Así pues, a la agencia española de noticias Europa Press le bastaba con la palabra “supuesto” intercalada en el titular (y en el primer párrafo) de su crónica del 18 de junio de 2021:
“Israel lanza nuevos ataques aéreos sobre supuestos objetivos de Hamás en el norte de Gaza”
Titular que era acompañado de una foto (que parece más bien el producto de una sesión de fotos)de dos hombres enmascarados soltando globos incendiarios, a cuyo pie se “explicaba”: “Un grupo de palestinos lanzan globos incendiarios desde Gaza con destino a Israel”.
Ni en este pie de foto, ni en el titular, ni en el destacado o el cuerpo de la noticia, se le informaba al lector de que Hamás es un grupo terrorista, que así está considerado, entre otros, por la Unión Europea.
Pero volvamos a la desconfianza. Por qué eran “supuestos” los objetivos de Israel – es decir, una declaración dudosa, poco fiable, probablemente una falsedad -; pues sencillamente porque era lo que decía el Ejército de ese país. La duda no volvería a aparecer vinculada a las voces y fuentes palestinas que la agencia ofrecía. Antes, bien, lo contrario sucedía.
En el segundo párrafo ya ofrecía un ejemplo de cómo trata a las voces o fuentes palestinas:
“El ataque ha sido anunciado en un primer momento por la agencia palestina de noticias WAFA, que ha informado de una serie de redadas por parte de las fuerzas israelíes en varios edificios en las ciudades de Beit Lahia, Jabalia y Khan Yunis”.
Para comenzar, Wafa no es una agencia de noticias más, es la agencia oficial de la Autoridad Palestina. Es, por tanto, una de las partes del conflicto.
Sigamos. Beit Lahia, Jabaliya y Khan Yunis se encuentran en Gaza; por lo que, salvo que el ejército israelí haya entrado en Gaza (cosa que no hizo), es imposible que sus fuerzas hayan realizado redadas en tales localidades
A propósito de esto, diario Times of Israel – al que la agencia utilizaba más adelante como fuente – informaba el 17 de junio de 2021 que de acuerdo a medios palestinos, un ataque israelí el jueves por la noche tuvo como objetivo un edificio contralado por Hamás en la ciudad gazatí de Beit Lahiya. El diario israelí mencionaba que se informó de otros ataques a un edificio de seis pisos de la administración civil controlada por Hamás en el norte de Gaza, de una base de Hamás cerca de Khan Yunis, un lugar cerca de la ciudad de Gaza, y campos agrícolas en el sur de la Franja se encontrarían lanzaderas de cohetes.
Además, el medio añadía que, “al confirmar que había llevado a cabo los ataques, las FDI [Fuerzas de Defensa de Israel] dijeron que los objetivos incluyeron una plataforma de lanzamiento cerca de Khan Younis… y varios otros emplazamientos militares de Hamás en la Franja”.
Finalmente, la agencia refería en un sucinto párrafo a una información que le atribuía al diario recién mencionado, para decir que en Israel no ha habido ni heridos ni fallecidos debido al lanzamiento de globos incendiarios.
Pero en la cobertura de este diario se decía mucho más, en este sentido, que esa brevedad. Así, el 17 de junio, explicaba que el jueves habían producido ocho incendios en tierras israelíes cercanas a la Franja de Gaza, ya que palestinos en el enclave habían seguido lanzando globos incendiarios a través del límite hacia Israel por tercer día consecutivos. También informaba de siete incendios en áreas abiertas de la región de Eshkol, y otro en un campo en la región de Sha’ar Hanegev. Daba a su vez cuenta de otros cuatro grandes incendios provocados por globos lanzados el miércoles. Globos que forman parte del repertorio terrorista del grupo Hamás.
Un breve resumen que viene muy a cuento
Como se mencionara en un artículo de ReVista de Medio Oriente, el léxico con que se presente a una fuente (o voz), con que se la cite, con que se introduzca dicha cita (es decir, cómo se la califica), sin duda es una poderosa manera para crear en la audiencia una imagen de dicha fuente y, sobre todo, de su mensaje. De tal manera que, tanto cómo se introduzcan las citas, el espacio (extensión) y significación (preferente o relegado al final del texto) que se le dé en la crónica, aquello que se omita o incluya sobre la fuente citada, incidirán en la percepción de fiabilidad de esta.
El semiótico Gunther Kress y el lingüista Robert Hodge (Language as ideology) observaban que la elección de cómo nombrar (por ejemplo, “militante”, “activista”, en lugar de terrorista), la selección de verbos (para representar las acciones), el orden en que se presentan las acciones, la identificación del sujeto de las mismas (es decir, quién las lleva a cabo); son selecciones iniciales cruciales puesto que “establecen los límites dentro de los cuales tiene lugar cualquier debate, reflexión o reelaboración de la ‘realidad’”.
Carmen Rosa Caldas-Coulthard, profesora de Lingüística en la Universidad de Birmingham, comentaba en su trabajo Reporting speech in narrative discourse: Stylistic and ideological implications, que el poder de los redactores reside en la posibilidad de reproducir aquello que es más conveniente para ellos en términos de sus objetivos y puntos de vista ideológicos.
Ya no sólo la elección de las fuentes y voces, sino cómo se presentará su contenido, y a quien lo pronuncia, son formas de sesgar ideológicamente una crónica.
En este sentido, Caldas-Coulthard decía que si una cita se introduce mediante verbos ilocutivos (afirmar, proponer, sugerir), el narrador explícitamente interfiere en el informe; en tanto que si se introduce con verbos neutrales (dijo, declaró, expresó), se abstiene de interferir explícitamente. Así, un periodista puede deformar el dicho original incluso cuando reproduzca fielmente las palabras pronunciadas, sencillamente a través de la utilización de verbos glosadores (como amenazó, alardeó; verbos que explican o resumen un texto).