El 30 de enero de 2013 Iñigo Sáenz de Ugarte firmaba un artículo en El Diario que titulaba con una pregunta que no llegaba a responder, al menos de manera explícita, a lo largo del mismo; aunque daba a entender que no:
¿Es antisemita una viñeta que uneNetanyahu y la sangre de los palestinos?
Tal vez la pregunta debía haber sido: ¿Es pertinente retratar a Netahyau de esa manera para emitir una crítica política? Criticar y difamar no son lo mismo.
¿Qué tienen que ver la construcción de viviendas, por más controvertida que sea, con la sangre los de palestinos? Nada.
El artículo de El Diario indicaba que:
El problema ha surgido cuando ha aplicado su estilo a Binyamin Netantahu. Hay además una pequeña cuestión de calendario. La viñeta apareció el domingo 27 de enero, el día en que Israel recordaba el Holocausto.
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En todas las críticas, se denunciaba que [Gerald] Scarfe había dibujado al primer ministro con una prominente nariz, elemento habitual desde siempre en las representaciones antisemitas de judíos.
No todos en Israel coincidían en la crítica. Anshel Pfeffer, columnista de Haaretz, apuntó que el Día del Holocausto no podía ser la jornada en la que estuviera prohibido criticar a los políticos israelíes. Además, no había en la viñeta la simbología nada que describiera a Netanyahu como judío (como la estrella de David).
¿Esa es toda la evidencia a favor de una respuesta negativa a la pregunta del artículo?
A esta altura, ¿realmente hacen falta símbolos explícitos para que el público mayoritario comprenda el mensaje que transmite la viñeta? Evidentemente, no.
Adam Levick, editor de CiF Watch, un proyecto independiente de CAMERA, recordaba un artículo sobre caricaturas antisemitas de que escribió en 2010 para el Jerusalem Center for Public Affairs, donde apuntaba que:
las viñetas políticas a menudo suelen tener un mayor impacto inmediato en el refuerzo de los estereotipos negativos que largos ensayos. Estas expresan ideas que son fáciles de entender y, por lo tanto, representan una manera eficiente de transmitir el odio y los prejuicios, incluyendo el antisemitismo.
A esto hay que sumarle que existe una larga historia de representación de los judíos en viñetas antisemitas que han dejado un poso de significados fácilmente identificables.
Esta es una viñeta de Der Stürmer, de agosto de 1935. Véanse las manos, la nariz y las orejas. ¿Alguna similitud con la caricatura de Netanyahu que dibujó Scarfe?
Sarit Catz, analista de CAMERA, recogía la descripción de la viñeta que realizó Raheem Kassam en The Commentator, en la cual sostenía que no simplemente pisa la delgada línea entre la crítica y el libelo de sangre, sino que la supera ampliamente. Y continuaba diciendo:
Nunca me hubiese imaginado que los editores del Sunday Times se encontraban entre aquellos que buscarían, al modo de Der Stürmer, utilizar el Día del Recuerdo del Holocausto para publicar un libelo de sangre y, a sabiendas, minar la memoria de uno de los peores genocidios… Supongo que estaba equivocado en mi suposición.
En tanto, Catz también comparaba la viñeta de Scarfe con una de las tantas que publicó Der Stürmer (1934, en este caso):
Sangre que fluye, judíos con la característica nariz de gancho y sus víctimas inocentes, en la viñeta del Sunday Times y una de Der Stürmer.
El Diario continuaba diciendo que:
Finalmente, Scarfe intervino a través de una breve nota en su página web. Recordó que la viñeta era una crítica a Netanyahu, no a los judíos, pero se disculpó por la fecha de publicación: Sin embargo y de forma estúpida, no fui consciente de que se publicaría en el Día del Holocausto, y pido perdón por esta desgraciada coincidencia’.
¿Cuál es la crítica a Netanyahu? ¿Acaso asesina a los palestinos? ¿Utiliza su sangre para construir hogares? El medio no aclara nada.
En su lugar, elige finalizar el artículo de la siguiente manera:
En febrero de 2012, Scarfe tiró de tinta roja para dibujar a un siniestro y criminal Asad. Con el presidente sirio, no tuvo tantos problemas.
Según informó Reuters el 3 de enero de 2013:
La cifra de muertos en Siria supera ya los 60.000, según Naciones Unidas. Otros 100.000 podrían morir este año, advirtió el enviado de Naciones Unidas y la Liga Árabe, Lajdar Brahimi. Sólo el miércoles fallecieron unas 220 personas.
¿Es comparable Assad con Netanyahu? ¿Es esa una línea argumental válida? ¿Sugiere, acaso, Sáenz de Ugarte que hay una masacre en curso contra los palestinos?
Por su parte, El Periódico publicaba el 18 de enero de 2013 que:
Más de 100 civiles fueron masacrados el martes por fuerzas leales al presidente sirio, Bashar el Asad, en una localidad a las afueras de la ciudad de Homs, en el centro de Siria, según denunció ayer el Observatorio Sirio de derechos Humanos (OSDH). Supervivientes de la matanza relataron que soldados y milicianos de la shabiha -grupos de matones y criminales afines al régimen de Damasco- incendiaron casas de campesinos en Haswiyeh y mataron a sus habitantes a tiros o a cuchillazos. El número de muertos es de 106 y entre ellos hay diversos niños y mujeres, según las informaciones del OSDH y otros grupos opositores, que no pueden contrastarse correctamente por el difícil acceso de la prensa internacional a Siria.
¿Cuál sería el motivo de que no tuviera tantos problemas con el presidente sirio? ¿No sería, tal vez, que era cierto lo que reflejaba la viñeta que no se trataba de una difamación, de un libelo?