El rapto de la ONU (II Parte)

“… los propagandistas soviéticos y sus facilitadores de la ONU ayudaron a Yasser Arafat a complementar la campaña de terror de la OLP con una guerra ideológica para formar una opiniónpública mundial.” Gil Troy, Profesor de Historia en la Universidad Mc Gill de Montreal

El presidente del Comité para los Derechos Palestinos, Abdou Salam Diallo, dirigiéndose al Consejo de Seguridad el 25 de julio de 2012 dijo:

“Con todas las crisis agudas y los trastornos que están teniendo lugar en la región [Oriente Medio], sería erróneo subestimar las amenazas a la paz y seguridad internacionales del conflicto palestino-israelí. La situación actual de ni guerra ni paz es insostenible. En lugar de centrarnos en el manejo de conflictos, debemos fortalecer nuestros esfuerzos para buscar una solución a largo plazo.”

Es decir, los muertos se acumulan en Siria pero lo único que interesa, lo verdaderamente importante para el mundo debe ser el conflicto árabe-israelí, ese “gran obstáculo para la paz mundial”. Una vez se “resuelva” este conflicto, la paz reinará en el mundo entero, Bashar Al-Assad se abrazará fraternalmente con sus opositores y en Irán dejarán de ejecutar a los homosexuales y de amenazar a Israel con un genocidio. Jordanos, libaneses y egipcios dejarán, a su vez, de discriminar a sus “hermanos” palestinos y la humanidad toda regresará al jardín del Edén.

Todo muy lindo, pero, ¿es realmente este conflicto una “amenaza para la paz y seguridad internacionales”?

Rotundamente, no.

El periodista Ben Dror Yemini escribió un extenso y documentado artículo (Y el mundo permanece en silencio, septiembre de 2006) donde da cuenta de las víctimas del conflicto árabe-israelí:

“La Guerra de la Independencia de Israel, también conocida como la Guerra del ´48, dejó entre 5.000 a 15.000 muertos, entre palestinos y ciudadanos de países árabes. […] El siguiente acontecimiento de importancia fue la Guerra del Sinaí, en 1956. Alrededor de 1.650 egipcios murieron, unos 1.000 por fuego israelí y, aproximadamente, 650 por parte de fuerzas francesas y británicas. Luego vino la Guerra de los Seis Días (1967). Las cifras estimativas más elevadas hablan de 21.000 árabes muertos en los tres frentes: Egipto, Siria y Jordania. La Guerra de Yom Kipur (1973), tuvo como resultado 8.500 árabes muertos, en sólo dos frentes: Egipto y Siria. Luego hubo guerras “más pequeñas”: la primera Guerra del Líbano que, inicialmente, fue contra la OLP (Organización para la Liberación Palestina), y no contra el Líbano. Fue una guerra dentro de otra guerra – fueron los años de la sangrienta guerra civil en el Líbano… Y … en la segunda Guerra del Líbano, en la que murieron alrededor de 1.000 libaneses. Miles de palestinos han muerto durante la ‘ocupación’ israelí en los ‘territorios’, comenzada a fines de la Guerra de los Seis Días. La mayoría, durante las dos Intifadas; la primera, que comenzó en 1987, con un saldo de 1.800 palestinos muertos y, la que empezara en el año 2000, con un resultado de 3.700 palestinos muertos. Entre estas dos fechas, hubo más acciones militares que ocasionaron más víctimas fatales árabes. Si exageramos, podemos decir que se trató de unas cien muertes más. Cientos. No cientos de miles. No millones. El recuento total alcanza unos 60.000 árabes muertos en el marco del conflicto árabe – israelí. Entre ellos sólo unos miles de palestinos, aunque es por ellos, y sólo a causa de ellos, que Israel es blanco del odio del mundo”.

Por otra parte, según informaba el Jerusalem Post el 26 de marzo de 2009, de acuerdo a las cifras provistas por el Ejército de Defensa de Israel, hubo 1166 (1400 según Global Research) palestinos muertos (709 terroristas según el Ejército israelí) en la Operación Plomo Fundido (contra el lanzamiento de cohetes desde Gaza contra la población civil israelí).

El propio Jerusalem Post, a su vez, informaba el 22 de noviembre de 2012 que según fuentes de Gaza, 163 palestinos murieron durante la Operación Pilar de Defensa (una vez más, iniciada debido a la escalada de ataques con cohetes desde Gaza).
(Fuente: Ben Dror Yemini)
(Fuente: ídem)
Lo dicho, el conflicto árabe-israelí no es, ni por asomo, una amenaza para la paz mundial. Es, en todo caso, la excusa para varios sectores y varias ideologías para poder señalar a Israel en un marco “apropiado” para mantener las apariencias (algo que se logra cada vez menos).
(Fuente: ídem)

OLP: Terrorismo y premio

A partir de los años 1970, mientras la OLP estaba abocada al terrorismo y a la destrucción de un estado miembro de la ONU, ésta, paradójicamente, comenzó a recompensar a la organización palestina.

