Pero no siempre es así. A veces, por algún motivo, esa definición, esa caracterización es silenciada.
En el reciente caso del terrible y deplorable asesinato del niño palestino Ali Saad Dawabsha, de un año y medio de edad, la amplia cobertura mediática y las voces de condena no se hicieron esperar. Tampoco las definiciones de su o sus asesinos.
“Es un salvaje acto terrorista… ”, afirmaron portavoces militares israelíes de manera inmediata.
“Es un acto de terrorismo en todos los sentidos”, declaró el Primer Ministro israelí Binyamin Netanyahu.
Además, tanto Netanyahu como el Presidente de Israel, Reuven Rivlin, visitaron el hospital israelí donde la familia del bebé peleaba por sus vidas, mientras que el Rabino Jefe David Landau dijo que “todos los judíos condenan este despreciable asesinato”.
El amplio espectro político israelí condenó enfática e inequívocamente el atentado, llamando al hecho por su nombre; y tomando, a su vez, medidas acordes a la gravedad de la situación.
Los medios dieron amplia cobertura al suceso. Por ejemplo, estos son algunos de los artículos:
“Un niño palestino muere abrasado en un ataque de colonos israelíes”, en el diario El País (1/8/2015).
Aunque luego el texto decía:
“Un niño palestino de año y medio murió carbonizado en la madrugada de este viernes cuando varios desconocidos, supuestamente colonos, incendiaron su vivienda…”.
“Presuntos colonos judíos incendian dos casas y matan a un bebé palestino en Cisjordania”, en elPeriódico, (31/8/2015).“Un bebé palestino muere después de que dos presuntos extremistas israelíes atacaran su casa”, diario El Mundo (31/7/2015).“EE.UU. condena el asesinato de un bebé palestino en un ataque de colonos judíos”, agencia española de noticias Efe (31/7/2015), que a continuación decía:“… asesinato de un bebé palestino en un ataque de supuestos extremistas colonos judíos…”.
Una rápida búsqueda en Google arrojó escasos resultados respecto del asesinato (11/3/2011) de miembros de la familia Fogel, en la localidad de Itamar – Ehud Fogel (36), su esposa Ruth (35) y sus hijos Yoav (11), Elad (4) y Hadas (tres meses) fueron asesinados en su casa a manos de los paletsinos Amjad Ajmed Awad (19) y Hakim Mazen Awad (18).
Por ejemplo, el diario El Mundo titulaba (17/4/2011) de la siguiente manera la noticia de la deteneción de los culpables, dos meses casi un mes después del crimen:
“Dos palestinos detenidos por el asesinato de una familia israelí en Cisjordania”.
“Según los servicios secretos israelíes (Shabak), los dos palestinos no mostraron arrepentimiento por el ataque y revelaron que decidieron matar también a Hadas, de tres meses, ‘porque lloraba’ y temían ser descubiertos.
‘Queríamos matar judíos. Fuimos a Itamar para hacer una acción de martirio‘, confesó Amjad Ajmed Awad”.
No fue posible encontrar, en la hemeroteca digital de El País, una mención al arresto de los culpables de dicho atentado para comparar su tratamiento respecto de la noticia del ataque a la familia palestina; tan sólo una breve mención al suceso el día 13 de marzo de 2011.
En el caso de la agencia española de noticias Efe, optaba por no mencionar a los niños en su titular:
“Cinco muertos en un ataque palestino a una colonia judía en Cisjordania”
Y posteriormente, a raíz del arresto de los palestinos que se declararon culpables del crimen, la agenciapublicaba:
“Dos palestinos arrestados por el presunto asesinato de una familia judía”
Tampoco aquí había “extremismos” o “ultranacionalismos”, ni la palabra “musulmanes”… Aunque uno de los perpetradores declaró, como ya se indicara: “Queríamos matar judíos. Fuimos a Itamar para hacer una acción de martirio”.
Al parecer, existe una prontitud para etiquetar a unos, y una renuencia o resistencia a hacerlo con otros; lo que sugeriría que las caracterizaciones de “ultra”, “extremistas” y “radicales” están reservadas para los judíos/israelíes. Los palestinos son, siemplemente, palestinos.
Pero, más allá de las diferencias semánticas o de identifación adjetival en las coberturas, hay una cuestión que la prensa o bien omite, u oculta: los ataques sistemáticos por parte de palestinos y de la constante incitación subyacente que emana del propio liderazgo palestino y de sus medios de comunicación oficiales.
Así, por ejemplo, entre los días 15 y 21 de julio, y según daba a concer el Centro Meir Amit, se produjeron los siguientes hechos:
· El 19 de julio de 2015 – fue lanzado un artefacto explosivo improvisado cerca de Naaleh (área de Binyamin). El artefacto no explotó (18 de julio de 2015).
· El 18 de julio de 2015 – Se lanzó una bomba molotov hacia un vehículo cerca de la junción de los túneles en Gush Etzion. No hubo heridos (18 de julio de 2015).
