Las recientes declaraciones antisemitas del líder de la Autoridad Palestina (en su 18º año de su mandato de cuatro años) no son producto de un exabrupto o de enajenación momentánea; sino, antes bien, son parte de su cosmovisión, de su forma de ver e interpretar el mundo político – y es la suya, una interpretación distorsionada y peligrosa de la realidad compartida por la vasta mayoría de los líderes palestinos.
En la disertación de su tesis doctoral (1982), realizada en la Unión Soviética, cuna de muchos de los tópicos propagandísticos aplicados a los “sionistas” (burdo disfraz para el término judío), abordó “La secreta relación entre el nazismo y el sionismo”… Y dos años después, en un libro basado en dicha disertación, donde hacía referencia a conocidos negacionistas del Holocausto, y ponía “en duda que se utilizaran cámaras de gas para exterminar a los judíos y afirmaba que el número de judíos asesinados en el Holocausto podría ser ‘incluso inferior a un millón’”. También sostenía allí que el movimiento sionista tenía interés en convencer a la opinión pública mundial de que el número de víctimas era elevado; así, conseguiría “mayores ganancias” después de la guerra cuando llegara el momento de “repartir el botín”, según informaba MEMRI en mayo de 2002.
Antisemitismo y teorías de la conspiración.
Izabella Tabarovsky indicaba en la revista Tablet en enero de 2023 que el Instituto de Estudio Orientales (IES; donde está oculta la disertación de Abbas) de la sección de ciencias sociales de la Academia Soviética de Ciencias, donde Abbas realizó su doctorado, publicó un artículo en 2020 – casi cuarenta años después de que Abbas recibiera su grado de doctor – “repasando la historia del departamento de estudios sobre Israel del instituto. Los autores no se anduvieron con rodeos. Desde principios de la década de 1970, cuando ‘la dirección del partido soviético se fijó el objetivo de ‘luchar contra la ideología sionista’’, los estudios de área soviéticos, incluidos los de Oriente Próximo, estaban ‘en gran medida guiados y controlados por estructuras estatales’. Se suponía que los estudiosos de Israel del IES debían criticar el sionismo como una ‘expresión extrema de la ideología reaccionaria nacionalista burguesa’, destacar la ‘esencia reaccionaria del sionismo’ y presentar a Israel como un agresor y un agente del imperialismo estadounidense que seguía un ‘curso agresivo de política exterior respecto a los países árabes’. Los académicos no tuvieron acceso a la literatura académica. No podían visitar Israel. No había especialistas en hebreo entre ellos”.
Y añadía que la literatura soviética anti-sionista “tergiversó burdamente los acontecimientos históricos, manipuló y directamente falsificó los hechos que tenían que ver con la creación de Israel, su política interior y exterior, y las causas y la naturaleza del conflicto árabe-israelí”.
En junio de 2016, nada menos que dirigiéndose al Parlamento Europeo, Abbas acusó a los rabinos israelíes de hacer un llamado a envenenar los pozos de agua palestinos. Como indicara la revista Tablet, la agencia Reuters informó en su momento, “parecía ser una invocación de un informe de los medios de comunicación ampliamente desacreditado que recordaba un libelo antisemita medieval”, y ampliaba diciendo que durante la Edad Media, los judíos fueron acusados regularmente de envenenar los pozos de Europa, más notoriamente durante la Peste Negra. “Tales calumnias provocaron con frecuencia el asesinato de judíos, y han resurgido hasta nuestros días”. Tras una protesta internacional, Abbas se vio obligado a retractarse de su afirmación intolerante, admitiendo que era falsa.
En enero de 2018 Abbas dijo ante el Consejo Central de la OLP, son su pretendida línea de “moderación”, que Israel “es un proyecto colonialista que no tiene nada que ver con los judíos”, y afirmando que “Israel ha importado escalofriantes cantidades de drogas para destruir a la generación más joven” de palestinos. Libelos. Uno tras otro.
Poco antes, en diciembre de 2017, esta vez ante la Organización de Cooperación Islámica, Abbas había acusado a los judíos – porque el Corán no habla de sionistas o israelíes – de ser “excelentes en fingir y falsificar la historia y la religión“:
“Son maestros en esto, y se menciona en el sagrado Corán que fabrican la verdad y que intentan hacer eso y que creen en ello, pero que nosotros hemos estado en este lugar por miles de años”.
En mayo de este año, Abbas repetía las líneas de su guion ideológico cuando, como apuntaba el analista de CAMERA Gilead Ini, incurría “en la inversión del Holocausto al comparar a Israel y a los judíos populares con Goebbels, el jefe de propaganda nazi que desempeñó un papel clave en el genocidio de los judíos de Europa. ‘Las falsas afirmaciones sionistas e israelíes continúan’, dijo a la audiencia de la ONU”.
Ante la ONU, el Parlamento Europeo, o ante la audiencia que sea, Abbas dice su dogma, o su obsesión; porque, igualmente, ¿qué consecuencias tendrá el hecho de que explicite crudamente su visión (y, de ahí, su idea de solución) del conflicto, más allá de un tirón de orejas diplomático y un silencio o disminución mediática?
Antisemitismo. Extremismo. Sistemáticos. Parte inseparable del personaje – de tantos personajes apoltronados en el liderazgo palestino (muy a pesar de sus ciudadanos). Pero la realidad, en este caso, es algo con lo que ni la mayoría de entes, organizaciones, gobiernos y dignatarios internacionales – ni hablar de gran parte de los medios de comunicación – no parecen desear tener contacto; prefieren una fabricación en la que Abbas es un “moderado” y válido “interlocutor para la paz”: el líder de una organización, Fatah, que en su constitución llama (artículo 12) a la “completa liberación de Palestina, y a la erradicación de la existencia económica, política, militar y cultural sionista”, puesto que (artículo 8) la “existencia israelí en Palestina es una invasión sionista”.
Quien quiera creer o hacer creer que el conflicto trata sobre la terrible “ocupación” de un pueblo “aborigen” y “víctima”; deberá borrar una ingente cantidad de elementos de la realidad. Como por ejemplo todo esto que se ha detallado sucintamente aquí. Y mucho más; entre ellos, la espeluznante y obscena utilización de los niños como instrumentos para la perpetración de ataques y para su propaganda.
Mas, la realidad es la que es, y Abbas dice lo que piensa (o quiere que otros crean). De hecho, la mayoría de los líderes palestinos dicen claramente su ideario, su objetivo o solución sin velos ni afeites: “liberar Palestina desde el río [Jordán] hasta el [mar]”.