Así, Alan Dershowitz, ex profesor de Derecho de la Universidad de Harvard, indicaba que la ONU ha fomentado activamente el terrorismo, recompensando a sus perpetradores primarios, legitimándolo como táctica, condenando a sus víctimas cuando intentan defenderse y describiendo a los asesinos de niños inocentes como “luchadores de la libertad”. La conclusión ineludible es que la ONU ha servido como un megáfono internacional para el mensaje perverso de que cualquier pueblo que sienta que está ocupado tiene derecho a “resistir” la ocupación mediante el asesinato al azar de civiles en cualquier parte del mundo.

El propio Dershowitz, en su libro The case for Israel, proponía:

“El fracaso a la hora de comprender – o peor aún, de comprender, pero no reconocer – la diferencia fundamental entre deliberadamente atacar a civiles y accidentalmente matar a civiles en el curso de la propia defensa, refleja necedad moral, en el mejor de los casos, o, en el peor, la hipocresía más absoluta. También anima a aquellos que deliberadamente utilizan el asesinato de civiles como un medio para lograr la “igualdad moral” con sus enemigos… en el tribunal de la opinión pública.”

Existe una inmensa diferencia cualitativa entre un mal intencional y uno no intencionalidad. Pero en la ONU ya no está para esas cuestiones.

La política del organismo internacional respecto del conflicto árabe-israelí (y de la llamada “cuestión palestina”) parece haber seguido los lineamientos planteados por Protágoras – sofista griego, segunda mitad del siglo V a.C. – que postulaba que:

“Sobre lo justo y lo injusto, lo bueno y lo malo sostengo con toda firmeza que, por naturaleza, no hay nada que lo sea esencialmente, sino que es el parecer de la colectividad el que se hace verdadero cuando se formula y durante todo el tiempo que dura ese parecer.”

La ONU o, mejor dicho, quienes la han secuestrado, han relativizado hasta lo esperpéntico el terrorismo palestino y las negativas de su liderazgo a negociar; han tergiversado las propias resoluciones del Consejo de Seguridad (cuando no las ha ignorado por completo); han magnificado el problema de los refugiados; han creado comisiones y divisiones especiales para los palestinos; han manipulado la historia, el derecho internacional y la realidad; y, como némesis de la “víctima” palestina que han creado, han erigido el paradigma del victimario: Israel. Finalmente, impusieron este producto a la “comunidad internacional” (esa voz abstracta y ubicua), a la “mayoría” para que lo transformara, a la manera de Protágoras, en lo “verdadero”, lo “real”.

Y así, los árabes palestinos tienen carta blanca: el punto 5 de la resolución 3236 (de 1974) de la Asamblea General de la ONU “reconoce… el derecho del pueblo palestino a recuperar sus derechos por todos los medios…”

El jurista australiano Julius Stone, decía en su libro Israel and Palestine: Assault on the Law of Nations, que “la Asamblea General, en 1974, se colocó virtualmente en el papel de cómplice, al alentar la renovación del tipo de agresión que, con anterioridad, había sido señalado para su condena perentoria.”

Y aseguraba que:

“Este lamentable papel está subrayado por la expresa aprobación, por parte de la resolución, de la utilización por parte de la OLP de ‘todos los medios‘ para alcanzar sus fines; y por su llamamiento a todos los estados y las organizaciones internacionales para que asistan en dichos fines”.

Porque, en cualquier idioma, “todos los medios” son, precisamente, todos los medios. Una licencia para lo que sea.

La desmemoria selectiva y la perversión descarada de la realidad han posibilitado, en definitiva, , como Mitchell Bard define en su libro Myths and Facts, que los árabes empleen la “doctrina de la guerra de responsabilidad limitada:… los agresores pueden rechazar un acuerdo de avenencia y jugar a la guerra para ganar todo con la cómoda certidumbre de que, incluso si fracasan, pueden insistir en restablecer el status quo anterior”. En definitiva, la trampa-ONU: si los árabes, ganan, evidentemente ganan; si pierden, también ganan.

Breve cronología del espanto

21 de febrero de 1970: el vuelo 330 de SwissAir con destino a Tel Aviv fue hecho estallar durante el vuelo por el PFLP, miembro de la OLP. 47 personas fueron asesinadas.

8 de mayo de 1970: terroristas de la OLP dispararon con una bazuca contra un autobús escolar israelí. 9 niños y tres maestros de Moshav Avivim fueron asesinados.

6 de septiembre de 1970: aviones de TWA, Pan-Am y BOAC son secuestrados por terroristas de la OLP.

