En el cuadro idílico de palestinos sufrientes y luchadores, no cabe la realidad: ni la corrupción de sus líderes, ni la falta de democracia – el mandato presidencial de Abbas finalizó hace 7 años -, ni sus rechazos a acuerdos que condujeran a la creación de un estado, ni la incitación al odio y a la violencia, ni la violación de los derechos de sus ciudadanos.
Un arquetipo de inocencia no puede tener ni una mota de polvo.
Así pues, no es de extrañar que los medios en español que no se hicieran eco del suceso del que daba cuenta la agencia de noticias palestina Ma’an (que, vale recordar, no oculta sus intereses ideológicos ; y de la cual se vale, y mucho, la agencia española Europa Press para su cobertura del conflicto) el 23 de febrero de 2016.
Según dicha agencia palestina, las fuerzas de seguridad palestinas establecieron checkpoints (controles) en las afueras de las ciudades más importantes de Cisjordania e martes por la mañana para evitar que los maestros de las escuelas públicas palestinas asistieran a una manifestación en Ramallah.
De acuerdo al Times for Israel, ya la pasada semana unos 20.000 maestros se habían manifestado en la misma ciudad para reclaramar la implementación de un acuerdo de 2013 que garantizaba un aumento de su salario básico, que aún no se ha concretado.
Pero estos dos elementos – checkpoints palestinos (no por cuestiones de seguridad, sino para impedir que los maestros palestinos se manifiesten) y el incumplimiento de acuerdos de la Autoridad Palestinacon sus propios ciudadanos y trabajadores – no encajan en esa suerte de fábula en que los medios hann convertido a la llamada “causa palestina”, esa circunstancia-universo que le permite a tantos ser muy “éticos” y solidarios sin necesidad de, realmente, tener que serlo más que de palabra e “indignación”.
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ACTUALIZACIÓN
El 1 de marzo, una semana despuésde esta entrada, la agencia EFE sí se hacía eco de las manifestaciones de los maestros.