Para el diario español El Periódico, el 2 de julio de 2014, el Ejército se ceba en las familias de los sospechosos y destroza sus hogares, es decir se ensaña.
La autora del artículo, Ana Alba, comenzaba diciendo que:
El terrible desenlace del secuestro de tres adolescentes israelís ha conmocionado a Israel y hace temer a los palestinos que se produzca un castigo colectivo todavía más duro que el de las últimas semanas, en las que el Ejército israelí llevó a cabo redadas en toda Cisjordania para encontrar a Eyal Yifrach, Naftali Fraenkel y Gilad Shaar.
¿Castigo colectivo el operativo para buscar a los tres jóvenes secuestrados? ¿Por qué? ¿Porque es lo que afirma el liderazgo palestino? ¿Qué elementos sostienen este argumento? ¿El número de detenidos la mayoría de los cuales pertenece a la organización terrorista (sí, terrorista) Hamas?
El término – ya devenido en eslogan o en una etiqueta para desacreditar las acciones de defensa israelíes – castigo colectivo viene utilizándose por los líderes palestinos, las organizaciones pro-palestinas o anti-israelíes, desde hace tiempo, y para las más variadas situaciones. Desconocer esto y suscribir al mismo sin más, habla muy pobremente de la labor periodística de la redactora.
Enseguida hacía un recuento de las posturas dentro del ejecutivo israelí ante el suceso y la respuesta que debería seguirse; y dice:
Los bombardeos israelís en Gaza ya se han incrementado en los últimos días -ayer Israel atacó 34 puntos- igual que los cohetes que grupos palestinos han lanzado desde la franja sobre Israel. Según el Ejército, ayer se cayeron seis en el sur.
Este párrafo se olvida que los cohetes han estado siendo lanzados desde Gaza desde antes del secuestro y a pesar del supuesto alto el fuego. Que Israel respondía en operaciones defensivas contra objetivos terroristas que tiene como blanco a la población civil israelí.
El párrafo confunde al lector equiparando la respuesta con el ataque y confundiendo causas y consecuencias. La acción defensiva de un estado democrático, con la acción agresiva e indiscriminada de uno o más grupos terroristas contra la población civil del primero.
Posteriormente, y olvidándose de los jóvenes israelíes y de sus familias, se centra en el dolor de las familias de los terroristas palestinos miembros de Hamas acusados de secuestrar y asesinar a los jóvenes.
Decía la crónica:
Hamás niega estar detrás del secuestro y la muerte de los chicos, pero Israel asegura que los dos principales autores del rapto son Amer Abu Aisha, de 33 años, y Marwan Qawasmeh, de 29 años, dos palestinos de Hebrón que están en paradero desconocido desde que se produjeron los secuestros. Israel no ha presentado ninguna prueba que los inculpe ni que demuestre la autoría de Hamás, pero ya ha castigado a sus familias.
Los soldados llegaron ayer a las ocho de la tarde, cuando íbamos a romper el ayuno del Ramadán (mes sagrado musulmán)’, explica Nadia Abu Aisha, madre de Amer. El Ejército llegó y obligó a salir a toda la familia de la casa. Había 15 personas dentro, hombres, mujeres y niños’, explica Hisham Sharabati, de la oenegé palestina Al-Haq, delante de la casa de los Abu Aisha, en Hebrón. Luego lo destrozaron todo y dinamitaron el apartamento de Amer’, relata Sharabati.
Qué extraño, una de las fuentes de información, un miembro de una ONG Al-Haq, que propuso sabotear el sistema legal israelí inundando a la Corte [Suprema israelí] con peticiones con la esperanza de obstruir su funcionamiento y sus recursos.
También olvidó mencionar que Nadia Abu Aisha declaró que:
“Están echando la culpa sobre él, acusándolo de secuestro. Si realmente lo hizo estaré orgullosa de él hasta mi último día”.
En cambio, continuaba:
Las imágenes del interior de la casa eran impactantes: muebles volcados, sofás rajados, lavabos destrozados a golpe de martillo, cables de lámparas cortadas, la nevera desarmada, comida por el suelo.
En casa de los Qawasmeh se repetían estas estampas. Los soldados cogieron estos cuchillos de la cocina y rajaron todos los sofás’, dice un cuñado de Marwan. En el suelo de una de las habitaciones, aún están intactos los platos a medio servir un maqlube (plato típico palestino). Tras destrozar todo lo que había durante cuatro horas, dinamitaron el piso superior.
¿Imágenes impactantes o las imágenes de un registro a fondo?
Bueno, depende de, valga la redundancia, la imagen que se pretenda instalar entre los lectores: un Israel vengativo, irracional, que se ceba, que practica el castigo colectivo; frente a unos palestinos víctimas. Para esto último, la palabra terrorismo no ha de mencionarse ni una sola vez. Ni centrarse en las víctimas israelíes y sus familiares. Lo que, en definitiva, se ha hecho en esta crónica.
El siguiente párrafo corrobora la toma de postura de la redactora:
En la madrugada de ayer, el Ejército israelí arrestó a tres personas en Cisjordania y mató a un adolescente palestino en el campo de refugiados de Yenín. En la llamada zona E1, territorio palestino donde Israel quiere levantar un nuevo asentamiento que aislaría a Jerusalén del resto de Cisjordania, unos 30 colonos plantaron tiendas de campaña.
El adolescente palestino, según informó el diario Times of Israel, arrojó un artefacto explosivo a los soldados que respondieron con fuego real. Mientras que funcionarios palestinos dijeron que el incidente no parecía tener relación con las operaciones llevadas a cabo a raíz del secuestro de los tres jóvenes israelíes.
Por otra parte, ¿Por qué decide que la zona E1 es territorio palestino? ¿Dónde está escrito eso? ¿Cómo ha decido la redactora unas fronteras que nunca han existido y en las que palestinos e israelíes aún no se han puesto de acuerdo?
Tal vez de la misma manera en que se ha centrado en los familiares (como víctimas) de los sospechosos de secuestrar y asesinar a tres adolescentes israelíes. Tal vez de la misma manera en que no ha mencionada ni una sola vez la palabra terrorismo; o de la misma manera en que ha igualado las operaciones defensivas israelíes contra objetivos terroristas en Gaza (y en Cisjordania) y el lanzamiento de cohetes contra la población civil israelí. Tal vez de esa manera pueda llegarse a ver la realidad, o su adulteración, de manera maniquea, con unos buenos y unos malos bien definidos, y unos dueños de la tierra, muy evidentes.