5 de septiembre de 1972: Masacre de Múnich —11 atletas israelíes son asesinados por un grupo autodenominado Septiembre Negro, que se dice que es parte de Fatah, que opera bajo el mando directo de Arafat.

15 de mayo de 1974: terroristas de la OLP se infiltran desde el Líbano y toman como rehenes a niños en la escuela Ma’alot. 26 personas, 21 de ellas niños, son asesinados.

9 de junio de 1974: el Consejo Nacional Palestino adopta el “Plan de Fases”, que llama al establecimiento de un estado palestino en cualquier territorio evacuado por Israel, para ser utilizado como base de operaciones para destruir a Israel. La OLP reafirma su rechazo de la resolución 242 del Consejo de Seguridad.

14 de octubre de 1974: la Asamblea General, a través de la resolución 3210 (XXIX) reconoce a la OLP como representante del pueblo palestino y la invita a participar en las deliberaciones de la Asamblea General sobre la Cuestión Palestina en la reunión plenaria.

Noviembre de 1974: la OLP se responsabiliza por los asesinatos de 4 israelíes en Beit She’an por parte del PDFLP.

13 de noviembre de 1974: la OLP, en la figura de su líder, Yasser Arafat – nacido en Egipto -, luciendo la funda de su pistola a la cintura, recibe un premio más por sus acciones terroristas: se lo invita a pronunciarse ante la Asamblea General, donde llamó a que el mundo eligiera entre “la rama de olivo o el fusil de un luchador por la libertad”. También proclamó su retórica del odio y sus libelos:

“El sionismo es una ideología imperialista, colonialista, racista; es profundamente reaccionario y discriminatorio; está unido por sus principios retrógrados con el antisemitismo…”

E, ironía o pavorosa causalidad, al año siguiente se aprobó en la Asamblea General la resolución que definía al sionismo como una forma de racismo.

22 de noviembre de 1974: la Asamblea General adopta la resolución 3237 (XXIX) otorgándole estatus observador a la OLP.

La OLP, honrada con tal responsabilidad, respondió a travésde miembros de Fatah, en Marzo de 1975, tomando rehenes en el hotel Savoy. Tres civiles y tres soldados israelíes resultaron muertos.

Pero por ello la OLP recibió otro premio: el 4 de diciembre de 1975 el Consejo de Seguridad consideró la solicitud, formulada por un estado miembro (Egipto), para la participación de la OLP en el debate del Consejo. La solicitud no se hizo con arreglo al artículo 37 o el artículo 39 del reglamento provisional del Consejo. El Consejo de Seguridad decidió que el día de la votación se invitar al representante de la OLP a participar en el debate y que la misma le otorgaría el ‘mismo derecho de participación que corresponde a un Estado Miembro cuando es invitado a participar en virtud del artículo 37′. Dicha invitación, por votación del Consejo, se repitió en lo sucesivo en numerosas ocasiones.

20 de enero de 1976, Líbano: Masacre de Damour (ciudad de mayoría cristiana). Según Robert Fisk, Pity the Nation: Lebanon at War, el ataque fue dirigido por el coronel Abu Musa, un alto comandante de la OLP y Fatah. El profesor Mordechai Nisan, The Conscience of Lebanon: A Political Biography of Etienne Sakr (Abu-Arz), indica que las estimaciones de los civiles muertos son de 582. La ONU, practicó un obediente silencio.

Marzo de 1978: Masacre de la Carretera Costera. Terroristas de Fatah secuestran un autobús que en la autopista Haifa-Tel Aviv. 21 israelíes fueron asesinados. La ONU, en silencio.

El 23 de Septiembre de 1982, en una carta de la ONU a un abogado privado, la Oficina de Asuntos Legales declaraba que “una revisión de la práctica procesal de las Naciones Unidas muestra que la Organización de Liberación de Palestina tiene ahora un estatus único en las Naciones Unidas con derechos de participación extensos y persistentes…”

1987, Primera Intifada. Mitchell Bard, indicaba en un artículo, que a lo largo de toda la Intifada, la OLP jugó un papel primordial en orquestar la insurrección. Y añadía que:

“El Liderazgo Unificado de la Intifada (UNLI, por sus siglas en inglés), dominado por la OLP, frecuentemente publicaba panfletos dictando en qué momento debía escalar la violencia, y quién sería su objetivo.”

El 9 de diciembre de 1988, mediante la Resolución 43/160A, la Asamblea General decidió que la OLP tenía derecho a que sus comunicaciones sean publicadas y distribuidas como documentos oficiales de las Naciones Unidas. Hasta la fecha, ningún otro observador goza de ese derecho.

El 15 de diciembre de 1998, la resolución 43/177 de la Asamblea General reconoció la proclamación del Estado de Palestina por parte del Consejo Nacional Palestino el 15 de Noviembre de 1988 y decidió, entre otras cosas, que la designación “Palestina” debía ser utilizada en lugar de la designación “Organización de Liberación de Palestina” en el sistema de las Naciones Unidas.

