De tal manera, no era de extrañar que muchos medios de comunicación dieran como novedad lo que era una mera repetición. Como la agencia española de noticias Europa Press que, en un texto del 20 de mayo de 2020, titulado “Abbas anuncia que Palestina abandona “todos los acuerdos” con Israel y Estados Unidos”, indicaba que:
“El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, ha anunciado este martes que abandona ‘todos los acuerdos’ alcanzados con los gobiernos israelí y estadounidense. “La Organización para la Liberación de Palestina (OLP) y el Estado de Palestina están absueltos, desde hoy, de todos los acuerdos y entendimientos con los gobiernos estadounidense e israelí y de todas las obligaciones basadas en estos acuerdos, incluyendo las de seguridad”, ha indicado Abbas…”.
Por su parte, el diario mexicano La Jornada, apuntaba – inventándole una capital a Israel -, con información de la agencia rusa Sputnik, que:
“La Autoridad Nacional Palestina (ANP) decidió ayer romper todos los acuerdos con Israel y Estados Unidos por la intención de Tel Aviv de anexar los territorios ocupados, declaró el presidente Mahmoud Abbas”.
Un patrón de comportamiento que recuerda un poco a Pedro y el lobo, pero sin moraleja. Sólo la obscenidad del intento de chantaje que subyace siempre a la amenaza. Un chantaje dirigido, sobre todo, a la llamada comunidad internacional, a la que utilizan, como mínimo, por partida doble: como amplificadores de su “narrativa” – lo que permite su intransigencia a negociar -, que, además de fungir como aliados a la “causa” palestina, financian el proyecto de los líderes árabes, es decir, la declarada búsqueda de la erradicación de Israel (amén de, en el camino de tan siniestro fin, su enriquecimiento personal y su perpetuación en el poder).
Porque, este es otro de los puntos que se omitían y que es necesario indicar para poner en contexto las declaraciones de Abbas: por un lado, las negativas del liderazgo palestino a negociar y a construir un estado propio; y por otro, el no reconocimiento efectivo del derecho de Israel a existir.
Porque aquí está el nudo del conflicto – el que condujo a las agresiones árabes en 1948, 1967 y 1973; a los sucesivos “no” a la paz y, entre otras acciones, a las llamadas “intifadas”. Sin esas negativas y esos ataques militares, los acuerdos que la Autoridad Palestina dice que de ahora en adelante desconocerá, no habrían sido necesarios…
En este sentido el diario israelí Times of Israel informaba el 22 de enero de 2016, que Tawfik Tirawi, miembro del Comité Central de Fatah y ex comandante de la Fuerza de Inteligencia General de la Autoridad Palestina, dijo, en una entrevista con la agencia palestina de noticias Ma’an, que un “Estado palestino junto a Israel es sólo ‘una etapa’ y que Palestina debe extenderse finalmente del río Jordán al mar”. “No crean que habrá una solución a la cuestión palestina mediante el establecimiento de un estado cuyas fronteras estén limitadas a Cisjordania y Gaza”.
Tirawi no hacía otra cosa que enunciar – y, así revalidar o sencillamente refrescar- la estrategia de “fases” de Arafat, cuyo fin era (o, más bien, es, puesto que según los líderes palestinos, no ha caducado) precisamente eliminar a Israel. El programa de diez puntosdel Consejo Nacional Palestino de 1974 (conocido como “Plan de Fases” ) – indicaba la analista de CAMERARicki Hollander – tenía como base crear un Estado palestino en cualquier territorio cedido por Israel (art. 2), para luego utilizarlo como plataforma para “completar la liberación de todo el territorio palestino” (art. 8).
El 11 de marzo de 2016, en la televisión oficial de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas le decía a su gente:
“Hemos estado bajo ocupación por 67 o 68 años [es decir, desde el establecimiento de Israel en 1948]. Otros se habrían hundido en la desesperación y la frustración. Sin embargo, estamos decididos a alcanzar nuestro objetivo porque nuestro pueblo está con nosotros”.
Abbas no se equivocaba, ni era un exabrupto. Decía lo que dice la constitución de Fatah:
– artículo 12: “completa liberación de Palestina, y a la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural sionista”
– artículo 8: la “existencia israelí en Palestina es una invasión sionista”.
Es decir, la tierra palestina es todo.
Carta de la OLP (de la cual Fatah es miembro mayoritario) establece en su primer y segundo artículos:
“Palestina es la patria del pueblo árabe palestino; es una parte indivisible de la patria árabe, y el pueblo palestino es una parte integral de la nación árabe.
Palestina, con las fronteras que tenía durante el mandato británico, es una unidad territorial indivisible”.
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Evidentemente, esta postura extrema ha conducido, como ya se mencionara, conduce a la negativa a las concesiones lógicamente esperables en toda negociación porque cualquier resultado que no sea la prometida obtención de todo, será una derrota. Todos los puentes quemados, sólo queda correr hacia delante gritando “no”, siempre “no”.
De tal manera, al no inicial al plan de partición (y posterior ataque a Israel) en 1948, siguieron otras huidas hacia adelante.
Así, Alex Safian, analista de CAMERA, explicaba en un artículo de 2011 que, por lo menos en tres oportunidades rechazaron la estadidad cuando les fue ofrecida:
1. En 2008, luego de prolongadas conversaciones, el entonces Primer Ministro israelí, Ehud Olmert, se reunió con el presidente palestino Mahmoud Abbas, y le presentó un plan de paz global. Según el plan de Olmert, Israel habría anexionado los ‘asentamientos’ israelíes más importantes y, a cambio, habría entregado territorio israelí equivalente a los palestinos, y habría dividido Jerusalén.
Al final Abbas se negó a decir que sí. (Olmert: Abbas nunca respondió a mi oferta de paz, Ha’aretz, 14 de febrero de 2010).
2. En el verano de 2000, el presidente de Estados Unidos Bill Clinton acogió intensas conversaciones de paz en Camp David entre el líder palestino, Yasser Arafat, y el líder israelí, Ehud Barak, que culminaron en un plan integral conocido como los Parámetros de Clinton, que era muy similar al posterior plan Olmert, aunque no tan amplio.
A pesar de las enormes concesiones que el plan requería de Israel, el Primer Ministro Barak aceptó la propuesta del presidente Clinton, en tanto que Arafat se negó, regresó a casa y lanzó una nueva campaña terrorista contra los civiles israelíes (Segunda Intifada).
Incluso en medio de esta ola de violencia, Ehud Barak continuó negociando hasta el final de su mandato, culminado con una propuesta israelí en Taba, que ampliaba aquella delineada por Clinton. Barak les ofreció a los palestinos la totalidad de Gaza, la mayor parte de Cisjordania, ningún control israelí sobre la frontera con Jordania o adyacente al Valle del Jordán, una anexión israelí menor alrededor de tres bloques de ‘asentamientos’ balanceada por un área equivalente de territorio israelí que sería cedido a los palestinos.
3. Y, por supuesto, la oposición a la ya señalada Resolución 181 de la ONU, la resolución de Partición.
Evolución de la postura negociadora israelí respecto a Cisjordania
Evento | Control Palestino de Cisjordania | Control Israelí de Cisjordania | Intercambio |
Camp David (2000) | 91 % | 8 % | 1 % |
Plan Clinton/ Taba (2000-2001) | 94 – 96 % | 5 % | 1 – 3 % |
Plan Ginebra (2003) | 97,5 % | 2,5 % | 2,5% |
Fuente: Profesor Arie M. Kacowiz, Las fronteras de Israel