Son precisamente esos valores éticos y morales compartidos, los que conforman el prisma a través del cual las sociedades se horrorizan con las imágenes de las matanzas perpetradas por Boko Haram o el Estado Islámico (Daesh); las que seespantan con el adoctrinamiento infantil (para su posterior utilización) por parte de éstos y otros grupos similares. Son esos mismos valores los que llevan, sin el más mínimo atisbo de duda, a clasificar a esos grupos como terroristas (entendiendo que el terrorismo es un método de ejercicio de la violencia o un modo de comportamiento, que consiste precisamente en la realización de un acto o una actividad cuyo resultado intencionado es la creación de un estado psicológico de temor generalizado; sin importar quién sea la víctima ni quién utilice la metodología terrorista).
En este sentido, el 28 de marzo de 2015, el diario mexicano Informador indicaba que:
“El Estado Islámico (EI) está reclutando a centenares de menores, que adoctrina, entrena en el uso de armas y despliega en el frente de una brutal guerra que sus moldeables mentes podrían no abandonar nunca”.
Cinco días antes, el canal español Cuatro informaba sobre “un nuevo vídeo publicado por el Estado Islámico [que] muestra un grupo de más de 80 niños participando en un entrenamiento militar en una base de la ciudad de Raqqa (noreste), el bastión del grupo terrorista en Siria”.
En tanto que, el 1 de abril de 2015, los medios españoles daban cuenta de la detención de una madre por facilitarles a sus hijos las gestiones para integrarse al grupo terrorista Daesh en Siria.
Por ejemplo, la radio Cadena Ser informaba de esta manera:
“El juez de la Audiencia Nacional, Pablo Ruz, ha ordenado la prisión incondicional por un delito de colaboración con organización terrorista para la madre de los dos menores de Badalona que pretendían partir este martes para Siria y convertirse en terroristas.
A petición de la fiscalía, el juez ha ordenado la medida porque la madre habría facilitado a sus hijos de 16 años, las gestiones para desplazarse a las zonas de conflicto. Allí pretendían seguir los pasos de su hermano mayor, quien se integró en las filas de Harakat Sham Al Islam, un grupo terrorista afín al Estado Islámico, y murió el año pasado”.
Por su parte, la Radio Televisión Española (RTVE) lo hacía así:
“El juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz ha ordenado prisión incondicional por un delito de colaboración con organización terrorista para la madre que iba a enviar a sus hijos gemelos de 16 años a Siria a que se integraran en un grupo yihadista, mientras que el padre ha quedado en libertad.
El juez ha dictado prisión para la mujer porque considera que es ella la que facilitó a los hijos las gestiones para posteriormente desplazarse a zona de conflicto…”.
La información es la misma; sin entrecomillados innecesarios; sin equívocos, sin eufemismos.
Sin embargo, los valores éticos y morales que mencionáramos, al parecer, tienen un punto negro: un rincón que escapa de su escrutinio o de su rango de raciocinio. Un punto en el que, aparentemente, quedan cancelados.
La organización Palestinian Media Watch (PMW), que hace un seguimiento y análisis de los mensajes de los líderes de la Autoridad Palestina, Fatah y Hamas a través de los medios de comunicación y de los textos escolares, explicaba que:
“Crear un entorno social propicio para los terroristas ha sido un factor decisivo en la promoción exitosa del terrorismo suicida por parte de la Autoridad Palestina (AP). Con este fin, la política de la AP ha sido la de honrar a los terroristas como Shahids (mártires de Alá) y enseñar a las madres palestinas a celebrar cuando sus hijos mueren como terroristas Shahids. La categorización de estos terroristas muertos como Shahids les asegura el más alto honor que un musulmán puede alcanzar, y por lo tanto es motivo de celebración de una madre, según esta enseñanza de la AP”.
El texto rezaba:“Mi madre me enseñó que mi piedra es un arma; que sólo soy palestino a través de la lucha; me enseñó a gritar que ésta es mi tierra, ¡así que lárgate!”
