral, embiste.

Y, claro, en el peor de los casos, la complicidad voluntaria. No viene mal, en este sentido, revisar la serie de dos artículos de CAMERA Español titulados Medidas activas contra Israel, contra Occidente.

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