Sorprendentemente, en el diario español El Mundo un destacable número de artículos respecto a Israel son redactados en su corresponsalía de… Estambul. No sería problemático si la periodista demostrara cierto conocimiento y rigor, pero sus textos carecen, en su mayoría, de los mínimos criterios periodísticos y caen en un activismo poco disimulado, como cuando define a Irán, Hamás, Hezbollah, etc., como “Eje de la Resistencia”.
En Un refugio convertido en objetivo militar: el 80% de las escuelas en Gaza han sido destruidas (8/8/24) el sesgo destaca, no tanto por lo que afirma, sino por lo que calla. Todo aquello que no explica es el marco que permitiría justamente entender la noticia.
- No explica que la cifra de muertos es la que ofrece Hamas, que además no distingue entre civiles ycombatientes.
- No explica la versión israelí acerca de los ataques: no se producen contra escuelas sino contra “terroristas que usan complejos civiles como escuelas para esconderse y atacar a Israel” – vale recordar que aquellas infraestructuras protegidas pierden dicha condición cuando son utilizadas con fines militares.
- No explica cómo Hamas dispara desde zonas humanitarias ni que roba y obstruye la distribución de ayuda humanitaria
- No explica el papel de la UNRWA en el conflicto:
– El hallazgo documentado de abundante arsenal y túneles en sus instalaciones.
– ¿Por qué, según sus cifras, hay hoy 5.9 millones refugiados cuando en la guerra del 48 fueron unos 700.000?
– No explica la condición hereditaria de refugiados palestinos ni el papel de UNRWA para perpetuar su condición, ni cómo alienta el odio contra Israel a través de sus textos educativos.
– Menciona, pero poniéndolo en duda, el hecho de que algunos de sus miembros estuviesen implicados en el ataque del 7 de octubre. Un ejemplo de tantos de sus vínculos con el terrorismo palestino.
En definitiva, nada de esto se explica porque la corresponsalía en Turquía no parece tener entre sus funciones informar y ofrecer hechos y distintas versiones, sino la de ejercer de megáfono de la trillada “narrativa” contra el estado judío.
Cabe preguntarse por qué El Mundo acepta publicar dichos textos propagandísticos con tanta regularidad.