Enric González, un periodista apreciado, es el nuevo corresponsal de El País en Jerusalén.Y González, enfrentado con su primera crisis en el Medio Oriente, ha mostrado más de una falla en sus recursos periodísticos. Como tantos otros, González no resistió el empujón de los prejuicios prevalentes.
El 31 de mayo escribe González: Israel asalta la legalidad internacional (sin ningún tapujo en el título; así, desde el vamos). El siguiente extracto procede de esa nota:
Como en Gaza, hace dos inviernos, Israel actuó a puerta cerrada. No dio listas de muertos ni de heridos.
González es rápido para extender culpa a Israel. Tendría que haber estado informado de que numerosos activistas (hasta 50)de varias organizaciones terroristas se encontraban en el Mavi Marmara y no portaban documentos. Muchos otros pasajeros arrojaron sus pasaportes al mar antes de llegar al puerto de Ashdod. Sólo al llegar los cuerpos a Turquía sus familias los identificaron. González no menciona los activistas pacifistas indocumentados. Era importante mencionar que quizás tienen un pasado NO PACIFISTA que ocultar;y si no, por qué ocultar la identidad, siendo que claramente el pasaporte es demandado en cualquier cruce de fronteras.
Todo comenzó hacia las cuatro de la madrugada, cuando no había amanecido todavía y la flotilla se encontraba lejos de las 20 millas que marcan las aguas territoriales que Israel considera suyas, pese a no tener presencia en Gaza.
Este es un comentario sesgado a la vez que basado en una premisa errónea. La desinformación del por qué de la acción es completa: No se trata de si Israel considera 20 millas de aguas territoriales a pesar de no tener presencia en Gaza, sino de que Israel mantiene un bloqueo de mar y cielo sobre Gaza para prevenir el rearme de Hamas. Este bloqueo es legal dado que Hamas ha mantenido un estado de guerra hacia Israel sin pausa, antes y después que Israel se retirara completamente de la Franja. Mientras Israel previene el rearme, hay menores probabilidades de que tenga que invadir Gaza para terminar con las armas que Hamas usa contra civiles israelíes, como sucedió hacia el final del 2008 y principios del 2009 (en la Operación Plomo Fundido). Si González quería sugerir que el lugar (las coordinadas geográficas) hizo el abordaje de los soldados israelíes a la flotilla ilegal, no lo consiguió ya que tanto el bloqueo como el lugar del abordaje no son ilegales, sean las aguas internacionales o no. Están ambos respaldados por el Manual de San Remo sobre la ley internacional sobre conflictos marítimos armados.
Imperdible es la descripción de González de lo ocurrido:
También parece claro, por otra parte, que el asalto fue planificado de forma lamentable, sin considerar siquiera que algunos de los activistas (en las imágenes de los enfrentamientos parece participar solo una pequeña parte del pasaje de la nave) pudieran ofrecer resistencia. Los soldados portaban rifles cargados con balas de goma. En cuanto los primeros en abordar el Mavi Mármara comunicaron a los mandos que estaban siendo atacados y que su vida corría peligro, recibieron la autorización de usar sus pistolas y fuego real, y lo hicieron. El resultado fue la matanza.
González omite especificar que los pasajeros de la flotilla eran autodenominados activistas pacíficos, por lo tanto, no era de esperar que pudieran ofrecer resistencia, y en base a eso se planificó, según lo explicó el ejército israelí. Los soldados abordaron con las manos vacías, las cuales necesitaban para sostenerse de la cuerda que los bajaba de un helicóptero. Portaban rifles cargados con bolas de pintura, como los que usan los niños, no balas de goma como dice González, a tal punto era la confianza de que se trataba de pacifistas en el barco. González no menciona que los soldados israelíes no venían en plan de ataque ni de matanza sino de abordaje pacífico a una nave con pasaje civil, presuntamente pacifista. Pero no. González lo llama la matanza. Llamar matanza a actuar en defensa propia es realmente descolocado. Los soldados fueron atacados con violencia de linchamiento, como lo describe el mismo González:
Uno de ellos fue agredido y arrojado a la cubierta inferior, donde, según los militares, quedó inconsciente. Otros fueron apaleados con barras de hierro, atacados con cuchillos o golpeados con bolsas de canicas …
Si no desenfundaban un revólver, los despedazaban a cuchilladas, de eso sí no cabe duda (como es evidente en los videos y las fotos). En lugar de elogiar al ejército israelí por el hecho de que no llevaban rifles y ametralladoras (como lo haría cualquier ejército o armada), de que se confiaron en bajar desarmados, de que Israel los envió a tomar el barco en lugar de atacar el barco, González termina por llamar matanza a la defensa propia contra una violencia programada.
