Así, su texto titulado OLP asimila política de Trump a la de Balfour por “actitud colonialista, parecía ofrecerse como plataforma de difusión del mensaje de la notoria propagandista palestina Hanna Ashrawi, que, siguiendo el nuevo viejo guion del victimismo y de la falsificación de la historia, ahora remachan con la llamada declaración Balfour como inicio de sus pretendidos males.
Que diga lo que dice Ashrawi, no extraña. Pero que una agencia de noticias publique sin más sin aclaración histórica, ni voces alternativas (bueno, algo sí, enterrado al final, una declaración o comunicado puramente institucional sobre el aniversario de la Declaración Balfour ; es decir, en definitiva, sin voces alternativas), ni fuentes (Ashrawi no lo es, es una mera voz emitiendo una opinión), ni documentación mediante sus declaraciones de mero contenido ideológico, es preocupante. Y lo es aún más porque, como ReVista viene señalando últimamente, es una práctica cada vez más repetida.
El espíritu de la famosa carta mentada por Ashrawi fue revalidado por la Liga de las Naciones. Así, el documento del Mandato de Palestina establecía:
En tanto que las principales potencias aliadas han acordado, con el fin de dar cumplimiento a las disposiciones del artículo 22 del Pacto de la Liga de Naciones, confiar a un Mandatario, seleccionado por dichas potencias, la administración del territorio de Palestina, que anteriormente pertenecía al Imperio Turco .
En tanto que las principales potencias aliadas también han acordado que el Mandatario debe ser el responsable de poner en vigor la declaración formulada originalmente el 2 de noviembre de 1917, en la cual el Gobierno de Su Majestad Británica – y aprobado por dichas potencias – a favor de la creación en Palestina de un Hogar Nacional para el pueblo judío, quedando claramente entendido que no debe hacerse nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de comunidades no-judías existentes en Palestina .
En tanto que de este modo se le ha dado reconocimiento a la conexión histórica del pueblo judío con Palestina .
Es decir, reconocía unos derechos históricos que Ashrawi se esforzaba se esfuerza – por borrar, al negar el vínculo histórico y continuado del pueblo judío con su tierra ancestral, transformándolo en una realidad impuesta, extraña, colonial.
En cuanto a los derechos políticos árabes, se habían tenido en cuenta al separar parte del territorio, conocido como Transjordania (que posteriormente sería Jordania), sin ir más lejos – muy poco después (1922) de la llamada Declaración Balfour.
Muy colonialista, pues, la carta, según Ashrawi, pero llamativamente, el artículo 2º de la Carta de la OLP, organización de cuyo comité ejecutivo es miembro, estipulaba que Palestina es parte indivisible de patria árabe, y el pueblo palestino es parte integral de la nación árabe. Palestina, con las fronteras que tenía durante mandato británico, es una unidad territorial indivisible.
Es sugerente que la OLP acatara los límites impuestos por el Mandato Británico, que, según el Consejo de la Liga de las Naciones, llamaba a poner en efecto la creación de un Hogar Nacional Judío en ese mismo territorio, es decir, a materializar el espíritu de la mencionada misiva. Es llamativo, en definitiva, que sus derechos políticos los demarcara precisamente la potencia que, ahora afirma, se los quitó. Algo que, por otra parte, no sucedió porque, y aquí está el quid de la cuestión, ese territorio era parte del Imperio Otomano, y nunca había estado bajo control político palestino que, por lo demás, no era entonces un pueblo diferenciado (ni político ni culturalmente) de quienes habrían de convertirse en jordanos, por ejemplo.
En este sentido, la directora ejecutiva de CAMERA, Andrea Levin, señalaba en un artículo que incluso la ausencia de una identidad nacional palestina distintiva aparte de la identidad árabe mayor ha sido afirmada incluso por muchos árabes:
El historiador árabe George Antonius se asegura de que no haya ningún malentendido en The Arab Awakening (1939): Salvo que se especifique lo contrario, el término Siria será utilizado para denotar el conjunto del país de ese nombre que ahora está dividido en Mandatos de Siria y Líbano (Francia) y Palestina y Transjordania (Gran Bretaña)’.
Aún en mayo de 1947, los representantes árabes le recordaron a la ONU en una declaración formal que Palestina era parte de la Provincia de Siria Políticamente, los árabes palestinos no eran independientes en el sentido de formar una entidad política separada ’ (The Palestinians People, History, Politics; edited by Curtis, Neyer, Waxman and Pollack; 1975, p. 200)
Para concluir, es muy elocuente el hecho de que precisamente la OLP fuera fundada (recién en 1964) por la Liga Árabe a instancias de Egipto. Y que esa organización reconociera entonces como jordano la denominada Cisjordania en 1968 cambió su carta para también incluir la exigencia de dicho territorio, luego de que Jordania, en otra guerra de agresión árabe, perdiera dicho territorio que había ocupado como fruto de una guerra de agresión anterior.