La cadena radial española Ser titulaba el 19 de este mes de la siguiente manera un texto sobre el discurso pronunciado por Volker Türk, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos en la 53º sesión del infame Consejo de Derechos Humanos de ese ente internacional:
“La ONU acusa a Israel de ejecutar a palestinos sin juicio previo y pide a Estados Unidos una acción urgente contra el racismo”
Y su primer párrafo abría de la siguiente manera:
“‘Estamos muy preocupados por el deterioro de la situación en los Territorios Palestinos, por el uso excesivo de la fuerza por parte de soldados israelíes, así como por las aparentes ejecuciones extrajudiciales que han llevado a cabo’. El Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Volker Türk, ha alertado hoy con estas palabras de los efectos del incremento de la violencia de Israel en Cisjordania, que hoy mismo se ha saldado con varios muertos”.
La cadena, que transformaba lo aparente en una certeza, y una operación antiterrorista en “violencia israelí” (coherente con la imagen de “ocupante”, “colono” – extraño, ajeno -, “opresor” que suscribe el medio) y hacía desaparecer el terrorismo palestino – como hacía el propio funcionario de la ONU ante ese Consejo tan desvinculado con los derechos humanos y tan devenido coartada o, más bien, cínico paripé, para aquellos cuyo respeto por esos derechos da pavor –, ponía en primerísimo lugar (y único, ahí estaba el titular) lo que Türk había mencionado luego de referirse a muchos otros países.
Eso sí, la Ser destacaba, como quien aún se aferra, aunque sólo sea a la mímica del periodismo, y muy levemente, por parecer lo que ya ni siquiera parece: “Naciones Unidas pide también más colaboración a Rusia para verificar el trato que está dando a los prisioneros de guerra”.
Y es que entre los varios países a los que se refirió Türk, se encontraban, por ejemplo, Uganda, donde se adoptó una legislación que criminaliza la homosexualidad, “señalando a un grupo social en particular para su persecución”; o Mauritania, donde la esclavitud persiste y los derechos de las mujeres son más bien escasos. Rusia y Afganistán, que mencionaba sucintamente la Ser, sin añadidos, respetando el igualmente cuidado lenguaje de Türk.
Una “pulcritud” léxica que tenía su punto más alto al llegar a China – miembro del Consejo de Derechos Humanos (sí, sí, no es una chanza; cómo va a serlo, si el 70 por ciento de ese consejo está formado por países no democráticos).
Decía la Ser, respecto de este país, que el funcionario de la ONU “ha dicho que es necesario reforzar la cooperación aunque sin marcar un calendario específico ni unos objetivos claros, y sobre el que ha expresado su preocupación por su respuesta a las manifestaciones en Hong Kong o su trato a la minoría uigur”.
Türk no añadió mucho más. O sí. Llegó a darle una palmadita en la espalda al régimen. Más bien, más de una:
“China ha cooperado con varios órganos de tratados, lo que ha dado lugar a importantes orientaciones para el seguimiento [es decir, nada]. Entre ellas cabe citar la preocupación en relación con la Ley de Seguridad Nacional en Hong Kong; la discriminación de los uigures y otras minorías musulmanas de Xinjiang; las políticas de asimilación que socavan la identidad de las minorías, incluida la tibetana; así como las restricciones del espacio cívico”.
China “coopera”. Palmadita.
“Asimilación”, en lugar de ocupación tibetana. Palmadita.
La represión y el ataque contra los restos de democracia en Hong Kong se denominan “preocupación en relación con la Ley de Seguridad Nacional”. Palmadita.
“Discriminación” de los uigures y otras minorías musulmanas de Xinjiang en lugar de campos de detención, o concentración, o, si se prefiere, de “reeducación”, genocidio, esterilización forzada, trabajos forzados… Palmadita.
Nada como la forma china de colaborar. Nada como los eufemismos y los silencios cómplices.
Y en Israel, a la cadena radial, como al Türk, les faltó contexto. O, dicho de otro modo, les sobró terminología e ímpetu activistas y omisiones.
Respecto de la creciente actividad terrorista palestina en Cisjordania, ya en septiembre del año pasado señalábamos que “en Jenin los grupos terroristas como Yihad Islámica, grupo proxy iraní, campan a sus anchas – ideal para el régimen de Teherán, que, como señalara el Jersualem Post (21 de agosto de 2022) quiere continuar con ‘este efecto de olla de presión para aumentar las tensiones en Cisjordania y también dentro de Israel’. Un reciente informe publicado en Noticias Fars, considerado cercano a la cúpula del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica, nombra justamente a “Jenin, Nablus, Ramallah, Tulkarm y Sheikh Jarrah” como zonas en las que está presionando para aumentar la tensión”. De hecho, la Fundación para la Defensa de las Democracias informaba el 20 de junio de 2023 que los líderes de los grupos terroristas Hamás y Yihad Islámica Palestina, apoyados por Irán, se reunieron esta semana con el presidente iraní en Teherán.
Así, medio y funcionario hurtaban también el hecho de que la inmensa mayoría de los palestinos murieron en el marco de enfrentamientos armados o durante atentados contra israelíes. A su vez, un número significativo pertenece o está vinculado a grupos terroristas palestinos. El objetivo, caracterizar a los palestinos involucrados en hechos violentos como víctimas civiles de Israel.
Mientras tanto, unos creen, o hacen creer, que hacen periodismo y otros, que construyen las bases de esa frase tan grandilocuente como vacía: “un mundo mejor”.