22 de septiembre de 2013: El soldado israelí Gabriel Kobi, de 20 años es alcanzado por una bala, disparada por un francotirador palestino a 200 metros de la Cueva de los Patriarcas en la ciudad de Hebrón. Fallece pocas horas después.
La Agencia EFE no informa de este hecho hasta que Netanyahu hace unas declaraciones posteriores. La noticia del asesinato de un soldado se convierte entonces en:
Netanyahu insta a reforzar los asentamientos tras la muerte de un soldado israelí
¿Acaso la muerte del joven israelí a manos de un francotirador no es una información suficientemente relevante en sí? ¿Debemos esperar para ser informados a que Israel haga o diga algo que pueda difuminar la amenaza a la que se enfrenta?
Parte del problema es que, en general, los medios intentan situar siempre al Estado de Israel como sujeto de la noticia, las informaciones sólo llegan si Israel tiene un rol activo, y no pasivo.
Por ejemplo, Europa Press, otra agencia española, daba el día anterior la noticia de otro asesinato. En este caso se trataba del sargento israelí, Tomer Hazan, de 20 años, secuestrado cuando estaba fuera de servicioy asesinado en Cisjordania por un palestino que reconoció su crimen.
Europa Press convertía la noticia en:
La Inteligencia israelí acusa a un palestino de asesinar a un soldado israelí en Cisjordania
Una vez más, Israel sujeto activo de la información.
Por esta misma tendencia, miles de kassams lanzados durante años sobre territorio israelí pasaron inadvertidos hasta la respuesta israelí y así es como la incitación al odio por parte de líderes palestinos es sistemáticamente obviada por los medios mayoritarios.
También es así como se transmite una imagen distorsionada de la realidad, en la que sólo Israel detiene la llave de la paz. Es decir, en la que sólo es Israel es responsable de lo que sucede en la región.
Sumemos que, en los artículos de opinión, Israel aparece representado en general como una gran potencia militar, de verbo atrevido, intransigente cuando hay que hablar de paz y a quién no le tiembla el pulso a la hora de “castigar” a sus enemigos.
El resultado es un constante descrédito de Israel: ¿qué lector avezado podrá comprender a esa superpotencia asustada por unos contrincantes inactivos, objetos pasivos ansiosos por lograr la paz, débiles, desesperados y que sólo piden su derecho a un pequeño trozo de tierra?
Desde luego, algunos medios de referencia, están cumpliendo muy mal con su cometido de informar.