Los medios, en tanto, decían el 1 de abril de 2014 lo siguiente:
El diario español El Mundo:
“Ante las cámaras de televisión y los dirigentes de la OLP y la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Abu Mazen ha firmado los documentos para solicitar la adhesión a 15 organismos y tratados internacionales adscritos a la ONU.Todo un desafío a Israel-que lo considera ‘iniciativa unilateral contraria a las negociaciones bilaterales’- y a Estados Unidos”.
La agencia española de noticias Europa Press:
“El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Annas, ha firmado este martes la solicitud de adhesión a 15 agencias de Naciones Unidas por la supuesta falta de voluntad de Israel de liberar a un nuevo grupo de prisioneros en el marco de las conversaciones de paz”.
“El presidenteMahmud Abbasha iniciado esta tarde el proceso para que Palestinase adhiera a 15 organismos y convenciones deNaciones Unidas, a lo que tiene derecho como estado observador que es desde noviembre de 2012”.
La agencia de noticias EFE:
“El presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Mahmud Abás, firmó hoy varios documentos al objeto de adherirse a 15 tratados y organismos internacionales en el seno de la ONU, informó la televisión oficial palestina”.
Pero en la carrera por lo inmediato, olvidaban, justamente, el contexto histórico y los hechos evidentes que lo componen y que señalan un proceder por parte del liderazgo palestino que se continúa sin solución de continuidad.
La Autoridad Palestina vuelve a recurrir al organismo internacional al que le dieron la espalda (en ese entonces los dirigentes de los árabes palestinos y los estados árabes) en 1947 – organismo claramente sesgado, que ha premiadola intransigencia y el recurso al terrorismo por parte de organizaciones palestinas como la OLP.
La resolución 181de la Asamblea General de las Naciones Unidas de 1947 recomendaba la partición del Mandato británico de Palestina (su parte occidental, puesto que la oriental había sido concedida a la dinastía hachemita) en dos estados independientes: “un estado árabe y un estado judío…”.
Como ya se ha señalado con anterioridad,su libro Israel and Palestine: Assault on the Law of Nations, Julius Stone, renombrado jurista australiano, reproduce una cita textual de los autores del informe An Internacional Law Analysis of the Major United Nations Resolutions Concerning the Palestine Question (ST/SG/Ser F/4, N.Y.: 1979)donde aseguran:
“Los Estados árabes no sólo votaron en contra de la partición [de Palestina], sino que inicialmente sostuvieron que era inválida. Es por lo tanto significativo [sic] que subsecuentemente la hayan invocado para presentar sus argumentos legales a favor de los palestinos…”.
Fueron, de esta manera, los propios estados árabes los que impidieron el establecimiento de un nuevo estado árabe en la región. Son los mismos, entre otros, que se apoyan en los principios básicos de la Resolución de Partición que no aceptaron, para reclamar lo que perdieron en dos guerras de agresión.
Una nueva agresión árabe (1967) propició la resolución 242 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, luego de que Jordania perdiera el territorio que ocupaba, y al que había denominado Cisjordania; y Egipto el de Gaza. La resolución decía:
1. Afirma que el acatamiento de los principios de la Carta requiere que se establezca una paz justa y duradera en el Próximo Oriente, la cual incluya la aplicación de los dos principios siguientes:
1) Retirada de las fuerzas armadas israelíes de territorios que ocuparon durante el reciente conflicto
3. Pide al Secretario General que designe un Representante Especial que mar che al Próximo Oriente, para establecer y mantener contactos con los Estados interesados a fin de promover un acuerdo y de ayudar en los esfuerzos para lograr una solución pacífica y aceptada, de acuerdo con las disposiciones y principios de la presente resolución.
Una solución pacífica y aceptada es, evidentemente, una solución a través de negociaciones y acuerdos. Algo a lo que el liderazgo palestino le da la espalda.
Habría tiempo para otra agresión árabe (1973) sobre Israel. Y, como consecuencia, una nueva resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la 338:
2. Insta a las partes interesadas a que empiecen inmediatamente después de la cesación del fuego la aplicación de la Resolución 242 (1967) de 22 de noviembre de 1967 del Consejo de Seguridad en todas sus partes;
3. Decide que, inmediatamente y en forma simultánea con la cesación del fuego, se inicien negociaciones entre las partes interesadas, con los auspicios apropiados encaminados al establecimiento de una paz justa y duradera en el Oriente Próximo.
El liderazgo palestino, que reclama en base a la resolución 242 (tergiversando su texto, claro está), viola ambas resoluciones puesto que se niega a negociar. En su lugar, pretende que existe un “territorio palestino” definido y que le corresponde parte de Jerusalén.