El empeño israelí en mantener a toda costa el bloqueo de Gaza ya no es comprendido por casi nadie.
¿A quién se refiere Gonzalez con casi nadie? El empeño israelí de bloquear Gaza a la entrada de armamentos lo entiende cualquier persona que ha observado todos estos años los ataques sin pausa desde Gaza a Israel. Es más, el incidente de la flotilla lo deja todavía más en claro: Turquía se movilizó para realizar un teatro como es esta flotilla de ayuda a Gaza (hasta hoy día, el 8 de junio, Hamas no acepta la ayuda enviada; lo que indica que es, aparentemente, innecesaria) para congraciarse con Hamas y la Hermandad Musulmana, y tras todo esto, Irán, que apoya a Hamas y aspira a extender su influencia islamista a toda la región. Los que no comprenden que Israel no quiere que Hamas se arme – imponiendo un bloqueo a las armas- y que Irán se instale en Gaza, no pueden querer otra cosa que la destrucción de Israel.
No hay hambruna, pero sí carencias hospitalarias, casas semidestruidas, casos de malnutrición y una desesperación generalizada.
Si González se hubiera interiorizado de las fotos que emergen de Gaza, vería que es imposible que haya malnutrición. Israel ha proveído, en los primeros tres meses de 2010 (Enero a Marzo) 100,000 toneladas de cargo a Gaza, en 3,676 camiones. De ellos, 48,000 toneladas de comida, 40,000 toneladas de trigo, 2,760 toneladas de arroz, 1,987 toneladas de ropa y calzado y 553 toneladas de leche en polvo y comida de bebé. Con estos abastecimientos, los mercados de Gaza están visiblemente colmados, y es imposible que haya malnutrición en Gaza, por lo menos no por falta de abastecimientos.
En el mismo período de 2010, Israel envió 152 camiones con equipos y materiales médicos a Gaza. En una semana típica (como en Mayo de 2010), 37 camiones con productos higiénicos fueron enviados. Un aparato nuevo de tomografía fue enviado recientemente a Gaza y 10,544 pacientes con sus acompañantes salieron de Gaza en el 2009 para recibir atención médica en Israel.
González escribe que hay malnutrición y escasez médica sin chequear los factos. Lo más importante es que González apalea a Israel con carencias en Gaza que no lo son, pero en ningún momento menciona que Israel abastece a Gaza mientras desde Gaza se ataca a poblados civiles de Israel con morteros y misiles. Israel no está obligada a abastecer a Gaza y sin embargo lo hace. González no hace mención en ninguna parte de Hamas y de sus declaraciones de matar a todos los judíos y destruir a Israel, además de la responsabilidad de Hamas en los problemas de la población de Gaza, o la participación de Egipto en el bloqueo de Gaza. En resumen, Israel es manifiestamente la única responsable por la situación en Gaza, según González, a pesar de que sufre los ataques de Gaza y procura ayuda a Gaza.
El cargo del título del artículo, el de ilegalidad, no ha sido demostrado en el texto del artículo. Lo que es sólo una maniobra periodística: títulos sirven muy bien para dejar una impresión sin que importe si el artículo lo demuestra o no. La nota de González omite información importante, omisiones que usó para ofrecer un reporte desbalanceado sobre las opciones de Israel ante las políticas de Hamas y sus nuevos partidarios pacifistas internacionales. Su lenguaje de asalto a la legalidad, matanza y su caracterización de la situación en Gaza conteniendo malnutrición y carencias hospitalarias son graves faltas a la verdad y más que nada, una calumnia.
