El siguiente artículo fue publicado originalmente en The Commentator el 3 de junio de 2013
Algunos musulmanes, particularmente en Egipto, se han situado junto a sus compatriotas cristianos en solidaridad luego de estos ataques, pero en su mayor parte, los ataques contra los cristianos continúan sin oposición organizada importante por parte de activistas musulmanes o gubernamental en Medio Oriente. La policía egipcia, por ejemplo, se ha mantenido al margen e incluso ha ayudado en los ataques contra cristianos y sus iglesias.
A veces, la violencia anti-cristiana se manifiesta como ataques de una turba pobremente organizada (pero aterrorizadora) contra las iglesias y sus miembros. Estos ataques a menudo tiene lugar luego de que un imam haya incitado a la hostilidad anti-cristiana en su sermón del viernes. Otros ataques son atentados yihadistas bien planeados perpetrados durante las fiestas cristianas (como Navidad o Pascua) que se traducen en muertes de decenas de Cristianos a la vez.
Estos ataques tienen un impacto acumulativo. El Arzobispo Silvano M. Tomasi, Observador Permanente del Vaticano ante las Naciones Unidas y Otras Organizaciones Internacionales, anunció recientemente que más de 100.000 cristianos mueren cada año a consecuencia de su fe. Tomasi no mencionó exactamente quiénes eran los responsables de esas muertes, pero no necesitaba hacerlo.
Sabemos quiénes son los responsables: musulmanes radicales y su intención de enviarle un mensaje claro y simple a los cristianos, que no son bienvenidos ni están seguros en los países musulmanes.
La violencia musulmana contra los cristianos no es un fenómeno nuevo. Se remonta a la fundación misma del Islam, tal como informa Raymond Ibrahim, autor de Crucified Again: Exposing Islam’s New War on Christians (Regnery, 2013). Bajo el dominio musulmán, desde el siglo VII hasta el presente, decenas si no cientos de miles de iglesias una vez extendidas a través de miles de kilómetros de tierras antes cristianas, han sido atacadas, saqueadas y destruidas o convertidas en mezquitas, escribe Ibrahim.
Los propios cristianos están sufriendo terriblemente, revela Ibrahim. En este momento, desde un extremo del mundo musulmán al otro, los cristianos están siendo perseguidos. El sufrimiento está asociado a los esfuerzos por imponer la Sharía, o la forma islámica de hacer las cosas, indica Ibrahim, y agrega que donde y cuando los musulmanes se encuentran en el poder, o adquiriendo más poder, las iglesias son ilegalizadas, quemadas y bombardeadas, en tanto que Biblias y crucifijos son confiscados y destruidos. La libertad de expresión de hablar de manera positiva sobre el cristianismo o de manera crítica sobre el islam se deniega, a menudo bajo pena de muerte.
Ibrahim también informa que a los musulmanes no se les permite convertirse al cristianismo y que en muchos lugares las mujeres y los niños cristianos son rutinariamente secuestrados, violados y forzados a convertirse al islam. Cada vez más, los cristianos pueden justificar su existencia sólo por medio del pago de grandes sumas de dinero de rescate dinero extorsionado en nombre de la yihad, la guerra santa islámica para subyugar o eliminar a los no-musulmanes.
Esta fue la realidad que estaba programado que el Consejo Mundial de Iglesias (cuya cuenta de Twitter es @oikoumene, en referencia a su compromiso con el ecumenismo) abordara en la reunión sobre los Cristianos en Medio Oriente. Lamentablemente, la organización está particularmente mal preparada para tratar el problema de la violencia islámica contra los cristianos. Sin embargo, sí es capaz de atacar a Israel y a sus partidarios.
A lo largo de su historia, el WWC una organización que engloba a 350 iglesias protestantes y ortodoxas – ha trabajado asiduamente para demonizar al Estado Judío mientras no decía nada sobre los pecados de sus adversarios. También ha hecho del inclinarse frente a la violencia islámica un elemento central el ecumenismo moderno. Hablar enérgicamente a favor de las víctimas de este tipo de violencia es algo que está simplemente más allá de la comprensión del WCC. Sencillamente, la organización es incapaz de decir la verdad sobre este problema.
