La Chispa de Gaza, editorial del diario El País (domingo 21 de agosto de 2011) comete un buen número de inexactitudes a la hora de analizar la actual situación en Oriente Medio.
Asegura el diario:
El ataque contra un autobús militar israelí por parte de un comando palestino ha desencadenado una nueva espiral de violencia en Gaza, además de cobrarse una veintena de muertos entre ambos bandos.
Esto es errado. El ataque no fue contra un autobús militar. Fueron múltiples ataques contra dos autobuses de línea y dos coches particulares:
El diario parece justificar el ataque como una acción militar. Primero califica el objetivo como militar, lo cual es mentira. Y luego llama a los perpetradores comando palestino y no terroristas, nomenclatura que corresponde a quienes atacan y asesinan civiles inocentes.
Asegura el editorial:
Poco importa de dónde proceda el primer disparo, porque el desenlace es siempre el mismo: más muertos y más destrucción mientras la situación política se mantiene rigurosamente estancada.
Por supuesto que importa quién inicia un ataque. ¿Desde cuándo es lo mismo agredir, que ser agredido? Un estado tiene el derecho y la obligación de defender a sus ciudadanos y eso es lo que hizo Israel tras los atentados. Intentar recubrir lo sucedido de un relativismo ético, poniendo en un mismo saco a víctimas y a victimarios, parece responder más a una agenda política preestablecida que a un genuino análisis de lo acontecido.
Según el editorial de El País:
El Cairo ha retirado a su embajador en Israel.
Hasta nueva orden, más allá de unas amenazas vagas, el embajador de Egipto sigue en Israel.
Prosigue el diario español:
Israel sigue ocupando y colonizando ilegalmente Cisjordania y mantiene el bloqueo sobre Gaza, desbordando la capacidad de la Autoridad Palestina y del Gobierno de facto de Hamás para controlar a las facciones partidarias de incrementar la violencia.
Parecería que este es el punto al que quería llegar el editorial de El País desde el principio. Da igual que terroristas infiltrados desde Gaza acribillen y lancen cohetes sobre civiles israelíes, lo que al editorialista le interesa es volver a hablar de ocupación y colonización. Al margen de que desde una perspectiva puramente legal no se debe hablar de territorios ocupados (se convirtieron en res nullius al ser rechazados por los palestinos en 1948) y de que según el derecho internacional el bloqueo de Gaza es legítimo (así lo contempla el Manual de San Remo sobre el Derecho Internacional aplicable a los Conflictos Armados en el Mar), llama la atención la voluntad del editorial del diario para convertir en inocentes a los miembro de Hamás que por culpa de Israel no puede controlar a las facciones partidarias de incrementar la violencia.
¿Hamás quiere evitar la violencia? Al editorialista le convendría leer la carta fundacional del movimiento, calificado como grupo terrorista por los países occidentales. Si le echara un vistazo descubriría que ahí Hamás explica claramente su pacífica visión, como por ejemplo en su Artículo 7: “No vendrá el Día del Juicio hasta que los musulmanes combatan a los judíos, hasta que los judíos se escondan tras las montañas y los árboles, los cuales gritarán: ‘¡Oh, musulmán! Un judío se esconde detrás mío, ¡ven y mátalo!'”.
Si, escéptico ante los fundamentos de Hamás, el editorialista prefiriera atenerse a las declaraciones de principios más recientes, no tiene más que escuchar las declaraciones de sus líderes, que llaman sistemáticamente a la lucha con Israel.
Pero para el editorial de El País, los ataques y las declaraciones de Hamas sólo consiguen que
el Gobierno de Netanyahu encuentra la excusa perfecta para detener cualquier avance en el proceso político y lanzar operaciones de castigo.
¡Objetivo cumplido!: el editorial de El País ya ha pasado de relativizar los daños a convertir a la víctima en agresores. Poco importa que sea Mahmud Abbas quien se niegue a volver a la mesa de negociaciones (el Washington Post llamó a esta estrategia el Abbas Waiting Game), el editorialista ya ha acusado a Netanyahu de detener cualquier proceso político.
En respuesta a estas últimas, Hamás ha declarado rota la tregua que mantenía desde la Operación Plomo Fundido.
¿De qué tregua habla el editorial de El País? En lo que va de año más, han caído en Israel más de trescientos misiles Esa es la tregua que ofrece Hamás, como gobernante de Gaza.
Leyendo este editorial uno se pregunta si es resultado de la ignorancia o simplemente de la mala voluntad. Sea cual sea la respuesta, artículos con esta capacidad de tergiversar la información oscurecen permanentemente la reputación de un diario como El País que pretende ubicarse como un referenteinternacionala nivelnoticia y opinión.