7 de julio de 1998: la Asamblea General adoptó la resolución 52/250, que le confería a “Palestina” derechos y privilegios de participación adicionales, que con anterioridad habían sido exclusivos para los estados miembro. El analista político Mitchell Bard, señala (Myths and Facts) que la Asamblea General aprobó otorgarles a los palestinos el rango exclusivo de miembro sin voto de los 185 miembros de la Asamblea y que su nuevo rango les otorgaba privilegios procesales que excedían a los de otros grupos con carácter de observadores ante la ONU, tales como Suiza y el Vaticano.

El 28 de octubre de 1998, Yasser Arafat, presidente de la OLP y de la Autoridad Palestina se dirigió ante el 53º plenario de la Asamblea General bajo el punto de la agenda: Debate General. Fue la primera vez en la historia de la ONU que una entidad que no es estado miembro participaba bajo dicho punto.

Año 2000, Arafat abandona las negociaciones de paz de Camp David, diciendo, una vez más, no a la paz; y lanza la segunda intifada.

El Director Adjunto de la Autoridad Política y Educación Nacional de la Autoridad Palestina, Mazen Izz Al-Din declaró (televisión de la Autoridad Palestina – Fatah – 28 de mayo de 2002):

“La Intifada de Al-Aqsa – si queremos ser sinceros y abiertos, la historia revelará un día – que la misma [la Intifada] y todas sus directivas pertenecen a la Presidente y Comandante Supremo Yasser Arafat”

Entonces, ¿pueden alegar aquellos que estaban en la primera línea de la política internacional desconocimiento de estos hechos?

No

¿Importa este hecho ahora? E, ¿importó entonces? No y no.

Así, el Consejo de Seguridad adoptó la resolución 1322 en octubre de 2000:

  • “Deplora la provocación llevada a cabo en Al-Haram Al-Sharif [Monte del Templo] en Jerusalén el 28 de septiembre de 2000…
  • Condena los actos de violencia, específicamente el excesivo uso de la fuerza contra los palestinos…
  • Llama a que… se eviten nuevas provocaciones…”
  • Pero tal “provocación” no había existido. La visita de Sharon a la explanada de las mezquitas fue sólo la excusa. Aún así, a los palestinos, otra vez, se les otorgaba carta blanca.

A propósito, Mitchell Bard (Myths and Facts) apunta que:

“… el Consejo de Seguridad ha condenado en repetidas ocasiones al Estado judío, pero ni una sola vez se ha adoptado una resolución crítica de la OLP o de los ataques de los árabes a Israel.”

La progresión es perversa: asesinatos e intransigencia, y recompensas y aplausos.

La organización UN Watch señala, además, un hecho de una causticidad supina. Las propias organizaciones terroristas (y los líderes palestinos) pregonan las resoluciones en Medio Oriente y en el extranjero como medio para justificar su intransigencia y sus métodos, y utilizan las resoluciones como armas en la campaña para despojar al Estado judío de su legitimidad.

Hoy, como ayer

En enero de 2009 finalizó el mandato de Mahmoud Abbas – también líder de Fatah – al frente de la Autoridad Palestina. A día de hoy, no ha convocado a elecciones. Y, rompiendo los acuerdos bilaterales firmados con Israel (que estipulan la solución negociada entre las partes), se presentó, de forma unilateral, en 2011 ante el Consejo de Seguridad y en 2012 ante la Asamblea General de las Naciones Unidas para buscar el reconocimiento como estado. La ONU procedió, en 2012, a escenificar (una vez más, como en 1988) otra gratificación mediática reconociendo a Palestina como estado observador no-miembro.
La “mayoría” había hablado.

UN Watch explica que a veces:

“… las resoluciones son citadas por los grupos anti-israelíes para demostrar que el mundo está con ellos”.

El mundo, “la comunidad internacional”, la “mayoría”, sostenida por reinterpretaciones y por la corrupción del derecho internacional.

De esta manera, las resoluciones relativas a Israel sirven como una ponderosa herramienta de propaganda para tildar a Israel de estado proscrito o paria. A lo que se suma, como apunta UN Watch, el hecho rutinario de apelar a la supuesta autoridad moral de dichas resoluciones por parte de las voces anti-israelíes en occidente. El lugar común “Israel desafía/viola/desoye/pisotea las resoluciones de la ONU” se repite hasta el cansancio, como si esa misma repetición validara aún más la impostura.

Acaso este patrón, ¿no evidencia un sesgo anti-israelí por parte de la ONU?

La cronología es breve e incompleta, pero refleja una pauta de acción muy clara por parte de la ONU, que no deja lugar a dudas sobre la respuesta que corresponde a este interrogante.

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