A raíz de la decisión tomada por el diario EL PAÍS de prescindir de su colaborador, el director de cine Nacho Vigalondo, debido a sus comentarios en Twitter en los que negaba y banalizaba la Shoá, el redactor del diario EL MUNDO, Quico Alsedo quiso mostrar su solidaridad con el cineasta despedido, publicando en su blog una serie de difamaciones contra los judíos e Israel.
Su artículo Ojalá Vigalondo fuera Hitler ataca a aquellos que se sintieron ofendidos por los comentarios de Vigalondo, acusándolos de falta de sentido del humor, de carencia de RAM mental y de ser unos catedráticos en coñazos.
Su artículo es un compendio de judeofobia clásica adaptada a los tiempos modernos, en el que no faltan complots, conspiraciones, paranoias y ansias de dominio.
El periodista, habitualmente crítico musical, se adentra en los farragosos terrenos del sentido del humor y lamenta que por culpa de la corrección política, Al final va a estar prohibido decir hola simplemente porque herimos a los que dicen adiós.
El problema es que el diario EL PAÍS no prescindió del señor Nacho Vigalondo por sus chistes sino por sus comentarios negacionistas y por su banalización del Holocausto. Esto, que Quico Alsedo tilda de ironía es delito en ciertos países como Alemania y en cualquier caso es considerado una clara prueba de antisemitismo según la European Union Agency for Fundamental Rights (FRA) y la Organization for Security and Co-operation in Europe (OSCE)
Tras dejar claro que para él negar el asesinato industrializado de seis millones de seres humanos es simplemente una prueba de sentido del humor, Alsedo apunta específicamente a los culpables de la desdicha de Nacho Vigalondo:
La última víctima es el cineasta y sobre todo showman (es lo que mejor hace) Nacho Vigalondo. El lobby judío ha conseguidocasi reducirle a paria mediático con el apoyo del columnismo facha, obviamente encantado de apedrear a la otra trinchera.
Él mismo va diciéndole asu gente estos días que está acojonado ante la perspectiva de que su carrera en EEUU -le han comprado ‘Los cronocrímenes’ para hacer un remake- haya quedado reducida a cenizas visto el poder allí de la cosa hebrea.
Aquí, Alsedo aporta su moderna versión de Los Protocolos de los Sabios de Sión : el lobby judío (ligado en esta ocasión al fascismo) que controla los medios de comunicación y ha conseguido que echen a Vigalondo de su trabajo. Pero además también peligra su futuro ya que Hollywood, la industria del cine, estaría controlada por la cosa hebrea (¿Cosa? ¿Pretende hacer referencia a la Cosa Nostra? ¿habla de una mafia hebrea? ¿En qué basa esa seria acusación?).
Recordemos que según la definición oficial de antisemitismo de la European Union Agency for Fundamental Rights (FRA) y la Organization for Security and Co-operation in Europe (OSCE), es antisemitismo: Hacer acusaciones falsas, deshumanizadoras, demonizadoras o estereotipadas sobre judíos como tales, o sobre el poder de los judíos como colectivo, tales como el mito de una conspiración judía mundial, o el control de los judíos sobre los medios, la economía, el gobierno u otras instituciones de la sociedad.
Quico Alsedo prosigue con su catálogo de argumentos judeófobos inconexos entre sí:
Quien trabaje en un periódico sabrá que es imposible publicar nada relacionado con lo judío sin que te abrasen a cartas al director.No es ningún secreto que la embajada de Israelse reúne con frecuencia con todo aquel que toque poder, en una obsesión por el control bastante freak.
Basta echar un vistazo a la prensa para ver que se puede publicar cualquier cosa sobre lo judío. El problema surge cuando lo que se publica es falaz, ofensivo y pretende crear animadversión contra lo judío. En ese caso, el agredido tiene todo el derecho del mundo a manifestar su desacuerdo de manera pacífica y civilizada, apelando a la razón, a través de esas cartas que al señor Alsedo tanto parecen molestar. Para ello existe en algunos periódicos un defensor del lector o una sección dedicada específicamente al correo recibido.