Enlos años 1990 llegaron los Acuerdos de Oslo. Alex Safian, analista de CAMERA, aclaraba que todos los acuerdos entre Israel y los palestinos han demandado que las disputas entre las partes deben resolverse a través de negociaciones directasy no a través de terceras partes. La Declaración de Principios(13 de Septiembre de 1993), que formalizó el proceso de paz entre israelíes y palestinos, exige, en su Artículo XV que:
“Las disputas derivadas de la aplicación o interpretación de esta Declaración de Principios, o de cualquier acuerdo subsiguiente relacionado con el período provisional, deben ser resueltas mediante negociacionesa través del Comité de Enlace Común que se establecerá de acuerdo con el Artículo X supra.”
Por su parte, Dore Gold, presidente del Jerusalem Center for Public Affairs y ex asesor para asuntos exteriores para el gobierno israelí, puntualiza que:
“…el Acuerdo Provisional Israelí-Palestino de 1995, que creó a la Autoridad Nacional Palestina, establece un principio fundamental: ‘Ninguna parte puede iniciar o tomar ningún paso que cambie el estatus de Cisjordania y Gaza, a la espera de los resultados de las negociaciones del Estatus Permanente’”.
Estas obligaciones fueron apoyadas por importantes miembros de la comunidad internacional (Unión Europea, Rusia, Estados Unidos, Egipto y Noruega) que, de hecho, fueron signatarios del Acuerdo Provisional en calidad de testigos.
El Cuarteto de Medio Oriente, por otra parte (Naciones Unidas, Unión Europea, Rusia y Estados Unidos), en una declaración emitida el 26 de junio de 2009, afirma que:
“…acciones unilaterales adoptadas por cualquiera de las partes no pueden [determinar de antemano] el resultado de las negociaciones y no serán reconocidas por la comunidad internacional”.
Alan Baker, ex asesor legal del Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel sostiene – según recoge Dan Diker en un artículo– que una acción unilateral palestina, además de violar el Acuerdo Provisional de 1995, socavará la legitimidad y la existencia legalmente sancionada de la Autoridad Palestina, en vista de que el Acuerdo Provisional sirve como base jurídica y fuente de autoridad para el establecimiento de la ANP, incluyendo sus instituciones.
Resoluciones y Acuerdos son fácilmente accesibles a través de internet (incluso están traducidos a varios idiomas). Omitirlos o citarlos de manera errónea sólo brinda un invalorable servicio a la desinformación.
Claro, que estos textos, no dejan muy bien parada a la llamada “narrativa palestina” y la “causa” a la que sirve.
Y todo ello, sin contar con las veces en las que el liderazgo palestino se ha marchado de la mesa de negociación (lanzando, en una de esas oportunidades, la campaña terrorista conocida como segunda intifada). Es que, como observaba Alan Dershowitz, se le ofreció a los líderes palestinos un estado en numerosas oportunidades: 1938, 1948, 2000 y 2007. En cada oportunidad, rechazaron la oferta, eligiendo, en su lugar, el camino de la violencia. Mahmoud Abbas rechazó una oferta de Ehud Olmert(¡que proponía una división de Jerusalén!), en 2008.
Tal vez, lo más llamativo todoes la incapacidad de los medios de comunicación de recoger y conectar con los eventos en curso, las declaraciones de funcionarios palestinos.
La organización Palestinian Media Watch (PMW) informaba también el 1 de abril de 2014 que:
“La única razón de la Autoridad Palestina para aceptar y continuar con las negociaciones de paz con Israel es lograr la liberación de los presos, indicó el portavoz de al Fatah Ahmad Assaf. Afirmando que la AP ‘chantajeó’ a Israel para liberar a los presos; Assaf explicó que en virtud de que la AP es miembro de la ONU, el AP es capaz de amenazar a Israel con llevarlo a la Corte Penal Internacional. Assaf sostiene que para evitar que la AP lo haga, Israel acordó liberar 104 presos, la mayoría de ellos cumpliendo condenas de prisión perpetua por asesinato”.
Es decir que la ONU es un medio para extraer concesiones de Israel. La estadidad parece, según las declaraciones de Assaf, algo muy secundario. Las propias negociaciones, también un medio, para excarcelar presos palestinos condenados por crímenes de sangre.
¿Qué dice de un liderazgo el hecho de que chantajee a un estado democrático para que libere asesinos y terroristas?
Ya en noviembre y diciembre de 2013, un líder de la AP, Nabil Shaath – comentaba PMW -, explicó que la razón por la cual la Autoridad Palestina no había “detenido las negociaciones” ser debía a que la AP quería cumplir su objetivo de que Israel liberara a todos los presos arrestados antes de los Acuerdos de Oslo.
¿Esto no es relevante en absoluto? ¿Se puede prescindir de estas declaraciones cuando se está informando sobre el recurso de la AP a la ONU como reacción a la negativa de Israel de excarcelar a la última tanda de presos?
Los medios – con contadísimas excepciones – parece ser que hace tiempo han decidido limitarse a ser repetidores, meros portadores de un discurso, de un mensaje, sin molestarse en realizar la tarea periodística de aportar otras voces, de contextualizar, de recurrir a los archivos para revisar qué tiene la Historia para decir.