El WCC aseguró su propio fracaso incluso antes de que la conferencia comenzara. Con anterioridad a la conferencia, que tuvo lugar del 21 al 25 de mayo, el WCC describió la reunión sobre los Cristianos en Medio Oriente como un dar voz a las preocupaciones ecuménicas cristianas sobre la presencia de cristianos en Medio Oriente que, la organización declaró, difieren de aquellos que buscan sembrar la islamofobia.
El comunicado de prensa del 15 de mayo que anunciaba la reunión también informó que los oradores incluirían al diplomático palestino Afif Safieh y a Smir Morcos, ex asistente del presidente egipcio Mohamed Morsi, un hombre que ha fracasado completamente a la hora de proteger a los cristianos coptos de su país.
Este comunicado de prensa sirvió como una advertencia de que los asistentes a la reunión barrerían bajo la alfombra el problema de la violencia islámica y que acusarían de islamófobo a cualquiera que hablara abiertamente sobre el impacto de la yihad contra los cristianos en Medio Oriente. También sirvió como un claro aviso de que los asistentes intentarían conducir la conversación hacia Israel.
Y exactamente eso fue lo que sucedió.
En un comunicado emitido al finalizar de la conferencia, los asistentes lamentaron el secuestro de dos sacerdotes cristianos en Siria y dijeron que oran y desean que su pronta liberación, y la asistencia de los líderes de las comunidades musulmana y cristiana, fortalecerán la cooperación inter-religiosa. Los sacerdotes en cuestión aún están retenidos.
La referencia al cautiverio de estos dos líderes era la única mención a las irregularidades musulmanas en el documento, que condenó al sionismo cristiano como una ideología que permite la manipulación de la opinión pública por parte de lobbies sionistas, y que daña las relaciones intra-cristianas.
Sí, leyó correctamente.
El documento sobre los Cristianos en Medio Oriente que no hace ninguna referencia a los fundamentos teológicos y jurídicos de la violencia islámica contra los cristianos plantea la cuestión sobre el Sionismo Cristiano y lo presenta como un problema, como si los protestantes evangélicos de Estados Unidos se hubiesen estado inmolando en los lugares de culto y asesinando a la gente en las calles. Y habla con una connotación negativa sobre lo lobbies sionistas, pero no dice nada sobre el islamismo.
Las cosas se ponen aún más extrañas cuando el documento señala que Palestina continua siendo el problema central en la región
¿Bajo qué parámetro? Según el periodista israelí Ben Dror Yemini, 86 millones de personas han muerto, como resultado de conflictos armados, desde la II Guerra Mundial. Doce millones de esas muertes han sido a causa de conflictos armados entre árabes y musulmanes en Medio Oriente, Asia y Norte América.
La inmensa mayoría de estas muertes se produjeron como resultado de la violencia árabe-árabe o musulmán-musulmán en Medio Oriente. Por ejemplo, la guerra entre Irán e Iraq le costó la vida a entre 900.000 y 1.4 millones de personas.
Un porcentaje muy pequeño de las muertes que han ocurrido en el Medio Oriente aproximadamente 60.000 fue el resultado del conflicto árabe-israelí, que comenzó después de la segunda guerra mundial. Y desde el comienzo de la primera Intifada iniciada en 1987, el conflicto árabe-israelí ha causado 8.000 muertes.
A la luz de estos número, ¿cómo puede el Consejo Mundial de Iglesias declarar a Palestina como el problema central en la región? ¿Cómo puede el WCC decir tal cosa cuando la guerra civil siria, que comenzó algo más de dos años atrás, ya le ha costado la vida a 100.000 personas? ¿Acaso los que se están matando en Siria lo hacen en apoyo a la causa palestina?
El hecho es que la Guerra civil en Siria, que tiene la posibilidad de transformarse en un guerra entre suníes y chiís a lo ancho de la región, es más una cuestión central para la región que Palestina.
El documento de la WCC también llama a los cristianos a rechazar la islamofobia, que caracteriza del manera equivocada al islam como un todo indiferenciado, y socava décadas de cultivar la cooperación con los musulmanes. También hace un llamamiento a los cristianos a que rechacen tentación de conjuntar, generalizar y sensacionalizar sobre nuestros hermanos y hermanas musulmanes.
Tal galimatías está destinado a que la gente no hable sobre el elefante en la habitación: Yihad.
