En un reciente artículo, Manfred Gerstenfeld denunciaba en Ynet el doble rasero internacional que se felicitaba por el asesinato de Bin Laden a manos de tropas de élite estaounidenses, y que sin embargo, años atrás no dudaron en condenar la muerte del Jeque Yassin, responsabilidad del ejército israelí.
Gerstenfeld destacaba en su artículo:
El lunes, Ban Ki-moon, Secretario General de Naciones Unidas dijo a los reporteros que “la muerte de Osama Bin Laden, anunciada por el Presidente (Barack) Obama anoche, es un momento de línea divisoria en nuestra lucha común contra el terrorismo global”. Aún después de la matanza de Jeque Yassin, el entonces Secretario General de Naciones Unidas Kofi Annan dijo “realmente condeno el asesinato del Jeque Yassin y los demás que murieron con él. Tales acciones no sólo son contrarias a la ley internacional, sino que no hacen nada para ayudar a la búsqueda de una solución pacífica”.
Desde que la noche del 1 de mayo de 2011, el presidente norteamericano Barak Obama, anunciara que una operación de Estados Unidos había terminado con la vida de Osama Bin Laden en Pakistán, la muerte del terrorista más buscado se convertía en la principal noticia en toda la prensa internacional.
Tras las teorías conspiratorias, que probablemente fueran las primeras en aparecer, también los medios hispanoparlantes se apresuraban en cubrir los acontecimientos y a los pocos minutos, empezaban a publicarse comentarios y análisis de dicha información, evidenciando, una vez más, ese doble rasero a la hora de informar sobre Israel.
Basta echar un rápido vistazo al diario español El PAÍS, el medio más influyente en lengua hispana para comprender que lo que es visto como legítimo para uno, puede ser visto como ilegítimo para otro, especialmente si ese otro es la democracia israelí.
En su Editorial, Un Mundo sin Bin Laden, EL PAÍS calificaba el asesinato del fundador de Al Qaeda de gran victoria simbólica para EE UU y aseguraba que:
La aniquilación del architerrorista cuyo nombre ha planeado sobre Occidente como sinónimo de apocalipsis representa una gran bocanada de aire para Barack Obama, en tiempos de creciente incertidumbre doméstica e internacional.
Sin embargo, el 19 de abril de 2004, tras el asesinato selectivo del entonces líder de Hamás, el mismo diario, había publicado un editorial titulado Alevosía selectiva, donde afirmaba que se trató de un asesinato que, una vez más, pone al Estado israelí a la altura del terror que dice combatir y manifestaba que:
La muerte, el sábado, de Abdel Aziz Rantisi, jefe de Hamás, abatido con misiles, como lo fuera el 22 de marzo su antecesor, el jeque Ahmed Yassin, es la rúbrica, si falta hiciera, de que lo que Sharon persigue es exterminio, no negociaciones, o negociaciones tras el exterminio.
Recordemos que el jeque Ahmed Yassin y su sucesor, Abdel Aziz Rantisi, son los dos fundadores del grupo terrorista Hamás, responsable último de los atentados que han segado la vida de más de 1000 israelíes, y cuya carta fundacional pide la destrucción de Israel.
El jeque Yassin había dejado clara su filosofía con respecto a la posible paz con Israel, afirmando que “la supuesta paz no es paz y no es sustituto de la yihad y la resistencia.” Por su parte, Abdel Aziz Rantisi, además de ser un negacionista del Holocausto, habría declarado “Mataremos judíos en todas partes. No habrá seguridad para ningún judío, haya venido de Estados Unidos, Rusia o cualquier lugar”.
¿Cómo explicar entonces que ante el asesinato de tres líderes terroristas, en condiciones bastante semejantes, el mismo medio haya reaccionado de maneras tan dispares?
Caben tres opciones:
– Con el paso de los años, El País ha ido tomando consciencia de la amenaza que supone el terrorismo yihadista, y empiezan a hacer suyo un discurso más confrontativo.
– Al Qaeda golpeó en el corazón de Occidente. Así, Nueva York, Madrid o Londres harían aplicar la norma que el que ataca en casa es un terrorista merecedor de castigo, el que ataca fuera de casa es un rebelde merecedor de ser escuchado.
–EnEL PAÍScualquier movimiento israelí de autodefensa está condenado de antemano al repudio.
Sea cual sea la respuesta, los medios en general, yEL PAÍSen particular, aplican una doble vara de medir. Es lo que Nathan Sharansky calificó de doble rasero, y que está considerado por el Departamento de Estado Norteamericano como un síntoma claro de antisemitismo.
La muerte de Bin Laden y sus repercusiones mediáticas, constituyen sin duda, un excelente momento para que los creadores de opinión reflexionen al respecto, y empiecen a mirar a Israel con ambos ojos y no con su eterna mirada tuerta.