El 25 de junio de 2012 el diario Haaretz publicó una columna de opinion de Yishai Goldflam, editor en jefe de PRESS-pectiva, la rama hebrea de CAMERA, criticando la difusión en los medios de argumentos falsos como que Israel tiene carreteras “sólo para judíos”. Esto es algo significativo ya que esta mitología es frecuentemente citada para justificar acciones antiisraelíes y de BDS (boicot, desinversión, sanciones).
A continuación, el texto en español:
¿ES TAN DIFÍCIL CORREGIR UN ERROR?
¿Existen carreteras en Judea y Samaria destinadas sólo para judíos? ¿Se les prohíbe a los cristianos y musulmanes viajar por las rutas que se encuentran al otro lado de la Línea Verde? Esta acusación, que muy a menudo se expresa en estos espacios, incluido este periódico (Haaretz) provoca las condenas contra Israel por su supuesto racismo- y sin embargo, es enteramente falsa.
Estos son los hechos: efectivamente, hace varios años el Estado impuso restricciones sobre ciertas carreteras de Judea y Samaria y no permitió que palestinos transitaran por éstas, especialmente después del comienzo de la segunda Intifada. Pero la mayoría de las restricciones se eliminaron en el año 2009. Actualmente, la práctica totalidad de las carreteras de Cisjordania están abiertas para la mayoría de la población palestina.
Y aún cuando el uso de estas carreteras se restringió únicamente a los israelíes, nunca fue sólo para los judíos israelíes. Los caminos estaban abiertos para todos los ciudadanos israelíes: musulmanes, cristianos, drusos y circasianos. En las carreteras de Judea y Samaria nunca hubo una separación religiosa o étnica.
De hecho, esto es evidente para cualquier persona que alguna vez haya estado en esta región. Sólo alguien que nunca haya viajado más allá de la Línea Verde podría creer la aseveración de que allí existen caminos sólo para judíos. Hoy en día se pueden ver matrículas de coches palestinos desde Jenín hasta Hebrón, en las carreteras de desvío que supuestamente se construyeron sólo para judíos (por ejemplo, el desvío de Qalqilya, el desvío al sur de Nablus, y los caminos de desvío de Ramallah), así como en las vías principales, tal como la Ruta 505 a Ariel, una carretera que ha sido etiquetada, al menos dos veces en este periódico, como una carretera apartheid’ sólo para judíos.
La agencia Associated Press publicó una corrección en enero de 2010 en la que declaraba, Estas rutas están abiertas para todos los ciudadanos israelíes, incluidos árabes, extranjeros y turistas”. Correcciones similares se publicaron en CNN, The Washington Post y The Boston Globe. Pero la responsabilidad periodística y el profesionalismo demostrados por parte de los principales medios de comunicación del mundo aparentemente no hicieron mella en los medios israelíes, que hasta la fecha continúan transmitiendo esta falsa acusación.
Más allá del error en sí, la aseveración de que existen caminos sólo para judíos obstaculiza cualquier discusión razonable sobre las actuaciones israelíes. Si bien es posible debatir y criticar las restricciones (reales) que se les impusieron a los palestinos (todos los palestinos, no sólo a los musulmanes) en algunas rutas de Cisjordania durante un período de tiempo específico, Israel y sus partidarios se ven obligados a hacerle frente a la fraudulenta afirmación de la existencia de una separación étnico-religiosa en estos caminos.
Plantear este argumento, especialmente en los medios de comunicación israelíes, le otorga validez. Los activistas anti-israelíes, demasiado ignorantes y perezosos como para corroborar sus acusaciones, se mueven alrededor de los hechos que encuentran en los periódicos israelíes que supuestamente prueban el racismo del Estado de Israel, y de este modo justifican sus ataques al mismo. No es de extrañar que esta aseveración falaz se haya convertido en un arma importante en el intento de estigmatizar a Israel como un estado apartheid.
De este modo, los periodistas y publicistas irresponsables contribuyen a la distorsión de la discusión interna e internacional con respecto a Israel.
Muchos medios de comunicación en el mundo ya han reconocido su error y lo han corregido.
¿Serán capaces los medios de comunicación israelíes de satisfacer los estándares aceptados de integridad periodística?