Llamaba la atención que se publicara a dos páginas y como primera noticia el mismo día en el que se producía un sangriento atentado en Estambul con decenas de muertos, o por delante del Premio Nobel otorgado el sábado al presidente de Colombia.
Rosa Meneses escribe sobre zonas en las que está prohibido el acceso de palestinos pero no escribe una sola palabra sobre los carteles y prohibiciones para los judíos de acceso a Cisjordania. De hecho, los palestinos tienen acceso al 98% de Hebrón. A modo de contraste, a los judíos se les prohíbe entrar a Hebrón árabe, y los israelíes actualmente sólo pueden estar en el 3% de la ciudad.
No puede la autora referirse a Hebrón como centro de violencia citando el atentado cometido por un israelí y no los numerosos ataques terroristas palestinos cometidos contra judíos e israelíes. En la conocida como Matanza de Hebrón, en 1929, todos los habitantes judíos fueron masacrados y/o expulsados de la ciudad. Tampoco son mencionados en el artículo los ataques sangrientos cometidos durante la Intifada en esa calle a manos de francotiradores palestinos. ¿Y cómo es posible hablar de Hebrón como algo palestino sin citar la historia y conexión de los judíos con ese lugar, que por cierto es su segundo más sagrado del judaísmo?
El artículo incluye una serie de errores, acusaciones infundadas y medias verdades, incluyendo el mantra de que los asentamientos están prohibidos por la Ley Internacional. Como ya han tenido que corregir varios medios en el pasado, no existe una Ley Internacional que haya declarado ilegales los asentamientos. Existen distintas teorías, y distintas valoraciones jurídicas.
Según todos los acuerdos firmados hasta el momento entre las partes, las fronteras serán definidas por los propios interesados. La legislación internacional apunta precisamente en esa dirección. Según las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad de la ONU, así como conforme a los Acuerdos bilaterales firmados por israelíes y palestinos y la Hoja de Ruta, la soberanía de esas tierras reclamadas por los palestinos deberá ser decidida mediante negociaciones entre las partes en conflicto, y según esos mismos acuerdos, israelíes y palestinos, pueden construir en las zonas por ellos administradas.
Escribe la autora: que “Para facilitar la vida de esos857 colonos que ocupan la ciudad vieja, las autoridades israelíes han expulsado a decenas de miles de palestinos de la ciudad vieja”.
¿Hay alguna cifra exacta? ¿Alguna fuente? decenas de miles?¿o es otra mezcla de información y agenda política?
Del mismo modo, cuando escribe que: ’En un kilómetro cuadrado del viejo Hebrón hay más de 100 ‘checkpoints’ militares israelíes’, dice un palestino. ¡¡¡¿100 checkpoints en 1 KM?!!! Que lo diga un palestino no significa que sea así. Incluso la OCHA da cifras bien diferentes, no sólo sobre Hebrón, sino sobre toda Cisjordania: Movement restrictions on West Bank roads tightened.
Sorprende aún más la afirmación de que “la historia de la calle Shuhada de Hebrón y de sus habitantes ilustra la ‘limpieza étnica’ que Israel practica en Cisjordania”. Una limpieza étnica tan exitosa que la población palestina aumenta incluso más que la judía. La falsa acusación que hace la autora es muy grave, y el empleo de comillas no le quita responsabilidad.
No esperamos que la autora defienda a Israel, ya que no es la labor de ningún periodista, pero tampoco debería ser el activismo anti israelí. Se supone que una pieza informativa debería aportar todos los datos para que el lector pueda juzgar de forma justa y no en base a medias verdades, omisiones y una narrativa claramente antiisraelí.