“La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio”. Cicerón (106 AC-43 AC). Orador y político romano
De esta manera, los medios (y los organismos internacionales) eximen de toda responsabilidad del estancamiento de las negociaciones a los líderes palestinos – obviando la exaltación de la violencia, la glorificación del terrorismo, la educación en el odio y el doble discurso por parte de la Autoridad Palestina – y, en el mismo movimiento, trasladan toda la carga de la culpa a Israel.
¿Se le ha brindado al liderazgo palestino una nueva coartada para negarse a negociar una paz consensuada?
La agencia EFE informaba el 19 de marzo de 2013 que:
“La Unión Europea (UE) y la Autoridad Nacional Palestina (ANP) firmaron hoy un acuerdo por el que los 27 darán 7 millones de euros para favorecer la presencia palestina y promover el desarrollo económico en el área C de Cisjordania, una zona bajo control administrativo y de seguridad israelí.”
Ninguna mención a los acuerdos bilaterales firmados entre israelíes y palestinos.
Europa Press, por su parte, indicaba el 18 de marzo de 2013 que:
“El nuevo ministro de Vivienda de Israel, Uri Ariel, ha prometidoque el Gobierno del primer ministro Benjamin Netanyahu mantendrá la expansión de los asentamientos similar a la ejecutada por su anterior Ejecutivo.
Las declaraciones de Ariel han llegado apenas dos días antes de la visita del presidente estadounidense, Barack Obama, quien ha abogado antes de su viaje por la detención de la construcción de asentamientos en los territorios del futuro Estado palestino.”
La agencia da por hecho que existe un territorio definido, a pesar de lo que indican las resoluciones 242 y 338 del Consejo de Seguridad.
El diario El País, en su edición del 18 de marzo de 2013, sostenía que:
“Los ministros que conforman el nuevo Ejecutivo de Israel, liderados por Benjamín Netanyahu, tomaron hoy posesión de su cargo, dando por inaugurada un nueva legislatura en la que la posibilidad de una resolución dialogada al conflicto con los palestinos parece aun más remota que en el anterior Gobierno. Sobre todo, porque algunos de los puestos más importantes en ese nuevo Gabinete de Netanyahu los ocupan políticos que o bien simpatizan con el movimiento de expansión de asentamientos judíos en Cisjordania o bien son ellos mismos colonos.”
De esta manera:
“… la actual disputa territorial se debe, supuestamente, a la decisión israelí de ‘ocupar’, en lugar de ser el resultado de una guerra impuesta a Israel por una coalición de estados árabes en 1967”.
En tanto, David M. Phillips, en su artículo The Illegal-Settlements Myth, de diciembre de 2009, declaraba que mientras uno puede debatir la conveniencia de los asentamientos israelíes y su imprudencia diplomática y política; otro asunto muy distinto es tildarlos de ilegales. De hecho, indica, el análisis en que se fundamenta la conclusión de que los asentamientos violan el derecho internacional depende totalmente de la aceptación de la narrativa palestina que sostiene que Cisjordania (Judea y Samaria) es territorio “árabe”. Y aclara que, aunque hoy en día habitualmente se refiere a territorio “palestino”, en ningún momento en la historia han estado Jerusalén o Cisjordania bajo soberanía palestina árabe.
En un artículo de 2009 (Protecting the Contiguity of Israel), Nadav Shragai explicaba que:
“La construcción israelí y palestina en Cisjordania ha sido gobernada por los términos legales del Acuerdo Interino Oslo II a partir del 28 de septiembre de 1995.”
Israel, según Oslo II, retuvo los poderes de división por zonas y planificación del área C. Por consiguiente, la mayor parte de la construcción palestina recientemente realizada allí, apuntaba Shragai, es ilegal. En contraste, ninguno de los Acuerdos de Oslo prohibió la actividad de establecimiento (“asentamiento”) israelí, aunque Israel aplicó auto-limitaciones unilaterales en este área en años recientes.
En este sentido, el Ministerio de Asuntos Exteriores de Israel informa en su página web que los Acuerdos de Paz entre israelíes y palestinos no contienen, justamente, ninguna prohibición para la construcción o expansión de asentamientos:
“La Declaración de Principios provee, en el Artículo V, que las cuestiones de los asentamientos y de los israelíes [viviendo en los territorios en disputa] se encuentran entre un número de cuestiones que deben ser convenidas en las negociaciones sobre el estatuto permanente. El Artículo IV dispone que la jurisdicción de la Autoridad Palestina abarca ‘el territorio de Cisjordania y la Franja de Gaza, excepto para las cuestiones que se acordarán en las negociaciones sobre el estatuto definitivo.’ Por consiguiente, no sólo no hay una restricción de los asentamientos durante el período provisional, sino que la Autoridad Palestina no tiene jurisdicción sobre los asentamientos o sobre los israelíes. Los asentamientos y los israelíes permanecen bajo autoridad exclusiva de Israel durante todo el período de transición.”
El teórico del derecho, Jeffrey S. Helmreich, sostiene en un artículo de 2003 (Diplomatic and Legal Aspects of the Settlement Issue) que:
“…el acuerdo de paz alcanzado por Israel y los palestinos en Oslo, junto con el Acuerdo Provisional de 1995, permiten el crecimiento de los asentamientos así como el crecimiento – y la creación – de comunidades palestinas en los territorios disputados. Los palestinos adquirieron los derechos para la planificación y la división por zonas en el área A; en tanto que Israel retuvo los mismos derechos en área C, donde los asentamientos estaban localizados. El estatuto jurídico se debía alcanzar y decidir sólo en las negociaciones de estatus finales que, lamentablemente, nunca ocurrieron. Hasta que este punto sea alcanzado, el crecimiento de asentamientos [en el área C] permanece dentro del alcance legal de los Acuerdos de Oslo”.
