Otra brutal escalada titulaba el diario de referencia en España, El País, a lo que bien habría podido titular “otra brutal muestra de ignorancia”, ya que en este caso no sólo tergiversaba los hechos para que encajaran en su agenda, sino que además daba datos errados. Desde el inicio mismo, bajo el titular, se podía leer:
“La vuelta al poder de Benjamín Netanyahu, apoyado en un Gobierno ultranacionalista, ha desencadenado una inaceptable violencia entre Israel y Palestina”
Dejando de lado la dudosa visión según la cual la violencia se desencadena cuando un estado de derecho intenta desarticular células terroristas que tienen planeado ataques, la afirmación es falsa. La “inaceptable violencia” se “desencadena” en primavera de 2022, durante el gobierno del premier Yair Lapid, con una serie de atentados árabes perpetrados en las ciudades de Beersheva, Hadera, Bnei Brak y Tel Aviv que se cobraron la vida de 14 personas. A raíz de aquello, Lapid inicia una serie de redadas en Cisjordania contra los grupos terroristas , que a su vez se confrontan contra las tropas israelíes. Lo que sucedió en Yenin, y que El País lamenta en su editorial, acusando erróneamente a Netanyahu.
Pero todo el editorial está plagado de errores factuales de envergadura, necesarios para justificar la toma de partido del diario. Así el primer párrafo afirma:
“La brutal, y desgraciadamente repetitiva,escalada de violencia entre Israel y Palestinavuelve a colocar en primer plano uno de los conflictos más longevos en la historia reciente, iniciado en 1967 tras la victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días y la ocupación de Gaza —actualmente bloqueada—, Cisjordania y Jerusalén Este.”
Un delirio.
El conflicto entre árabes palestinos e Israel no se inicia tras la Guerra de los Seis Días. Dejando de lado los pogromos contra judíos liderados por Gran Muftí de Jerusalem, amigo y aliado de hitler previos a la independencia de Israel, los países árabes lanzaron en 1948 y en 1967 dos guerras contra Israel. La ocupación posterior no es más que la consecuencia de esas guerras en las que Israel tuvo que defenderse. Pero si EL País contemplara esta realidad, toda su construcción de culpabilización a Israel se derrumbaría como un castillo de naipes.
Por cierto que en esa guerra del 67 Israel también conquistó el Sinai. ¿Por qué no lo mencionan en su batiburrillo de territorios ocupados? Tal vez porque Israel desmanteló todos sus asentamientos en el Sinaí cuando firmó la paz con Egipto en 1979, lo que muestra que con acuerdos de paz y reconocimiento, la “ocupación” es desmontable. De hecho, la ocupación es la consecuencia del conflicto, no la razón.
Mención aparte merece ese breve “Gaza —actualmente bloqueada—“. ¿Bloqueada por quién? Por Israel y por Egipto. ¿Y bloqueada por qué? Porque Israel se retiró en 2005 y tras caer en manos de Hamás, Gaza se ha convertido en una plataforma de lanzamiento de cohetes y ataques sistemáticos contra Israel y sus civiles. El bloqueo es legal, y cuenta con la aprobación de los países occidentales.
Pero pasemos a otro párrafo del editorial, que nos aporta más errores factuales omisiones y una importante pérdida de bruja moral:
“El punto álgido de esta espiral se produjo la semana pasada. El jueves,una redada del Ejército israelí en el campo de refugiados de Yenín, en Cisjordania,culminó con la muerte de nueve palestinos y otros 20 heridos. Se trata de una de las operaciones de este tipo más letales efectuadas por el Ejército israelí desde la Segunda Intifada (2000-2005). Horas más tarde, otro joven palestino fue asesinado cerca de Jerusalén durante una protesta por estos hechos. Un día después, un adolescente de 13 años mató a siete personas en una sinagoga en Jerusalén en lo que es el mayor atentado palestino en los últimos 12 años. Pero apenas se trata de los dos máximos ejemplos de un reciente periodo que coincide conla vuelta al poder de Benjamín Netanyahu,apoyado en un Gobierno ultranacionalista, donde en diversos episodios han muerto ya más de 30 palestinos”.
Cualquier lector que repudie, aunque sea ligeramente el terrorismo, podría pensar que “el punto álgido” de la espiral se produjo con el ataque terrorista a las puertas de una sinagoga que se cobró la vida de siete civiles que iban a rezar en shabat.
Pues no, para El País el punto álgido es la redada contra una célula terrorista de la Yihad Islámica. Claro que omite explicar a sus lectores que , al menos 7 de los nueve palestinos muertos durante la redada era miembros de grupos terroristas, así declarados por los propios grupos. Y murieron en medio de unas confrontaciones armadas.
Por otra parte, el “adolescente” de 13 años no fue el responsable de la masacre de la sinagoga, sino que lo fue de otro atentado al día siguiente, que El País no menciona.
Interesante también el empleo del léxico en este párrafo. Por un lado uno de los palestinos muertos en enfrentamientos fue “asesinado” según el diario. O sea que consideran que fue un acto premeditado. Tal vez deberían sustentarlo de algún modo. Pero no. Ahí queda, junto al resto de inexactitudes.
Por otro lado, es curioso que cuando un menor muere o es encarcelado, se lo define normalmente como “niño”, en este caso, que es el verdugo, es un “adolescente”.
El resto del editorial es para decir que Netanyahu es muy malo y que la culpa del conflicto reside mayoritariamente sobre Israel. Sólo destaquemos un detallito más. Como para aparentar cierta neutralidad o rigor informativo, el diario afirma:
“La ocupación israelí de Palestina es el nudo esencial del conflicto, aunque sea cierto que hay un poderoso movimiento palestino, Hamás, que quiere no una negociación sino la desaparición de Israel”.
Ya hemos comentado arriba que la ocupación es una consecuencia del conflicto, y no “el nudo esencial”. Aunque lo enternecedor en esta parte es limitar a Hamás la voluntad de hacer desaparecer a Israel. El País llama a hablar con la Autoridad Palestina. Pero La AP ha rechazado todas y cada una de las ofertas de paz que hasta ahora se le han puesto sobre la mesa, sin ofrecer alternativa. ¿Qué hace pensar a EL País que ahora sería diferente? Tal vez las palabras de Mahmud Abbas, presidente de esa misma Autoridad Palestina, cuando se consideró presionado para aceptar al Estado judío, puedan servir de respuesta:
“No hay manera. No aceptaremos”.
A ver si algún día, esto nos lo cuenta El Pais.