· 17 de julio de 2015 – Se lanzaron bombas molotov y arrojaron piedras hacia las fuerzas de seguridad isralíes cuando estaban realizando una actividad operativa en el barrio de Silwan en Jerusalén Este, y en el pueblo de Jayyus en Samaria. Un soldado resutó levemente herido (de julio de 2015).
· 15 de julio de 2015 – Un soldado de Tzáhal resultó levemente herido en un atentado con acuchillo en un cruce del oeste de Binyamin. Una terrorista llegó a la posición de Tzáhal y acuchilló al soldado en la espalda. La terrorista fue detenida (15 de julio de 2015).
· Detención de la célula de Hamás que había realizado el atentado de disparos cerca de Shvut Raquel. Detención de células terroristas que habían realizado atentados de disparos.
· Caracter de los atentados –la mayoría de los atentados fueron del tipo de lanzamiento de bombas molotov (98 de los 120). También se realizaron cuatro atentados de disparos con armas livianas, dos antentados de acuchillado (uno de ellos en Jerusalén), 16 atentados del tipo de colocación de artefactos explosivos.
Pero, ¿qué ocurre del lado palestino cuando el terrorismo es ejercido por un conciudadano?
Comencemos por las reacciones a la masacre de Itamar (asesinato de miembros de la familia Fogel). El Middle East Media Research Intitute (MEMRI) realizó una compilación de las “condenas” del liderazgo palestino en las que, en última instancia, terminan justificando el crimen como una consecuencia de la “opresión” y “ocupación” israelíes:
“El presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, condenó el asesinato así como ‘toda violencia contra civiles’, enfatizando que la violencia engendra violencia”.
Más, en ningún punto habló de terrorismo. La “violencia venga de donde venga”, sin identificar, sin llamar a las cosas por su nombre, no es una condena, sino una generalidad abstracta que sirve para recibir las palmadas en la espalda de turno de la llamada comunidad internacional y para que nada cambie de puertas adentro – brindando una coartada a los terroristas.
El Ministro de Asuntos de los Detenidos de la Autoridad Palestina, S’ad Nimr, fue más explícito en esa oportunidad: Los palestinos tienen “un derecho” y “la obligación” de “resistir la ocupación”.
Unas declaraciones que no son ni un exabrupto ni una irregularidad, sino parte de un proceder que es sistemático: la incitación al odio y la glorificación del terrorismo. A fin de cuentas, la organización que preside Abbas – Fatah – y que es mayoritaria en la OLP, publicó un póster en octubre de 2014 en honor del “terrorista palestino Abdel Rahman Al-Shaludi, que mató a la bebé de 3 meses Chaya Zissel Braun e hirió a otros ocho israelíes en un ataque relámpago con coche en Jerusalén”.
A propósito de este ataque, El País tituló en su momento: “Un coche embiste a ocho peatones y mata a una bebé en Jerusalén”… El terrorista, desaparecido; la identidad de la niña también; y un conche con voluntad propia.
En conclusión, en el caso del liderazgo palestino las “condenas”, que terminan siendo una justificación del acto, hablan de “violencia” (véase también aquí) como una abstracción. Y es que, quien incita, no puede condenar si no quiere que los frutos de ese estímulo se evaporen o se vuelvan en su contra (transformándose en traidores a la “causa”). A fin de cuentas Abdullah Abdullah, embajador palestino en el Líbano, en una entrevista en el diario libanés Daily Star (15 de septiembre de 2011), dijo:
“Cuando tengamos un estado aceptado como miembro de las Naciones Unidas, no será el fin del conflicto… Esto es sólo un nuevo marco que cambiará las reglas del juego”.
“Hay personas realizando el ‘Ribat‘ (conflicto religioso / guerra sobre tierra que ser reclama como islámica). Todos debemos llevar a cabo el ‘Ribat’ en Al-Aqsa [mezquita]. No es suficiente decir: ‘los colonos han llegado [a la mezquita]’. Han venido, y no deben venir al Santuario (es decir, Monte del Templo, el lugar más sagrado del judaísmo; el tercer lugar más sagrado del islam). Tenemos que evitar, de cualquier modo, que entren en el santuario. Este es nuestro Santuario…”.
“La masiva condena israelí de ese crimen nos ha dejado, tanto a mí como a otros palestinos, no sólo avergonzados, también abochornados; porque los palestinos no reaccionan de la misma manera a los ataques terroristas contra los judíos; ni siquiera ante el abominable asesinato de niños judíos.
[…]Mientras que el primer ministro, el presidente y otras autoridades israelíes condenaron rápida y vigorosamente el asesinato de Dawabsha, nuestros líderes rara vez denuncian los ataques terroristas contra los judíos. Y cuando un líder palestino como Mahmud Abás emite una declaración al respecto, suele ser vaga y ambigua”.