Por su parte, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España, en el punto 13 de su código deontológico establece que:
El compromiso con la búsqueda de la verdad llevará siempre al periodista a informar sólo sobre hechos de los cuales conozca su origen, sin falsificar documentos ni omitir informaciones esenciales, así como a no publicar material informativo falso, engañoso o deformado. En consecuencia:
a) Deberá fundamentar las informaciones que difunda, lo que incluye el deber que contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos.
Pero en el artículo firmado por la agencia española de noticias Europa Press el 18 de marzo de 2015 no se podía encontrar tratamiento alguno (no había un mínimo de contextualización ni de contrastación de lo aseverado) y, sí había, en cambio, omisión de informaciones esenciales.
El texto, que hacia el final citaba a la agencia palestina Ma’an, reproducía sin más las palabras de Saeb Erekat conocido por sus evidentes fabulaciones y difamaciones contra Israel -, indicando que:
El negociador jefe palestino y dirigente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, ha defendido este miércoles que la victoria del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en las elecciones se debe a una campaña de apartheid‘ y ha pedido a la comunidad internacional que actúe en apoyo de los palestinos.
Es decir, el centro de las acusaciones de Erekat era la discriminación sistematizada e institucionalizada contra los árabes israelíes en el Estado judío
El número total de escaños logrados por la lista conjunta árabe aumentó de 13 a 14 el miércoles por la mañana al haber sido escrutados el 99 por ciento de los votos de las elecciones para la 20º Knesset.
La otra gran sorpresa de las elecciones es el buen resultado de la Lista Conjunta de partidos árabes, que con 14 diputados se ha convertido en la tercera fuerza del Parlamento israelí.
¿Esto es apartheid?
No lo es ni entrecomillado.
Y las comillas no bastan para evadir la responsabilidad profesional. Es obligatoria una aclaración; sino, se está ayudando a propagar un mensaje, una estrategia palestina de deslegitimación y demonización de Israel.
Precisamente, Ricki Hollander, analista de CAMERA, describía (febrero de 2010) que en agosto de 2002 se hizo un llamado palestino al boicot económico, cultural y académico integral contra Israel. Esta estrategia intenta demonizar al estado judío como un estado apartheid y aislarlo con las mismas tácticas de boicot y desinversión que fueron utilizadas con éxito para desmantelar el régimen de apartheid de Sudáfrica.
En tanto, el ex profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad de Harvard, Alan Dershowitz, explicaba (Divest and Conquer) que:
El apartheid sudafricano fue un sistema racista por el cual una minoría controló y subyugó a la mayoría marginada. La campaña de desinversión contra Sudáfrica se inspiró en y unió a los defensores a larga data de apoyo neutral a los derechos humanos en todos los ámbitos. Israel, en cambio, es una democracia que funciona, que garantiza la plena igualdad ante la ley a todos los ciudadanos, independientemente de su raza, etnia o religión. La campaña de desinversión contra Israel ha sido inspirada por litigantes con una animosidad especial contra Israel y poco compromiso con los derechos humanos en general.
Mientras que Abraham H. Foxman, Director Nacitonal de la Liga Anti-Difamación (ADL), aseguraba, en un artículo del 15 de enero de 2014, que:
La mayoría de la gente entiende que aunque Israel está lejos de ser perfecto, es absurdo compararlo con el tipo de régimen repugnante que fue el apartheid de Sudáfrica. Los líderes del movimiento BDS quieren inducir una especie de ‘suspensión de la incredulidad’ para así que distorsionar los hechos, omitir el contexto y tejer historias de atrocidades Se apoyan en el derecho a tener sus propias ‘opiniones’ para justificar sus ‘propio hechos’ sin importar la verdad, el contexto o la investigación científica.
El artículo 7 del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional establece que el crimen de Apartheid es un crimen de lesa humanidad. Y manifiesta:
Por el crimen de apartheid’ se entenderán los actos inhumanos de carácter similar a los mencionados en el párrafo 1 cometidos en el contexto de un régimen institucionalizado de opresión y dominación sistemáticas de un grupo racial sobre uno o más grupos raciales y con la intención de mantener ese régimen
El párrafo 1, por su parte, dice:
“El Estatuto de Roma define a los crímenes de lesa humanidad como cualquiera de los actos siguientes cuando se cometa como parte de un ataque generalizado o sistemático contra una población civil y con conocimiento de dicho ataque:
Asesinato; Exterminio; Esclavitud; Deportación o traslado forzoso de población; Encarcelación u otra privación grave de la libertad física en violación de normas fundamentales de derecho internacional; Tortura; Violación, esclavitud sexual, prostitución forzada, embarazo forzado, esterilización forzada u otros abusos sexuales de gravedad comparable; Persecución de un grupo o colectividad con identidad propia fundada en motivos políticos, raciales, nacionales, étnicos, culturales, religiosos, de género u otros motivos universalmente reconocidos como inaceptables con arreglo al derecho internacional; Desaparición forzada de personas; El crimen de apartheid;
Otros actos inhumanos de carácter similar que acusen intencionalmente grandes sufrimientos o atenten gravemente contra la integridad física o la salud mental o física”.
Nada en la definición de apartheid se aplica de manera alguna al Estado de Israel.
Porque, ¿qué elemento hacía, en definitiva, al sistema sudafricano del apartheid tan particular?
Pues es muy simple: el racismo estaba consagrado por ley.
La población de color no tenía los mismos derechos que la población blanca por supuesto, no tenía derecho a participar de la vida electoral.
Un informe del Centro Simon Wiesenthal, de marzo de 2013, ampliaba señalando que:
En Israel… no sólo los hombres, sino también las mujeres árabes, tienen derecho al voto (aún no universal en los países árabes). Los ciudadanos árabes israelíes regularmente son elegidos a la Knesset [parlamenta israelí] donde denuncian las políticas del gobierno en términos no inciertos. Los árabes israelíes han servido en puestos del Gabinete así como en el extranjero como embajadores y en la Corte Suprema. Así como legisladores árabe israelíes usan inmunidad parlamentaria para atacar al Estado Judío en las declaraciones consideradas por muchos como sediciosos, un intelectual como el catarí Omar Barghouti explota la libertad académica ofrecida por la Universidad de Tel Aviv para conseguir un título mientras que compara a los israelíes a perros rabiosos’.
A todo esto, desde el establecimiento de la Autoridad Palestina en 1994, los árabes palestinos sólo han podido votar dos veces recuérdese que el mandato de Abbas expiró a principios de 2009 (¡hace seis años!)y aún no ha convocado a elecciones -, en tanto que los árabes israelíes han tenido oportunidad de hacerlo en siete oportunidades.
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Ni por asomo.
Poner unas comillas no es tratar la información. Reproducir sin más, no parece una tarea profesional: cualquiera puede, en un blog, realizar esa simple tarea.
Traducir un artículo, tampoco es periodismo; es, simplemente, traducir. Sólo hace falta conocer el idioma.
¿Cómo se traduce, pues, el proceder de Europa Press?
¿Esperará que Ma’an haga su trabajo?