¿Intransigencia israelí?
No. Lo que sucede es que el oferta francesa tiene una trampa para Israel, como la de la novela Catch-22 (Trampa-22, de Joseph Heller): se trata de una paradoja en la que el sujeto se ve atrapado debido a la contradicción entre las reglas.
En la novela, según reglamentos del ejército, ninguna persona cuerda querría volar en misiones de combate, porque son peligrosas. Al pedir permiso para no hacerlo, alegando locura, demuestra que de hecho está cuerdo y en condiciones para volar. Ahora, cualquiera que quisiera volar dichas misiones, demostraría implícitamente estar loco, es decir, no estar en condiciones de volar. Así pues, debe ser relevado. Pero para ello, debe solicitar una revisión. En el momento que lo hace, el aviador es considerado cuerdo, puesto que ningún loco presentaría una solicitud tal. Así pues, todos atrapados en el sistema.
Todos, menos los palestinos.
Según informaba la agencia Associated Press el 29 de enero de 2016:
“Francia preparará una conferencia internacional para reunir a las partes, así como sus aliados estadounidenses, europeos y árabes, para ‘lograr una solución de dos Estados’, dijo Fabius a diplomáticos franceses.
Si este intento queda trabado, Francia tendrá que reconocer un Estado palestino, aseveró el canciller”.
Con qué fronteras, es algo que no han aclarado…
Como sea, los palestinos están en una situación ganar-ganar.
Si asisten a la conferencia, ganan (visibilidad internacional). Y si fracasan las negociaciones (algo que ya ha sucedido en varias oportunidades debido a la negativa de sus líderes a responsabilizarse), ganan.
Si no van, también ganan.
Si Israel concurre, pierde: habrá legitimado las “negociaciones” que, en realidad, son una excusa más para inundar a la comunidad internacional con el conflicto palestino-israelí (o con la “narrativa” palestina del mismo). Sabiendo, por otra parte, que a los palestinos les conviene que las charlas fracasen.
Si no participa, pierde: será retratado como el “obstáculo” para la paz, el que se “niega” a negociar. Máxime, cuando generalmente la cobertura que se hace del conflicto prescinde de todo contexto histórico (cuando no se lo altera).
De hecho, poco después del anuncio francés, “el Ministro de Exteriores de la Autoridad Palestina, Riyad al-Malki prometió no participar nunca más en negociaciones directas con Israel hacia una solución definitiva. ‘Nunca volveremos a sentarnos en negociaciones directas con Israel’”. (15 de febrero de 2016, Arutz Sheva)
Eso es lo que, precisamente, quiere Israel. Conversaciones vis a vis. Sin intermediarios. Negocias las fronteras. Lo que quiere Israel es lo que Abbas se negó ha hacer en Bruselas, en junio de 2016: reunirse personalmente con el presidente israelí Reuben Rivlin.
Pero esto implica compromisos, concesiones que hay que justificar ante un pueblo al que se estuvo ( y se está) alimentando de odio y conla idea de que todo les pertenece. Y es que, precisamente, los líderes palestinos tienen en mente otro mapa. Uno que no admite negociaciones. Porque supone la erradicación de Israel.
Abbas, decía, el 28 de octubre de 2015 ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que:
“…esta prolongada ocupación israelí de nuestra tierra. Luego de 67 años [es decir, desde la creación del Estado de Israel]…”.
Este, que puede parecer cronológicamente lejano, no lo es ideológicamente: El 15 de septiembre de 2011, en una entrevista en el diario libanés Daily Star, Abdullah Abdullah, embajador palestino en el Líbano, aseguró:
“Cuando tengamos un estado aceptado como miembro de las Naciones Unidas, no será el fin del conflico. Esto no es una solución al conflicto. Esto es sólo un nuevo marco que cambiará las reglas del juego”.
Y es que, según informaba el diario israelí Times of Israel el 22 de enero de 2016, un alto cargo de Fatah – organización liderada por Abbas -, Tawfik Tirawi, dijo, en una entrevista con la agencia palestina de noticias Ma’an, que un “Estado palestino junto a Israel es sólo ‘una etapa’ y que Palestina debe extenderse finalmente del río Jordán al mar”.
Tirawi declaró:
“No crean que habrá una solución a la cuestión palestina mediante el establecimiento de un estado cuyas fronteras estén limitadas a Cisjordania y Gaza”.