En la nota: La ONU choca contra el muro israelí del 8 de junio de 2010, escribe González:
La ONU, en especial, es considerada por el establishment israelí como un organismo controlado por musulmanes, antisemitas y, en general, enemigos de Israel. El trabajo del juez sudafricano Richard Goldstone sobre la Operación Plomo Fundido, en la que condenaba diversas acciones tanto por parte de Israel como de Hamás, no solo fue rechazado por Israel: se fomentó contra Goldstone una campaña de desprestigio por su trabajo en la Sudáfrica del apartheid y, paradójicamente, por su condición de judío no entregado a la causa israelí.
González no parece conocer los datos reales, los que tendrían que ser su provincia, y que son: De las 700 resoluciones que la ONU ha pasado desde que fue establecida en 1945, 450 han sido para condenar a Israel. Ninguna ha sido pasada contra ningún estado Árabe y ninguna contra una organización terrorista! En otras palabras, de los 194 países en la ONU, más del 60% de las resoluciones se refieren a un solo país: Israel. González relata con marcado cinismo, que el establishement israelí considera a la ONU antisemita y controlada por musulmanes, cuando es abundantemente claro que es así y que el gobierno de Israel sería irresponsable en su trabajo, como lo demuestra ser González en el suyo, si no lo supieran. En cuanto a Goldstone, ya se ha escrito sobre sus métodos de recolección de datos bajo la mirada de Hamas; vaya método de investigación objetivo. González plantea que existe un prejuicio israelí, en lugar de presentar estas verdades objetivas como son. No sólo que Israel sufre del prejuicio en las Naciones Unidas, pero también es acusada por González de que no es así en realidad y que sólo Israel lo percibe así, siendo ahora acusada de manifestar un problema moral de paranoia.
Similarmente, escribe en el párrafo siguiente:
Pero, pese a la repugnancia, solo una comisión internacional podía hacer algo que a Netanyahu le apetecía muchísimo: investigar de forma pública el papel del Gobierno turco, y del primer ministro Recep Tayyip Erdogan en concreto, en la financiación y organización de la flotilla de la libertad que intentó romper el bloqueo de Gaza. Con esa acción, Erdogan ha alcanzado un enorme prestigio en el mundo musulmán.
Durante el Consejo de Ministros, Netanyahu dijo que el espionaje israelí había comprobado que al menos 50 de los pasajeros turcos del Mavi Mármara habían embarcado “en un puerto distinto” y no habían sido sometidos a ningún tipo de control antes de subir a bordo. Su tesis consistía en que esos activistas turcos, supuestamente entrenados en “campos terroristas” de Afganistán y Pakistán y “vinculados al terrorismo islámico”, habían planificado un ataque a los soldados israelíes con la intención de provocar un baño de sangre y un escándalo internacional.
Es del todo evidente que haber incluido terroristas en estas naves que se tildaban para todo el mundo de pacifistas y las que incluían autores reconocidos y premios Nobel de la paz, es un acto abominable al poner las vidas de inocentes pasajeros en peligro y manipular suciamente a los medios de difusión. La procedencia y actividades previas de estos participantes son accesibles para cualquier persona que quiera investigarlos. González omite esta información en su artículo. González intima que Netanyahu manipula la investigación de los hechos para que se descubran las acciones de Erdogan, el Primer Ministro turco. Luego del baño de calumnias a los que El País y otros cientos de publicaciones han sometido a Israel en esta semana pasada, es natural que Netanyahu busque que se sepan los hechos sobre quién organizó esta flotilla y quién iba en ella.
Muy desafortunadamente para la cobertura periodística del Medio Oriente, González no ha demostrado que se rige por estándares periodísticos de balance y rigor. Despliega omisiones importantes que le permiten ofrecer una narrativa sesgada de lo ocurrido a más de hacer solamente a Israel responsable de las carencias en Gaza y de los acontecimientos en el Mavi Marmara. González sostiene que Israel no tiene razón de juzgar a las Naciones Unidas como un organismo antisemita y en contra de Israel cuando los hechos claramente indican que tal juicio es valedero. Su reportaje ofrece parcialidades que no hacen honor a la verdad con consecuencias importantes para la postura de sus lectores hacia Israel.