En un artículo que hablaba sobre la crisis económica de Belén, derivada del conflicto, la redactora no aportaba ni un solo dato contrastado más allá de las consabidas afirmaciones palestinas, y las propias de la cronista, que apuntan a una sempiterna responsabilidad israelí (el Estado judío es culpable por ser tal estado y las pruebas sobran) para sostener la tesis central del artículo. Y es que, en realidad, no se trataba de eso.Y el texto lo dejaba bien claro.
Lo central,básicamente, era desvincular a la ciudad de su historia judía, presentándola falazmente como una ciudad históricamente palestina; y, de paso, utilizarla pararetratar a Israel como un estado opresor y a los palestinos como víctimas del mismo.
Así, el texto fabricaba “hechos” a la medida de su objetivo:
Aunque ese retorno parece muy improbable dada la asfixia económica a la que está sometido el municipio, circundado por un muro de hormigón de 8 metros de altura construido por orden de las autoridades israelíes a partir del 2002. Entonces, en plena escalada de la violencia durante la Segunda Intifada, quisieron controlar la entrada de palestinos en Israel.
Falso.
La manera cabal de explicar la presencia de la barrera de seguridad es indicando sufin: Israel buscaba, con dicha medida, impedir la entrada de terroristas palestinos que atentaban contra civiles en las ciudades israelíes.
Por lo demás, esta mentira evidente es la misma que reitera la alcaldesa de Belén, Vera Baboun, entre otros, en cuanto puede.
Declaraciones a la medida de la medida:
los palestinos denuncian que la ciudad ha quedado encerrada, habiéndole extirpado más del 80% de su perímetro municipal. Aquellos cuyas tierras de cultivo han quedado al otro lado del muro o la verja, y disponen de los permisos correspondientes para cultivarlas, sólo pueden acceder a ellas a través de unas puertas operadas por el Ejército israelí que se abren tres veces al día.
De lo anterior, se sigue que esta aseveración es igualmente falsa
Y suposiciones a la medida de las declaraciones a la medida de la medida:
Baboun no lo dice explícitamente, pero queda claro que se refiere al amedrentamiento que suelen inducirles los tour-operadores israelíes para que así no se queden a pernoctar en Belén, sino que vuelvan a dormir y a hacer gasto en la vecina Jerusalén.
El artículo se presentaba en la sección mundo del diario argentino, como si se tratara de un artículo periodístico más: es decir, de un texto que describía de manera imparcial, contrastada y apoyada en diversas fuertes, un hecho, una realidad. Pero no era, ni remotamente, así. Se trataba de una buena dosis de propaganda anti-israelí ni siquiera disimulada.
Por eso, ese final tan a la medida de la medida de la falta de respeto al lector, a la historia, a la literatura y a la profesión:
Cuarenta días de fiestas en los que los belenitas seguirán soñando, otras Navidades, con vivir en su tierra sin el yugo de la ocupación.