“Por Alá, que hoy es el mejor día de mi vida. Siento que el Señor está contento conmigo, porque le estoy ofreciendo algo [mi hijo] a Él. Deseo sacrificar más [hijos] para el perdón de Alá, y por la bandera [del Islam]. ‘No hay más Dios que Alá’, para sobrevolar Palestina… Es cierto que no hay nada más preciado que los niños, pero por Alá, lo que valioso es barato”.
Asimismo, el diario estadounidense Washington Post publicaba un artículo el 29 de enero de 2015 en el que indicaba que “más de 17.000 adolescentes y jóvenes, de entre 15 y 21 años se congregaron la semana pasada en una docena de campos en la Franja de Gaza para escalar cuerdas…, y disparar rifles Kalashnikov; prometiendo defender el enclave costero y estar dispuestos a luchar en la próxima guerra contra sus enemigos sionistas”.
El 17 de septiembre de 2014, el Centro General Meir Amit de Información sobre Inteligencia y Terrorismo publicó un informe (Durante la Operación Margen Protector niños y adolescentes fueron utilizados por terroristas como auxiliares y operativos) en el que señalaba que:
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Pero no sólo Hamas adoctrina y glorifica el terrorismo. Recientemente, el Middle East Media Research Institute (MEMRI) publicaba una entrevista en la televisión oficial de la Autoridad Palestina (8 de marzo de 2015) en la que un miembro del Comité Central de Fatah – organización presidida por Mahmoud Abbas- aseguraba de Dalal Mughrabi, y las terroristas suicidas, son sus “modelos a seguir”.
De hecho, el 15 de marzo de 2015, PMW indicaba que una semana antes, la Autoridad Palestina había celebrado el aniversario de la Masacre de la ruta costera en 1978 – en la cual terroristas palestinos secuestraron un autobús y asesinaron a 37 civiles israelíes (12 de ellos, niños) -, dedicándole un monumento en una plaza de Ramala a la terrorista Dalal Mughrabi, que lideró el ataque.
La misma organización ofrecía, el 26 de marzo de 2015, un ejemplo reciente de adoctrinamiento infantil en el odio por parte de la Autoridad Palestina. La televisión oficial de la Autoridad Palestina emitió una actividad escolar (22 y 25 de marzo) cuyo marco declarado era la utilización de la cultura para enseñarles a los niños a boicotear productos israelíes. Sin embargo, el niño cuya entrevista eligió transmitir la televisión de la AP dijo que también estaba aprendiendo, a través del teatro escolar, que los judíos deben ser asesinados:
“Vine a ensayar la obra con el fin de boicotear productos israelíes y luchar contra a los judíos, matarlos y vencerlos”.
El mensaje no se restringe a una estrategia meramente política, sino que surge, también, desde el plano religioso a través de los líderes musulmanes. PMW publicaba las declaraciones, el 27 de febrero de 2015, de un presentador de la televisión de la Autoridad Palestina y predicador:
“Si un pez pelea en el mar con otro pez… los judíos están detrás de ello”.
“La Humanidad nunca vivirá en comodidad mientras judíos están causando una corrupción devastadora a lo ancho de la tierra. La Humanidad nunca vivirá en paz, fortuna o tranquilidad mientras ellos [los judíos] estén corrompiendo la tierra”.
Aquello de lo que se da cuenta sin insinuar dudas (donde no las hay), atenuantes, ni recurrir a eufemismos u omisiones, cuandoacontece con unos actores muy particulares, pasa, en el mejor de los casos,a transformarse en leves alusiones, y, en el peor, a no ser siquiera mencionado.
Algo sucede en los mismos medios que informan – sin sugerir sospechas ni realizar valoraciones peregrinas – sobre un “delito de colaboración con organización terrorista para la madre que iba a enviar a sus hijos gemelos de 16 años a Siria”, pero silencian o subestiman estos mismos sucesos cuando los sujetos activos son palestinos.