Por su parte, Alan Baker, ex consejero legal del Ministerio de Exteriores Israelí, en un artículo publicado en el Jerusalem Center for Public Affairs (17 de marzo de 2013), indicaba:
“No ha habido ninguna determinación – ya sea en virtud de un tratado, por medio cualquier resolución vinculante de las Naciones Unidas, o a través de cualquiera de los acuerdos que se ocupan del proceso de paz en Medio Oriente – indicando que los territorios de Cisjordania son, de hecho, ‘territorios palestinos’. Del mismo modo, nunca ha existido una entidad soberana palestina a la que los territorios pertenecieran o que hubiese gobernado los mismos.”
De hecho, incluso las propia Organización de las Naciones Unidas aprobó y apoyó el Acuerdo Interino Israelí-Palestino de 1995 sobre Cisjordania y Gaza, reconociendo así, de manera implícita, que el estatuto de los territorios y la resolución definitiva de su carácter soberano están, según lo establecido en dicho acuerdo, sujetos a la negociación de un acuerdo sobre el estatuto permanente entre las partes.
Por otra parte, se ignora por completo las causas de la presencia israelí en dichos territorios (desde el rechazo a la resolución 181 de la ONU de partición y la posterior agresión árabe; y las sucesivas guerras de agresión árabe en 1967 y 1973). También se pasan por alto, como señala Baker, los antecedentes históricos y jurídicos, incluidos los profundamente arraigados derechos históricos y autóctonos de los judíos en estos territorios (Judea y Samaria).
“… a un desarrollo masivo en el Área C – un área en la cual la Autoridad Nacional Palestina ejerce poderes civiles y responsabilidades, así como la jurisdicción funcional bajo el paraguas de la seguridad y administración civil israelí – el destino de la cual, según requiere el Acuerdo Provisional, será acordado en las negociaciones de estatus permanentes”.
Cuatro años después, la Unión Europea le sigue la corriente. La misma Unión Europea que ofició como testigo en la firma de dichos acuerdos.
En su libro Illegal Construction in Jerusalem: A Variation on an Alarming Global Phenomenon, Justurs Reid Weiner reproduce una entrevista concedida a la revista egipcia El-Aharam Al-Arabi, en junio de 1997, donde Faisal Husseini, entonces miembro del Comité Ejecutivo de la OLP a cargo de la cartera de Jerusalén declaraba:
“El programa palestino es crear un cinturón palestino alrededor del cinturón israelí [de los nuevos barrios post-1967]…. el gran reto para los palestinos es construir, incluso sin permiso”.
Un documento del Ministerio de Exteriores Israelí da cuenta de la historia demográfica reciente de Jerusalén:
“Desde 1870 los judíos han constituido una mayoría en Jerusalén. En el primer censo de población llevado a cabo por las autoridades del Mandato Británico en 1922, se encontró que la ciudad estaba habitada por 62 mil personas – 34100 judíos, 13400 musulmanes y 14700 cristianos. En el censo realizado por Israel y Jordania en 1961 la población resultó ser de 243500 habitantes, de los cuales el 67.7% eran judíos. La proporción entre musulmanes y cristianos ha crecido a favor de los musulmanes desde 1967. […] En 1967 había 197000 judíos en Jerusalén (74,2%) y 68000 árabes (25,8%). Hoy, la proporción ha cambiado en un 3,7%: los judíos representan un 71% y los árabes un 29%. Se estima que para 2010 la población de Jerusalén alcanzará los 820 mil habitantes, de los cuales, un tercio serán árabes”.
Es decir, durante el Mandato Británico la población árabe era 2,5 veces menor que la judía e, incluso, menor que la cristina. Recién comenzó a crecer marcadamente a partir de 1967, cuando Israel tomó el control de Jerusalén Este luego de la guerra de los Seis Días – otra guerra de agresión árabe -. Según este mismo informe, la tasa de crecimiento en 1995 era de 34,8 nacimientos por cada 1000 personas, en tanto que la tasa entre los judíos era de 28,5 por 1000.
Lo siguiente, perteneciente al mismo estudio del Ministerio de Exteriores israelí, es revelador:
“Datos recogidos de los registros de impuestos indican que en 1967 había 12200 apartamentos en el sector árabe, mientras que en 1995 el número había alcanzado los 27066, representado un aumento de 122%. El crecimiento el sector judío durante ese período fue de 113%, de 57500 apartamentos a 122780”.
Pero, ¿no se expulsaba a los palestinos?
Aparentemente, no. Los datos dicen una cosa bien distinta.
Weiner reproduce una carta del 11 de Septiembre de 2000 que Mhahat Nacer, gobernador del distrito Jerusalén de la Autoridad Palestina, le escribió a Yasser Arafat. En la misma, asegura que la firme posición de los residentes árabes “protege la arabización de Jerusalén y protege su tierra de la invasión de los colonos [judíos]”. Nacer le solicita a Arafat que continúe con el pago de las multas aplicadas a aquellos que construyen de manera ilegal.
Pero para los medios en castellano, son los “asentamientos” israelíes el gran impedimento para la paz. La retirada israelí, total y unilateral de Gaza en 2005, que no hizo sino aumentar los ataques terroristas de Hamas y otros grupos palestinos (cerca de 8000 cohetes, según el Ejército de Defensa de Israel; unos 3 ataques diarios), así lo demuestra…