Puede que los dhimmis* que tienen la última palabra en el WCC no quieran enfrentarse con ello, pero los propios musulmanes están hablando del tema. Por ejemplo, en un artículo de opinión reciente, publicado en el Huffington Post, Tarek Fatah, musulmán canadiense, condenaba la enseñanza de la yihad que motivó el ataque a plena luz del día que resultó en la muerte de un soldado británico el 22 de mayo.
Cabe destacar que ni un solo clérigo musulmán desde el 9/11 que haya tenido el coraje de decir que la doctrina de la yihad armada es obsoleta e inaplicable en el siglo XXI. Denuncian el terrorismo, pero no se atreven a denunciar la yihad. Por el contrario, seguimos escuchando la propaganda que dice que la Yihad’ no tiene nada que ver con la guerra.
A la luz del documento del WCC, Tarek Fatah, él mismo un musulmán que está hablando, asumiendo un gran riesgo, sobre un problema tremendamente importante, calificaría como un islamófobo. Y por la misma lógica, los líderes cristianos que se reunieron en el Líbano son valientes puesto que se caer presa de la tentación de generalizar sobre los musulmanes.
Lo que el WCC está tratando de hacer es oscurecer los hechos sobre las relaciones cristiano-musulmanas que son evidentes en sus propios archivos. En 2000, el Consejo Mundial de Iglesias colaboró en la publicación del libro de Jutta Sperber, Christians and Muslims: The Dialogue Activities of the World Council of Churches and their Theological Foundation (Walter de Gruyter).
Este libro, basado en los archives del WCC, le ofrece al lector una idea de por qué los no-musulmanes pueden temer al islam y a sus adherentes. Sperber apunta, por ejemplo, que en los países musulmanes, no se considera que judíos y cristianos tengan el mismo estatus que los musulmanes y tampoco se les permite comportarse como si la tuvieran. La autora describen entonces en detalle la manera en que los no-musulmanes (dhimmis) fueron obligados a vivir bajo su dominio.
¿Por qué fueron impuestas esas normas? Simple. Puesto que se considera teológicamente que los judíos y los cristianos tienen sólo una parte de la verdad, en la práctica, también están autorizados a disfrutar una parte de la vida.
Sperber también informa de que los cristianos han protestado con regularidad contra su estatus de segunda clase en los imperios musulmanes y, a continuación, cita a un experto que dice que el sistema islámico de la dhimma del pasado está siempre ahí como un posible peligro para el presente – la amenazante sombra de la historia.
¿Cómo puedo utilizar Sperber tal frase la amenazante sombra de la historia en relación al islam? Que alguien le avise al WCC. Un libro que ayudó a traducir del alemán al inglés es ¡islamofóbico!
El libro es también muy revelador. En su evaluación del diálogo entre el WCC y los líderes musulmanes, Sperber se delata:
La solución al problema palestino en el sentido de la renuncia de la actitud pro-israelí por parte de occidente devino el criterio para juzgar la credibilidad del diálogo cristiano/musulmán y, de hecho, del diálogo inter-religioso en general. Esta actitud no sólo fue adoptada por los musulmanes, sino también por los árabes cristianos.
En otras palabras, si el WCC quería estar en buenas relaciones con los líderes musulmanes, necesitaba atacar a los partidarios de Israel en occidente.
Y eso es lo que la organización ha estado haciendo, durante décadas.
Y, sin embargo, los cristianos que viven en Medio Oriente continúan siendo atacados, sin importar cuánto vuelque el WCC sobre Israel.
Norman Stillman (The Jews of Arab Lands) relata que la persecución total era rara pero la posibilidad siempre estaba presente. Aun en la mejor de las épocas, los dhimmi podían encontrarse con que, en todos los ámbitos de la vida y fuera cual fuese su posición en la sociedad, se les recordase violentamente cuál era su verdadera condición.
En tanto, Bernard Lewis (Los judíos del Islam) señala que jamás hubo igualdad entre musulmanes y no musulmanes: Las sociedades islámicas nunca reconocieron tal igualdad ni fingieron hacerlo. […] Siempre hubo discriminación, de modo permanente y sin duda necesario, como algo inherente al sistema e institucionalizado por la ley y la práctica.