Con respecto a las reuniones de la embajada de Israel, no parecen demasiado diferentes de la de cualquier embajada… sólo que al tratarse de Israel y de judíos, deben aparecer las palabras poder y control para infundir temor, y la palabra freak para hacer burla y deshumanizar.
Sigue este crítico musical:
La conspiranoia, auspiciada por EEUU,llega a términosabsurdos. Hace poco conocí a una diplomática yanqui muy interesada en saber “por qué España es un país tan antisionista”. Me quedé a cuadros. ¿Lo dicen por el pañuelo palestino de Bisbal?
Tal vez esa diplomática yanqui a la que hace referencia Alsedo lo dice por el pañuelo palestino que el presidente del gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, lució en un acto público durante la guerra que Israel libraba contra el grupo terrorista Hezbollah. O tal vez lo dice porque en todas la encuestas realizadas en España Israel figura entre los tres países peor valorados. También cabe preguntarse si no tiene nada que ver el hecho de que distintos estudios de esto últimos años señalan a España como uno de los lugares donde más ha prosperado el antisemitismo, generalmente disfrazado de antisionismo.
Alsedo prosigue su artículo lamentando que este lobby judío todopoderoso de mala imagen a los judíos porque él conoce a algunos que
son gente muy normal, con un interesante rollo aristotélico, muy formados, constructivos.
Otro de los argumentos más recurrentes en el discurso judeófobo moderno tiene que ver con este algunos de mis mejores amigos son judíos, un modo de intentar demostrar nulo prejuicio. Sin embargo, esos judíos son considerados judíos buenos siempre y cuando no hablen a favor de Israel, o en este caso concreto, que no intenten defenderse, que no escriban cartas de protesta y que les hagan mucha gracia los chistes acerca de hornos crematorios, en los que probablemente fueron exterminados algunos de sus antepasados. Si esto no es así, el judío bueno pasa a ser, en palabras de Quico Alsedo:
gente que se dedica a fumigar las opiniones ajenas y no sabe reírse de la suya.
Habrá que recordar al señor Alsedo la cantidad de humoristas judíos que han hecho chistes acerca de sí mismos, de su condición, de su judeidad o incluso de periodos terribles de la historia. La única diferencia es que el humor no tenía como objetivo la denigración ni su mensaje último era la negación de la mayor barbarie humana.
Termina Quico Alsedo con dos párrafos en los que frivoliza y desprecia a las víctimas de la Shoá, a la vez que se aventura en comparaciones entre judíos y nazis:
Las cazas de brujas son una muestra de pequeñez y, a veces,victimismo: coño, sí, murieron no sé cuántos millones de judíos, pero ¿los mató Vigalondo? La implacable policía de lo correcto participa de un aliento… ¿Cómo decirlo para ofenderla lo más posible? Un aliento nazi.
Ojalá Vigalondo hubiera sido Hitler, porque entonces el Tercer Reich habría sido un descojone y no una orgía de muerte.Amigos de Sión,pretender pagar la sangrecon sangre, siquiera mediática y/o metafórica, es directamente ridículo.
Da la impresión de que más que un ejercicio solidario con Vigalondo, Quico Alsedo se quiere subir al carro del escándalo que tan rentable resulta en estos tiempos en los que apenas hay condena por el abuso verbal y la incitación al odio.
Por ello es tan importante el gesto realizado por el diario EL PAÍS, dejando clara su firme condena al negacionismo, y por ello es importante que EL MUNDO reaccione ante este blog que se encuentra en sus dominios. Más aún cuando este mismo periódico fue motivo de polémica por haber ofrecido su tribuna al negacionista David Irving.
Cabe pedirle a EL MUNDO una declaración pública desligándose y condenando los comentarios de Quico Alsedo, de lo contrario su silencio será interpretado como la aceptación de unos argumentos violentamente judeófobos.