El director de cine Nacho Vigalondo, que dirige e interpreta el reciente anuncio del diario EL PAÍS banalizó el Holocausto desde su cuenta de Twitter, con chistes ofensivos.
El desprecio hacia la mayor barbarie jamás conocida en la historia fue iniciada por un comentario del director en el que negaba su existencia:
Inmediatamente, su mensaje despertó múltiples críticas. Sin embargo, esto no hizo que Vigalondo se echara para atrás en su discurso. Por el contrario, decidió seguir en su espiral de provocación, llegando a publicar cosas como:
¿Cómo se llamaba la película esa de Spielberg? Ah, sí… Parque Judaico
Cómo se llamaba la película esa de Spielberg… Ah, sí A todo gas.
Decoraban las paredes con cuadros de Degas
Cómo era la película de Spielberg… Anna Frank’s catch me if you can
Ante la lluvia de críticas a este director que también aseguraba que El niño del pijama de rayas se va de marcha o bromeaba con una película imaginaria Encuentros en la tercera fosa, Vigalondo consideró escribir un artículo aclaratorio en su blog (también alojado en los dominios de EL PAÍS) bajo el título Holocausto Vigalondo.
En dicho artículo, Vigalondo achaca las críticas de las que ha sido objeto a la falta de sentido del humor de los internautas y de los lectores, y también asegura que no es la primera vez que sus chistes provocan malestar.
Concluye con una supuesta disculpa, donde asegura que:
En cualquier caso, alguno estará en su pleno derecho de pensar que, en el principio de todo estaba mi provocación siniestra, tan fácilmente evitable. Que, a fin de cuentas, yo debería ser más cauteloso a la hora de practicar un humor tan negro, más ante tantos ojos de extraños, y más anunciando periódicos por la tele. En realidad no me cuesta pedir perdón por prender semejante mecha. Y pedir perdón por el incómodo fin de semana que algunos han vivido en la redacción del periódico a raíz de todo esto.
Y, por supuesto, está el perdón a todos los que se haya podido ofender con mis juegos de palabras y mis chistes. También les pido disculpas pero añado, no como arrogancia, sino como unarendidaadvertencia de mis limitaciones, de mis vaivenes, de lo poco que puedo prometer, de lo poco que puedo guionizar…
¡No entréis en mi twitter nunca más!
Es decir, ni una palabra sentida acerca de sus comentarios, ni un solo reconocimiento de error. Vigalondo simplemente piensa que tal vez debería ser más cauteloso con su sentido del humor, y lamenta haber incomodado al diario EL PAÍS, pero no hace una sola referencia a las víctimas a las que haya podido ofender, ni se desdice de sus afirmaciones.
Nacho Vigalondo es conocido en España por haber sido nominado en el año 2004 a los Premios Oscar en la categoría de mejor cortometraje. Actualmente protagoniza un anuncio publicitario del diario EL PAÍS, que él mismo dirigió.
Los comentarios antisemitas de este director definen en este caso a quien los ha emitido, pero también a sus nuevos seguidores en twitter. El diario La Información destacaba que después de lo sucedido, Sus tuites parecen haberse extendido por Twitter y le están reportando cientos de seguidores más al día. Ayer el cineasta contaba con 50.199 seguidores, 401 más que el día anterior, y hoy cuenta con 50.821, 622 más que ayer, aunque hay que reconocer que su tendencia ascendente no es solamente propia de estos días. Los une la judeofobia que comparten.
El ampararse en el sentido del humor para negar y banalizar la Shoá es moneda corriente en los antisemitas. Posicionándose en un supuesto plano intelectual superior, que el distanciamiento del humor les concede, aprovechan para lanzar su mensaje de odio. Así, el Irán de Mahmud Ahmadineyad llevaba este hecho al paroxismo a través de la convocatoria de un concurso de viñetas sobre el Holocausto.
Que el director de cine Nacho Vigalondo desprecie a título personal a las víctimas de la Shoá, que sea un negacionista disfrazado de outsider o que su discurso último sea de una violenta judeofobia es un problema que sólo lo atañería a él y a su consciencia, si no fuera porque él es actualmente la imagen del diario más leído de España.
En ese sentido, cabe esperar de un medio como EL PAÍS, que pretende ser referente internacional, que se desvincule clara y públicamente de alguien que niega y hace burla del Holocausto. De no hacerlo, estará amparando su discurso.