Este artículo de Laurent Hayem fue publicado originariamente en francés, en un especial de Tribune Juive “Le Monde – Israel: un linchamiento sin fin“.
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Israel está constantemente en el punto de mira. En pocos países de 9 millones de habitantes hay tantos corresponsales y periodistas extranjeros. El crisol de tres grandes religiones tiene un significado simbólico y suscita un interés sobredimensionado en relación con la población directamente implicada.
Si este dossier se publica hoy en Tribune Juive, se debe a que se ha extendido un sentimiento de injusticia entre la comunidad judía y sus amigos. Muchos de ellos perciben un sesgo frecuente contra Israel en la cobertura que la prensa hace de la actualidad del país.
Pero este sesgo no se limita a los editoriales, que arrojan luz sobre las noticias expresando opiniones. Puede verse en artículos periodísticos que van mucho más allá de una posición de observación y periodismo descriptivo.
Desde hace seis años, InfoEquitable realiza un seguimiento de la cobertura mediática de Israel en la prensa francófona. El sitio se ha convertido así en una auténtica base de datos con decenas de reseñas de artículos e informes.
Algunos observadores han señalado que la percepción de desequilibrio se aplica especialmente a la lectura de las columnas de Le Monde. Los siguientes ejemplos, extraídos de las observaciones realizadas por InfoEquitable en el importante diario, aportan pruebas concretas que corroboran esta percepción.
La legitimidad de Israel en tela de juicio
El año pasado (2021) hubo disturbios en ciudades israelíes con minorías árabes, algunos de cuyos miembros empezaron a atacar a sus vecinos judíos hasta el punto de que el presidente israelí habló de “pogromos”.
En las noticias de la noche apareció la mención de “ciudades palestinas en Israel”:
Mas, Lod o Ramla se encuentran dentro de la “línea verde”, surgida del armisticio de 1949 que la comunidad internacional -incluida Francia- reconoce como límites incontestables de Israel. Estas ciudades ni siquiera cuentan con una mayoría árabe (30% de árabes y 70% de judíos en Lod).
La prensa francesa se ha acostumbrado a hablar de palestinos y colonos israelíes en Cisjordania ocupada. Estas opciones semánticas partidistas convierten a las poblaciones judías que residen en este territorio en ocupantes ilegítimos, en ladrones de tierras. La pretensión, se dice, es querer dos Estados: hasta ahora, la legitimidad del Estado judío se reconocía dentro de la Línea Verde, donde se hacía referencia a los árabes israelíes, que gozaban de plenos derechos como ciudadanos.
Al “palestinizarlos”, Le Monde importa el prisma a través del cual la prensa ve el conflicto en los territorios en disputa y lo aplica sobre el conjunto de Israel. El periódico llegó incluso al extremo de convertir en colonos a algunos habitantes judíos de estas ciudades israelíes reconocidas internacionalmente.
Se cuestiona así, nada menos que la legitimidad del Estado judío para existir, incluso dentro de sus límites mínimas.
Cuando Le Monde disfraza las palabras de los terroristas
Mientras los islamistas de Gaza lanzaban cometas incendiarias sobre campos y ciudades israelíes para aterrorizar y posiblemente dañar físicamente a los civiles, lo que constituye por definición una acción terrorista, Le Monde les dedicó un vídeo.
Un internauta señaló que el terrorista entrevistado en dicho video decía que luchaba contra “la ocupación de la Franja de Gaza por Israel”, cuando toda presencia israelí en Gaza había cesado hacía más de una década.
¿La reacción de Le Monde? Dejar el vídeo en línea, pero cortarlo para enmascarar las palabras realmente pronunciadas por el experto en cometas, que se adecuaba perfectamente a la ideología de Hamás, organización para la cual cualquier judío presente en Gaza, pero también en Israel, es un ocupante al que hay que expulsar.
El periódico propagaba así una mentira propagandística que presentaba la voluntad de destruir Israel como una lucha justa contra un “ocupante”. Luego, ante la evidencia, en lugar de retractarse o emitir una rectificación adecuada, lo encubrió…
Los acusadores tienen la palabra
También existe la opción de ofrecer las páginas del periódico a textos con acusaciones desproporcionadas.
Recordaremos esta reciente tribuna firmada por “cinco ex ministros de Asuntos Exteriores” (en realidad cuatro, ya que una de las cinco firmantes, Sayeeda Warsi, nunca tuvo ese título) en la que se acusa a Israel de “crímenes de apartheid”.
Si Israel fuera intrínsecamente racista, ¿podría el 20% de ciudadanos árabes que viven allí tener derecho a voto, a ser elegidos diputados o jueces del Tribunal Supremo?
¿A quién le importa en Le Monde que Hamás o la Autoridad Palestina, que no toleran ni un solo habitante judío en los territorios que administran, apliquen la segregación? ¿Quién examina la ideología que inspira sus relaciones con sus vecinos judíos? ¿Quién llama a tal o cual facción palestina “extrema derecha” o “supremacista”, términos que tan generosamente se utilizan sobre los políticos israelíes?
Más allá de lo absurdo de ciertas acusaciones, que al fin y al cabo se pueden hacer, lo que molesta es el doble rasero.
Entonces, ¿se trata de antisemitismo?
La definición de antisemitismo publicada por la Alianza Internacional para la Memoria del Holocausto (IHRA) ha sido adoptada por muchos organismos estatales en los últimos años, entre ellos Francia.
Uno de los criterios de la definición de la IHRA es “la negación del derecho a la autodeterminación de los judíos, por ejemplo afirmando que la existencia del Estado de Israel es el resultado de una empresa racista”.
Como vemos, a veces se cuestiona la legitimidad del Estado judío y se acusa a Israel de crímenes racistas en los principales periódicos – Le Monde y otros.
Sin embargo, esto no es ciencia. Siempre habrá una cierta vaguedad, una zona gris tras la cual algunos pueden decir legítimamente que no pretenden hacer daño, y otros pueden esconderse jugando con las palabras.
De todos modos, el antisemitismo desenfrenado, desenmascarado y burdo no tiene cabida en la prensa hoy en día. La historia ha dejado su huella, y es impensable que la redacción de un gran medio de comunicación permita que se publique un artículo negando la Shoah o llamando abiertamente a la eliminación física de los judíos.
Por tanto, hay que estar atentos a los ataques más sutiles, sabiendo que cuando se denigra al Estado judío, es probable que los judíos de todo el mundo sufran las repercusiones. De ahí el deseo de muchos lectores de que los medios de comunicación estén más atentos a las implicaciones de su cobertura del conflicto, en un contexto en el que Francia ha sufrido en su suelo atentados asesinos antisemitas perpetrados a veces en nombre de Palestina.